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1.500.000 de armenios fueron víctimas del primer genocidio del siglo XX.



Anales de la Historia
Entre 1915 y 1923, 1.500.000 de armenios fueron víctimas del primer genocidio del siglo XX.
http://www.genocidioarmenio.org/pruebas_imagenes.asp?id=9
La estratégica posición de la meseta de Armenia, cruce de caminos de las caravanas comerciales entre Oriente y Occidente, fomentó el interés de los pueblos que la rodeaban, y fue determinante para que haya sido conquistada sucesivamente por persas, macedonios, romanos bizantinos y árabes. Hacia mediados del siglo XI aparecen en la región los selyúcidas, nómades mongoles del Asia Central, luego los tártaros y más tarde los turcomanos.
Entre fines del siglo XVI y comienzos del XVII la región este de Armenia, se convirtió en área de conflicto entre los turcos otomanos, los persas y los rusos quienes a partir de entonces comienzan a tener presencia en la geopolítica de la región.

El Genocidio Armenio
En 1908, a través de un Golpe de Estado, el gobierno del Imperio Otomano fue ocupado por los integrantes de un movimiento nacionalista antimonárquico proveniente de la burguesía terrateniente, conocidos como Jóvenes Turcos. Su objetivo era la reimplantación de la constitución, a través del lema “libertad, igualdad y fraternidad de todos los pueblos del Imperio Otomano”, logrando así el apoyo de los pueblos que padecían el yugo del sultán Abdul Hamid II. Sin embargo, al asumir el gobierno, desarrollaron una política donde el panturquismo y el panislamismo fueron los ejes ideológicos de su política.
El panislamismo fue una ideología político-religiosa originada en el siglo XIX que tuvo amplia difusión en los países musulmanes, según la cual todos los ciudadanos del Imperio Otomano debían pertenecer a la religión islámica. El panturquismo representaba el nacionalismo fanático exacerbado, cuyo objetivo era la unión de todos los pueblos turcófonos, a través de la conversión forzada de los pueblos cristianos del Imperio Otomano.
Los Jóvenes Turcos adoptaron la sanguinaria política armenófoba de Abdul Hamid II y la superaron en atrocidades. El primer paso fue el aniquilamiento en masa de los armenios de Adana, a finales del siglo XIX, que en el transcurso de pocos días produjo 30.000 víctimas.
En Octubre de 1914, en una reunión presidida por el Ministro del Interior Talaat, con la participación de los cabecillas de los Jóvenes Turcos, se organizó el exterminio de la población armenia, aprovechando la situación caótica causada por el inicio de la Primera Guerra Mundial y la negligencia de las grandes potencias.
En febrero de 1915, el Ministro de Guerra Enver ordenó el exterminio de todos los armenios que servían en el ejército turco; las instrucciones enviadas al comando militar rezaban: “El gobierno ha ordenado el exterminio de todo el pueblo armenio ... de todos los armenios que sirven en los ejércitos imperiales. Sin violar la disciplina ordinaria, separarlos de sus regimientos, llevarlos a lugares aislados lejos de miradas extrañas y fusilarlos”.
El 24 de abril de 1915 se considera como fecha simbólica del Genocidio Armenio; ese día fueron atrozmente eliminados más de 2.000 dirigentes comunitarios, intelectuales, científicos, escritores, artistas, pedagogos, médicos y religiosos.
En mayo de 1915 comenzó la deportación masiva de la población. Los armenios eran desterrados por todos los medios inhumanos posibles de su patria ancestral hacia los desiertos de la Mesopotamia; eran masacrados tanto en sus lugares de residencia como en las rutas de deportación; obligados a caminar cientos de kilómetros, morían víctimas del hambre, de las torturas, violaciones, de las enfermedades ó asaltados por bandoleros turcos y kurdos.
Der-el-Zor y su entorno desértico, el río Eufrates y sus brazos, se convirtieron en los centros infernales del crimen. Pruebas irrefutables demuestran que el gobierno de los Jóvenes Turcos tenía asimismo por objetivo la destrucción meditada y programada de los testimonios materiales de la civilización armenia. Conscientes del papel de la Iglesia, fueron masacrados eclesiásticos y se destruyeron iglesias, monasterios y registros manuscritos. Junto con el exterminio del pueblo armenio, se imponía la necesidad de eliminar sus valores espirituales.
Los hechos descriptos fueron encuadrados dentro del concepto de GENOCIDIO. Este término fue creado por Raphael Lemkin y aplicado por primera vez durante el juicio a los principales responsables del crimen contra los judíos, durante la Segunda Guerra Mundial.
A partir de entonces, la emigración de los armenios fue casi total. De 2.100.000 almas en el Imperio Otomano, en 1912, de acuerdo con las estadísticas del Patriarcado Armenio de Constantinopla se pasó a 77.435, en 1927, concentradas especialmente en Estambul y aproximadamente 50.000 en 1993.
A pesar de la política de negación que encaro desde entonces el gobierno turco, sobre todo a partir de 1920, los archivos europeos y americanos, así como el análisis de los hechos a partir de testimonios de los sobrevivientes, demuestran que el Genocidio armenio fue un hecho premeditado, destinado a la eliminación del pueblo armenio por no renunciar a la preservación de su cultura.
El Genocidio nacional-cultural continúa en la Turquía contemporánea, con la destrucción programada de los monumentos arquitectónicos y religiosos, la discriminación de los programas educativos en las escuelas de la comunidad armenia de Estambul, además de la prohibición de enseñar la historia, la geografía y la literatura.
En 1914 el número de instituciones eclesiásticas armenias era de 2.549. Según los datos proporcionados por la UNESCO en 1974, de los 913 edificios aun existentes en 1923, 464 habían desaparecido totalmente, 252 eran ruinas y 197 requerían grandes refacciones. Muchas iglesias habían sido convertidas en mezquitas o corrales.
Las matanzas de armenios continuaron hasta 1923, incluso después de la creación de la República de Turquía en 1920 fundada por Kemal Ataturk.
El genocidio, hecho traumático en la historia armenia, determinó la conformación de la gran diáspora, origen de las diversas comunidades armenias de Europa y América.
El reconocimiento del genocidio armeno tiene por dueña a la humanidad en su conjunto, es la misma humanidad su beneficiaria.
Pero tiene un enemigo concreto: la barbarie, el salvajismo y la irracionalidad encarnadas en aquellos Jóvenes Turcos que mutilaron, exterminaron, usurparon y blandieron su hacha contra la razón misma. Hoy nuestra obligación es, no olvidar.
Sabemos que el camino es largo, pero lo hemos emprendido con entereza porque la moral esta de nuestra parte y porque el Derecho –el universal, el consuetudinario y el positivo internacional- nos sostiene.
No proponemos caminos equívoco ni soluciones utópicas, solamente exigimos la aplicación plena y efectiva del derecho y el reconocimiento por parte del actual estado turco, legítimo sucesor de aquel imperio otomano, del sultán Hamid, de los Jóvenes turcos, de Kemal Ataturk.

La benigna motivación y buenas intenciones de Bush no alcanzarán ..

Los últimás opiniones para los anales de la historia
La benigna motivación y buenas intenciones de Bush no alcanzarán para resolver el asunto palestino
BBC de Londres, resumiendo el viaje de Bush a Medio Oriente: “Bush regresa con las manos vacías, sus esfuerzos de paz no son realistas, sus bravatas anti-Irán peligrosas, sus elogios a gobiernos autoritarios son deplorables y su defensa de las libertades es irónica”.
Por Daniel Pipes
Las políticas de George W. Bush hacía Oriente Medio y el islam tendrán bastante peso cuando los historiadores juzguen su presidencia. Con ocasión del cierre de su visita de 8 días y 6 países por Oriente Próximo y entrando en su último año en el cargo, ofrezco algunas evaluaciones provisionales.
Su aportación ha sido la disposición a romper con las posturas bipartidistas largo tiempo establecidas y adoptar políticas imponentemente novedosas, y antes del 2005 había dado a conocer su enfoque novel en cuatro áreas de importancia.

El islam radical: antes del 11 de Septiembre, las autoridades norteamericanas percibían la violencia islamista como un problema de criminalidad muy concreto. Instando a "una guerra contra el terror" en septiembre de 2001, Bush expandía el conflicto. Especificar la fuerza exacta detrás del terrorismo marcaba el punto álgido en octubre de 2005, cuando la denominada "fundamentalismo islámico", "yihadismo militante", e "Islamofascismo".
Guerra anticipada: la disuasión llevaba tiempo siguiendo la política predilecta contra la Unión Soviética y las demás amenazas, pero Bush añadía en junio de 2002 una segunda
política, la anticipación. La seguridad de los Estados Unidos, decía, "exigirá a todos los americanos ser previsores y resueltos, estar dispuestos a tomar medidas anticipadas cuando sea necesario para defender nuestra libertad y defender nuestras vidas". Nueve meses más tarde, esta doctrina nueva servía de cimientos para invadir Irak y eliminar a Saddam Hussein antes de que este último pudiera desarrollar armas nucleares.
Conflicto árabe-israelí: Bush evitaba la diplomacia desfasada y contraproducente del "proceso de paz" e intentaba un nuevo enfoque en junio de 2003 estableciendo el objetivo de "dos estados, Israel y Palestina, viviendo juntos, en paz y seguridad". Además, esbozaba su visión del estatus final, especificaba un calendario, y hasta intentaba marginar a un recalcitrante líder (Yasir Arafat) y apoyar a uno entrante (Ehud Olmert).
Democracia: Criticando "60 años de naciones occidentales excusando y dando acomodo a la falta de libertad en Oriente Medio" como política que "no hizo nada por mantenernos segur
os", Bush anunciaba en noviembre de 2003 "una estrategia avanzada de libertad en Oriente Medio" mediante la cual pretendía presionar a los regímenes para que se abrieran a la participación ciudadana.
Hasta aquí la visión; ¿qué hay de la puesta en práctica? Al final de su primer mandato, concluía que las políticas de Bush, aparte de la árabe israelí, tenían "probabilidades elevadas de funcionar". Ya no. Hoy percibo un fracaso en cada una de las 4 áreas.
La comprensión mejorada en tiempos del Islam radical por parte de Bush se ha visto invertida, hasta el extremo de que utiliza eufemismos largos y poco elegantes para evitar referirse al problema por su nombre, confiando en formulaciones como "un grupo de extremis
tas que pretenden usar la religión como camino al poder y como medio de dominio”.
La guerra anticipada exige convencer a los observadores de que la participación está realmente justificada, algo que la administración Bush no logró hacer. Solamente la mitad de la población y muchos menos en Oriente Próximo aceptan la necesidad de invadir Irak, creando divisiones nacionales y hostilidad externa superior a cualquier momento histórico desde la guerra de Vietnam. Entre los costes: mayor dificultad a la hora de tomar medidas preventivas frente al programa nuclear iraní.

La visión de Bush de resolver un siglo de conflicto árabe-israelí dando jabón a Mahmud Abbás como líder de un estado palestino es ilusoria. ¿Una "Palestina" soberana junto a Israel va a disipar el odio antisionista y poner fin a la guerra a cualquier precio contra Israel? No, el perjudicial objetivo de crear "Palestina" va a movilizar más fervor por erradicar al estado judío, especialmente si se acompaña de un "derecho de retorno" palestino.
Finalmente, instar a la democracia es claramente un objetivo digno, pero cuando la fuerza popular predominante de Oriente Medio es el Islam totalitario, ¿es una idea tan genial lanzarse de cabeza sin pensar? Pero la huida hacia adelante caracterizó el enfoque inicial de Washington -- hasta que los daños de la política a los intereses norteamericanos se volvieron demasiado evidentes para ignorarse, provocando que en gran medida fuera abandonada.
En un momento en el que George W. Bush despierta una adjetivación virulenta tan intensa entre sus, continuar
En Oriente Medio hay una potencia nuclear oculta desde hace años
George Monbiot
Znet
George Bush y Gordon Brown tienen razón: no debería haber armamento nuclear en Oriente Medio. El riesgo de una conflagración nuclear podría ser mayor allí que en cualquier otro lugar y, cualquier nación que desarrolle armamento nuclear, debe esperar una dura respuesta diplomática. Pero entonces, ¿cuando se impondrán sanciones a Israel?
Como ellos, yo creo que Irán está intentando conseguir la bomba. También creo que se le debería disuadir en su intento mediante una combinación de soborno y presión económica (por supuesto, una respuesta militar resultaría desastrosa); creo que Bush y Brown, que siguen manteniendo su arsenal nuclear desafiando el tratado de no-proliferación, no están en la posición de dar lecciones a nadie. Pero si, además, como Bush afirma, la proliferación de este tipo de armamento "representa una peligrosa amenaza para la paz mundial", ¿por qué ninguno de los dos menciona que Israel, según un informe secreto de los servicios de inteligencia de los EEUU, posee entre 60 y 80 cabezas nucleares?
Oficialmente, el gobierno de Israel mantiene una postura de "ambigüedad nuclear": ni confirma ni niega la posesión de armamento nuclear; pero cualquiera que haya estudiado el tema sabe que esta fórmula tiene un simple propósito: dar a los EEUU una excusa para seguir violando sus propias leyes, las cuales prohíben conceder ayudas a países que posean armas de destrucción masiva no autorizadas. La falacia de la ambigüedad es protegida encarnizadamente. En 1986, cuando el técnico nuclear Mordechai Vanunu proporcionó fotografías de la fábrica de bombas israelí al Sunday Times, agentes del Mossad lo atrajeron desde Gran Bretaña a Roma, lo drogaron y lo secuestraron para luego juzgarlo en secreto y condenarlo a 18 años de prisión. Cumplió 12 de ellos en aislamiento penal y luego fue encarcelado de nuevo durante 6 meses al poco tiempo de ser liberado.
Sin embargo, el pasado diciembre, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, dejó caer accidentalmente que Israel, como "América, Francia y Rusia", tenía armas nucleares. Los políticos de la oposición enfurecieron y acusaron a Olmert de "una falta de prudencia que raya la irresponsabilidad". Pese a todo, la ayuda americana sigue fluyendo sin impedimentos.
Tal y como muestran los fascinantes documentos publicados el año pasado por el Archivo Nacional de Seguridad, el gobierno de los Estados Unidos ya sabía en 1968 que Israel estaba desarrollando un dispositivo nuclear (lo que no sabía es que el primero ya había sido construido por aquel entonces). El contraste con los esfuerzos que se están haciendo ahora para evitar que Irán consiga la bomba no podría ser mayor.
En un principio, los diplomáticos norteamericanos instaron a Washington para que vendiera 50 aviones F4 Phantom a Israel bajo la condición de que abandonara su programa nuclear. Tal como revela una nota enviada al secretario de estado por la Oficina de Asuntos del Oriente Medio (Near Eastern Affaires) en 1968, el encargo supondría convertir los EEUU en "el principal proveedor de las necesidades militares de Israel" por primera vez. A cambio, esto iba a requerir "compromisos que le pondrían más difícil a Israel tomar la decisión de entrar en la carrera nuclear". La nota sugería que era necesaria una presión de tal envergadura: Francia acababa de entregar la primera remesa de mísiles de medio alcance, e Israel tenía la intención de equiparlos con cabezas nucleares.
Veinte días más tarde, el 4 de noviembre de 1968, cuando el sub secretario de defensa se reunió con Yitzhak Rabin (por entonces embajador de Israel en Washington), Rabin "no discutió en absoluto nuestra información sobre la capacidad misil o nuclear de Israel". Simplemente se negó a tocar el tema. Cuatro días más tarde, Rabin anunció que la propuesta era "del todo inaceptable". El 27 de noviembre, la administración de Lyndon Johnson aceptó la promesa de Israel de "no convertirse en la primera potencia de Oriento Medio en introducir armas nucleares".Continuar..





















Bush concluye gira por Medio Oriente
El presidente George W. Bush de Estados Unidos concluyó el día 16 su gira de ocho días por el Medio Oriente con una breve escala de tres horas en el centro turístico egipcio de Sharm el-Sheikh en el Mar Rojo, en donde conversó sobre temas bilaterales y regionales con el presidente Hosni Mubarak de Egipto. En una conferencia de prensa conjunta ofrecida después de conversar aquí con Mubarak, Bush hizo énfasis en la importancia de la amistad entre su país y Egipto, uno de los aliados claves de Estados Unidos en la región. Tras describir los lazos bilaterales como fuertes, Bush dijo que "Estados Unidos tiene una larga y sólida amistad con Egipto", país con una historia y una cultura antiguas. "Nuestra amistad es fuerte", dijo Bush, quien agregó que es uno de los cimientos de la política estadounidense en la región. Bush agradeció la invitación de la parte egipcia y dijo que Estados Unidos respeta la historia, las tradiciones y la cultura egipcias. Además, el presidente elogió a Egipto por dar algunos pasos hacia la reforma democrática, pero pidió una mayor apertura política en la nación árabe. Por su parte, el presidente Hosni Mubarak dijo que la relación entre ambas partes se encuentra "profundamente arraigada" y agregó que las dos naciones han tenido una importante relación con las últimas décadas. Mubarak señaló que durante las conversaciones, las dos partes se mostraron convencidas de continuar las consultas estratégicas para lograr una paz permanente en la región.Continuar..

















Bush responde por internet a consultas sobre su gira por Oriente Medio

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, respondió el miércoles por internet a preguntas sobre su gira en Oriente Medio, que le fueron formuladas desde el portal de la Casa Blanca.
"¿Qué puede usted decirnos para asegurarnos que Líbano sigue en la agenda de Estados Unidos?", preguntó un internauta.
"Déjeme asegurarle que estoy comprometido a favor de la democracia en Líbano. Siria sin embargo sigue tratando de sabotear desde el exterior los avances del proceso político libanés", contestó el presidente estadounidense.
Bush expresó su apoyo al gobierno del primer ministro libanés Fuad Siniora, añadiendo que no había visitado este país durante su gira para no "desviar (a los libaneses) del delicado proceso político" en el que se encuentran inmersos para elegir un presidente.
Bush también contestó a una pregunta más ligera, presentada como "idiota" por su autor, y que se refería a la ropa de marca 'Gioia from California'. "Elijo mis propios trajes y mis corbatas. Gracias por el cumplido sobre las corbatas y gracias por su pregunta", dijo Bush.
Otras consultas tuvieron que ver con el proceso de paz israelo-árabe o sobre la democracia en Oriente Medio.
Ante la pregunta sobre cuáles eran las mayores similitudes entre los habitantes de Estados Unidos y los de Oriente Medio Bush explicó: "las ganas del pueblo de vivir en paz".
Es la primera vez que el presidente estadounidense contesta directamente a las preguntas planteadas a través del sitio oficial de la Casa Blanca.Continuar..










--------------------------------------------------------------------------------------------------war-iran.blogspot.com/2007/10/el-tablero-de-l....Ver analises de la realidad de Irán en caso de un ataque posible de los Estados Unidos a esta nación, como quedo en el ambiente del oriente Próximo y medio con la visita del Presidente W. Bush.

Las raíces históricas de la alianza imperialista-sionista


http://www.geocities.com/capitolhill/lobby/2679/herzl.htm
Las raíces históricas de la alianza imperialista-sionista
Abdul Wahhab Al Kayyali
http://www.al-moharer.net/
(Congreso Internacional sobre Sionismo y Racismo, Bagdad.
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
El imperialismo es necesariamente un fenómeno racista en la medida en que es un sistema político económico internacional basado en el concepto de desigualdad moral y material de las naciones, lo que conlleva la sumisión y la explotación de los gobernados por parte de los gobernantes a través tanto del uso opresivo de la fuerza como de otros medios. Los antecedentes históricos del imperialismo por todo el mundo lo confirman y sin este punto de vista básico no es posible una lectura correcta del racismo y de la historia moderna.
Las pruebas históricas indican el hecho de que el sionismo, tal como lo conocemos, nació en el marco de las ideas y planes imperialistas de las primeras décadas del siglo XIX europeo y fue abrazado con entusiasmo por algunos intelectuales y activistas judíos que estaban influenciados por los frecuentes chauvinismo e ideas racistas de la última parte del siglo. El común denominador era el interés por encontrar soluciones para los problemas y necesidades europeos a costa de otros pueblos, los árabes en este caso. El uso del término 'alianza' se refiere a la asociación y a la naturaleza del vínculo entre ambas partes y no a ninguna apariencia de paridad entre ellas, ya que es bastante obvio que el sionismo es meramente una de las ramas del árbol de la ideología imperialista. Las peculiaridades de la ideología e identidad sionista tienden más a reafirmar que a negar su carácter racista.
El sionismo como un credo político moderno y como movimiento organizado eficaz sólo se puede concebir correctamente como una solución artificial o temporal a tres desafíos interrelacionados a los que se enfrenta Europa en el siglo XIX, en el auge del imperialismo occidental.
1. El crecimiento y expansión del imperialismo europeo, que necesitaba buscar nuevas fuentes de materias primas y mercados para los productos acabados, además de asegurar las líneas de las comunicaciones comerciales y militares. La importancia de las tierras árabes como puerta de África y puente hacia Asia quedó absolutamente patente con las campaña de Napoleón (1797-1799) y los "peligros" del intento de Mohammed Ali de formar un Estado independiente que incluyera Egipto y los Estados Árabes. Así, la necesidad de sofocar cualquier Estado independiente naciente, doblemente más amenazante para el imperialismo en los inicios de la extensión del sentimiento nacionalista árabe, se hizo cada vez más persistente mientras el "Imperio Otomano", el "hombre enfermo de Europa", avanzaba hacia la desintegración.
2. El fracaso del liberalismo europeo y de las ideas de igualdad y democracia para incorporar y asimilar a los judíos unido a la crisis capitalista en Europa del este. La adopción de la industrialización llevó a una pérdida de vocación para un gran número de judíos que no pudieron adaptarse fácilmente a la transformación del sistema económico feudal. Es importante señalar que el "mantenerse aparte" de los judíos en el pasado fue un factor que contribuyó al fenómeno del anti-judaísmo.
3. La difusión del nacionalismo expansionista agresivo y chauvinista en Europa que acentuó la base racial del Estado nacional así como la superioridad racial y la necesidad de expansión (Lebensraum) se desvió a las colonias y posesiones de ultramar. Se mantuvo la superioridad, la explotación y la dominación como una misión de civilización bajo de noción de la "carga del hombre blanco".
El primero de estos dos retos se conoció como la "cuestión oriental" o la "cuestión siria" y la "cuestión judía". Las rivalidades inter-europeas y las riñas por las colonias precipitaron las guerras y revoluciones mundiales, y se transformó en la "cuestión colonial". La primera cuestión provocó que las principales figuras imperialistas propusieran la idea de crear un Estado de colonos judío y cliente en Palestina, diseñado fundamentalmente para bloquear la realización de la unidad y la independencia es esa importante zona del mundo y para servir a los intereses de sus patrocinadores. Los acontecimientos de la última parte del siglo fueron propicios para la creación de un consenso de opinión entre los imperialistas y los políticos occidentales, con la cooperación de millonarios judíos occidentales y anti-semitas de todas partes a favor del sionismo y de la emigración judía a un Estado judío en Palestina, así como a favor del establecimiento de este Estado. La interacción de los retos y la persistencia de los problemas y de las cuestiones se introdujeron en los planes imperialistas y llevó los acontecimientos a encontrar soluciones a expensas de los pueblos del tercer mundo.
El crecimiento de la influencia occidental
Hacia finales del siglo XVIII se intensificó el interés de las potencias occidentales en la zona árabe al tiempo que el anticuado Imperio Otomano se hacía cada vez más dependiente de las potencias europeas que obtenían privilegios, puntos de apoyo y esferas de influencia dentro del propio Imperio. Estas potencias trataban de establecer relaciones directas con las diferentes poblaciones y sectas religiosas en la zona. Así, Francia se convirtió en la protectora de las comunidades católicas en Siria, Líbano y Palestina, mientras que los cristianos ortodoxos quedaron bajo la protección rusa.
Fue durante su campaña palestina (1799) cuando Napoleón, motivado por sus necesidades de guerra y, más tarde, por su ambición de atraerse la lealtad de los judíos como agentes por todo el mundo, hizo público su llamamiento a reconstruir el Templo de Jerusalén y al "retorno" de los judíos a Palestina por motivos políticos. La propia campaña de Napoleon había suscitado el interés británico por Palestina ya que suponía una amenaza para la ruta terrestre británica a India. Cuando durante las primeras décadas del siglo XIX Mohammed Ali (Al-Kabir) de Egipto emprendió su ambicioso plan de modernizar Egipto y construir un sólido Estado independiente que comprendiera Egipto, la Gran Siria y la Península Arábiga, el gobierno británico adoptó un curso de intervención militar directa y desempeñó un papel decisivo en llevar a los ejércitos Ibrahim Pasha (hijo de Mohammed Ali) de vuelta a Egipto.
El avance de Mohammed Ali en Siria abrió la cuestión Siria (una cuestión que todavía permanece ya que es sinónima de los esquemas y esfuerzos occidentales por impedir la unidad árabe). Se formularon nuevas políticas británicas. Una de las claves del nuevo enfoque fue Palestina y los judíos una parte fundamental de su punta de lanza. En 1838 los británicos decidieron instalar un agente consular británico en Jerusalén y al año siguiente abrieron el primer consulado europeo en esta ciudad. Durante las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XIX el gobierno británico, que no tenía sus propios protégées, estableció una conexión con los judíos en Palestina (unos 9.700 en total), los drusos en Líbano y las nuevas iglesias protestantes. "Tras la protección de minorías comerciales y religiosas yacían los principales intereses políticos y estratégicos de los poderes" [l].
Desde su inicio la presencia británica se asoció a la promoción de los intereses judíos. "Sin embargo, esta cuestión de la protección británica a los judíos se convirtió, y lo siguió siendo durante muchos años, en la principal preocupación del consulado británico en Jerusalén"[2]. La formulación y marco de la política imperial en la zona fue mejor diseñada por su artífice, el primer ministro vizconde Palmerston. En una carta al embajador británico en Constantinopla explicando por qué el Sultán otomano debía fomentar la inmigración judía a Palestina, Palmerston escribió: "... si el pueblo judío retorna bajo la autorización y protección del Sultán, e invitados por él sería un cheque respecto a cualquier malvado plan futuro de Mohammed Ali o de su sucesor"[3].
Hay que destacar, además, que Palmerston utilizó el término "pueblo judío" en referencia a la unidad racial-religiosa como si no hubiera otros vínculos entre los judíos en aquella época cuando incluso destacados judíos hablaban de "comunidades judías" y cuando hacía progresos el movimiento asimilacionista judío, el Haskalah. También vale la pena señalar el uso de la palabra "retornar" en referencia a una errónea ascendencia racial – como si la historia hubiera permanecido inmóvil durante doscientos años – y tomando recuerdos religiosos como un título concedido con completo desprecio (aún es más, en una estudiada oposición directa) a los deseos de los habitantes de esta tierra. Todo esto precedió en más de medio siglo a la conversión del padre del sionismo al sionismo y al nacimiento oficial del movimiento. El concepto de Palmerston tampoco fue un relámpago en el cielo de la política imperial británica. Esta particular idea de erigir un Estado de colonos judíos en Palestina para servir a los intereses británicos y a una serie de pedantes morales la compartieron varios de los más destacados primeros ministros, hombres de Estado, dirigentes militares y aventureros imperialistas británicos. Entre ellos se incluían Palmerston, Shaftesbury, Colonel Gawler, Disraeli, Rhodes y el coronel C.H. Churchill, Lawrence Oliphant, Joseph Chamberlain, General Smuts,4 A.J. Balfour y W. Churchill, por nombrar unos pocos.
Muchos de estos patrocinadores del sionismo no eran filo-semitas, como a veces se asume comúnmente. La postura pro-sionista de Balfour fue iniciada por el argumento de Herzl ante la Comisión Real Británica sobre la inmigración de los judíos a Gran Bretaña (1902) de que desviar a los judíos hacia Palestina era la solución al problema británico. Lawrence Oliphant proporciona un caso claro de contradicción entre las pretensiones morales e idealistas de sionistas gentiles y su actual motivación imperialista. Según el biógrafo de Lawrence, el hombre "compartía mucho del anti-semitismo fácil de su época" [5]. Un ejemplo más reciente lo proporciona el presidente Richard Nixon que proporcionó más armas y dinero a Israel que todos los anteriores presidentes estadounidenses juntos y que, según reportajes de la prensa sobre las cintas de la Casa Blanca, era muy capaz de hacer comentarios irrisorios sobre los judíos en sus consejos privados.
Las semillas del imperialismo británico no brotaron inmediatamente y tuvieron que esperar a las lluvias de unos intereses imperialistas más amplios en la zona, la apertura del Canal de Suez en 1860 y la ocupación británica de Chipre y Egipto en la década de los setenta y ochenta respectivamente. Un impulso adicional fue la extensión del anti-semitismo en el oeste de Europa y después en el este.
El crecimiento de la influencia occidental "hizo que las comunidades judías occidentales desempeñaran un papel cada vez más importante en Tierra Santa" [6]. Este papel se concibió dentro de los confines de estos intereses bajo la protección de los privilegios (capitulaciones) garantizados por el Sultán a las potencias occidentales. Fue financiado y dirigido por ricos judíos occidentales estrechamente asociados a las clases dirigentes en el oeste.
Las primeras organizaciones que promovieron el programa de colonización propuesto fueron británicas y estaban inspiradas por la línea de pensamiento de Palmerston-Shaftesbury: la Asociación Británica y Extranjera para la Promoción del Restablecimiento de la Nación Judía en Palestina, la Asociación para la Promoción de los Asentamientos Judíos en Palestina, la Sociedad para la Promoción del Trabajo Agrícola Judío en Tierra Santa. Se estableció la Crónica Judía y se convirtió en "un importante vehículo para la popularización en círculos judíos de la colonización de Palestina" [7]. En 1861 la Sociedad Hebrea de Londres para la Colonización de Tierra Santa y la Alianza Francesa establecieron la escuela agrícola de Mikveh Israel cerca de Jaffa, obviamente con el objetivo del asentamiento a gran escala de judíos en Palestina. Richard Stevens explicó este aumento de los intereses franceses: "Tras la Guerra de Crimea en general hubo un renovado interés por ampliar la influencia francesa por el Levante y varios escritores politicos defendieron no sólo la protección de una provincia de Líbano cristiana y autónoma, sino también una provincia autónoma de Palestina" [8].
En aquel momento varios escritores británicos escribieron panfletos promoviendo la idea de un asentamiento judío en Palestina. Las Melodías hebreas de Byron, Daniel Deronda de George Eliot and Tanored de Disraeli transmitieron un toque romántico y estimularon la aceptación pública de la idea inspirada en los intereses británicos de un "retorno" judío a Palestina.
Estas actitudes y esfuerzos occidentales proporcionaron los antecedentes necesarios para la emergencia del sionismo. Como se ha indicado antes, dos acontecimientos europeos en la segunda mitad del siglo XIX proporcionaron las condiciones necesarias para el nacimiento de la idea sionista concebida por el imperialismo y la implantaron en las mentes judías como si fuera un hecho natural judío y motivado interiormente. El primero fue el resultado directo e indirecto del crecimiento intelectual y político del nacionalismo chauvinista europeo. No fue casual que el primero en proponer la idea nacional judía como un credo moderno, Moses Hess, titulara su libro Roma y Jerusalén (1862) haciendo referencia directa al movimiento nacionalista en Italia y en el que abrazó los conceptos racistas y las teorías racistas pseudo-científicas del siglo XIX. Hess insistió en que los judíos debían evitar la asimilación reafirmar su singularidad "reconstituyendo su centro nacional en Palestina". Debido a sus intentos de lógica, Hess, como la mayoría de los pensadores sionistas, traiciona las supersticiones intrínsecas y los rasgos mesiánicos en que, a menudo, es sionismo no religioso cuando habla de la inminente victoria de la idea judía presagiando así el "Sabbath de la Historia". Lo que es de una importancia histórica primordial no es el inmediato impacto de Roma y Jerusalén sino más bien el clima político e intelectual que lo produjo. Para los fundadores intelectuales y políticos del sionismo la realpolitik de los hombres de Estado europeos fue de tremenda influencia, la de Bismarck una inspiración real.
El segundo acontecimiento europeo que empujó la idea del sionismo a un lugar preponderante fueron los pogromos rusos en 1881. Estos pogromos provocaron un éxodo masivo de judíos a Europa oriental y occidental, y ocasionaron el colapso de los movimientos de asimilación del Haskalah. Su lugar lo ocupó un nuevo movimiento, Hibbath Zion (el amor de Sion), inspirado en el panfleto de Leo Pinsker, Auto-Emancipación (1882). Se formaron sociedades en centros judíos para discutir la cuestión del asentamiento en Palestina como una perspectiva inmediata y práctica, y el restablecimiento del hebreo como una lengua viva. La primeras colonias judías pertenecieron a una organización de estudiantes judíos rusos, conocida como Bilu, que se formó en Kharkov con el propósito específico de colonizar Palestina.
Herzl y el crecimiento del sionismo
A pesar del brote de organizaciones judías orientadas a la colonización, no surgió un liderazgo central. El flujo continuo de inmigrantes judíos a Europa occidental trajo el anti-semitismo e intensificó el interés de destacados judíos occidentales por el destino de los judíos en Europa del este. Una famosa familia judía, los archi-ricos Rothschild, financiaron un intento de minimizar la inmigración judía desviándola a Palestina; así se evitaron las nefastas consecuencias del anti-semitismo y el judaísmo se alineó junto a los intereses expansivos imperialistas en Oriente Próximo en la era post-Suez era [9]. Un joven judío vienés, periodista de profesión, llamado Theodor Herzl iba a proporcionar el liderazgo político y organizativo al nuevo movimiento.
El caso Dreyfus de 1894 fue lo que convirtió a Herzl de indiferente hacia el judaísmo en un sionista activo. En 1896 su Der Judenstaat (El Estado judío) suscitó el interés de los activista judíos de diferentes partes de mundo occidental. El libro trataba la situación de los judíos y argumentaba que sólo se podía solucionar la cuestión judía logrando la categoría de Estado en una tierra que les perteneciera estrictamente. Durante el año siguiente Herzl fue capaz de convocar el Primer Congreso Sionista en Basle (agosto de 1897) y de crear la Organización Sionista Mundial. Herzl fue elegido presidente y su programa cuidadosamente trabajado estipulaba que el objetivo del sionismo era "una patria segura legalmente, públicamente reconocida en Palestina" que se consiguiera por medio de la organización, colonización y negociación bajo el paraguas de las potencias imperialistas.
Sería difícil exagerar la importancia de las ideas de Herzl y el efecto que tuvieron sus esfuerzos en el movimiento sionista. Como padre fundador, dejó su impronta en todo el molde de este movimiento y se puede decir que ha influenciado en éste más que ningún otro dirigente. Un lectura de sus trabajos y el seguimiento de marco de pensamiento y de referencia de acción, así como un análisis del Congreso de Basle son muy reveladores, especialmente a la luz de sus meticulosos y cándidamente recogidos Diarios [10]. Sus ideas, estrategias y métodos tuvieron un tremendo impacto en el pensamiento y acción sionista, incluso hasta el punto de convertirse en característicos del movimiento.
El sionismo de Herzl es un resultado de la cuestión judía y su visión de su solución dentro del marco de la alianza con las potencial imperialistas dominantes y según fue modelado por las ideologías de las sociedades y movimientos nacionalistas-con-racismo europeos. Para Herzl estas sociedades eran permanentemente incapaces de tolerar a los judíos que estaban alienados por su diferencia e inconformismo, y esto era la base tanto del anti-semitismo como de la falta de raíces de los judíos. La solución posiblemente no podía ser reformar a estas sociedades por medio de nociones como libertad e igualdad, ni la pérdida de la identidad y diferencia judía, sino más bien la realización de la conformidad sobre "una base nacional" y el alineamiento del propuesto Estado nacional judío, que se iba a establecer sobre una tierra puramente judía y con las potencias europeas, bajo cuyo paraguas y patronato era necesario estar para llevar a cabo el Estado, así como también era necesario que lo protegieran a partir de entonces a cambio de los servicios rendidos contra terceras partes.
La relación entre las potencias europeas y el propuesto Estado de colonos sionista se concibió sobre una base imperialista-colonial. A pesar de este hecho subyacente, el colonialismo sionista tienen sus propios matices que, a cambio, lo hacen más anómalo y extremo. El primero de estos matices era que mientras los colonialistas europeos eran una extensión de una realidad y de un Estado nacionales ya establecidos, los colonialistas judíos soñaban con forjar una nación o una identidad nacional a través del propio acto de colonización. A diferencia de otros movimientos en busca de nación éste se basaba en la religión, ya que no compartían una lengua ni tenían normas sociales y una experiencia histórica continuada en común [11]. Para hacerlo más viable a la mentalidad europea, el sionismo reivindicó así la unidad racial de los judíos añadiendo pseudo-cientifismo al anacrónico concepto de construir una nación Estado religioso. Otra característica fue que, al tiempo que intentaba por todos los medios el entusiasta patrocinio de las potencias occidentales más poderosas o con más intereses, el sionismo se basó hasta la médula en el consenso de las potencias imperialistas y occidentales. Trató de beneficiarse, y lo logró, de la competición imperialista interna en contradicción con otros Estados de colonos. El último de estos matices era uno de tipo ideológico, a saber, los sionistas trataban de expulsar a los "nativos" como su estrategia básica para un Estado nacional puramente judío.
Cualquier examen de los escritos y de las líneas maestras de la teoría y acción sionista revelaría el impacto preponderante y dinámico del pensamiento y modus operandi imperialistas, así como la influencia racista dominante de la Europa del siglo XIX. Para ilustrarlo proponemos establecer el punto de vista y métodos de Herzl en relación a los conceptos y problemas básicos implicados en la alianza imperialista-sionista con referencias ocasionales a sus sucesores para señalar la coherencia y continuidad de la estrategia y las tácticas sionistas. Hay que señalar lo influyentes y cruciales que fueron en relación al Estado de colonos judíos en Palestina las propuestas y pensamientos de Palmerston y, posteriormente, el clima de imperialismo británico y de pensamiento racista europeo.
Punto de vista de Herzl
Los conceptos fundamentales que apuntalan el pensamiento de Herzl y el punto de vista sionista están en su libro Der Judenstaaf. "Suponiendo que Su Majestad el Sultán nos diera Palestina, nosotros a cambio podríamos ocuparnos de regular todas las finanzas de Turquía. Deberíamos formar ahí una porción de las murallas de Europa contra Asia, un puesto avanzado de la civilización opuesto a la barbarie. Como Estado neutral, deberíamos permanecer en contacto con toda Europa, la cual tendría que garantizar nuestra existencia" [12]. El mismo tema se repite, de manera bastante apropiada, en la ponencia de Herzl en el Primer Congreso Sionista: "Cada vez es mayor el interés de las naciones civilizadas y de la civilización en general en que se establezca una estación cultural en el camino más corto a Asia. Palestina es esta estación y nosotros, los judíos, somos los portadores de cultura que estamos dispuestos a dar nuestras propiedades y nuestras vidas para realizar esta creación"[13].
Veintiún años después, el más destacado sucesor de Herzl, Chaim Weizmann, iba a explicar al estadista imperialista británico más dispuesto a asociarse con el sionismo, Arthur James Balfour, el previsto plan sionista: "una comunidad de cuatro a cinco millones de judíos en Palestina ... desde donde los judíos podrán irradiar hacia el Cercano Oriente.... Pero todo esto presupone el desarrollo libre y sin restricciones del hogar nacional judío en Palestina y no meras facilidades para la colonización"[14]. Este concepto no sólo se hacía eco de la propuesta de Palmerston, sino que también respondía a las nacientes necesidades occidentales en la zona tras la apertura del Canal de Suez, la ocupación británica de Egipto y la Primera Guerra Mundial. Lo esencial del pensamiento estratégico británico se formuló en un memorandum hecho por el Estado mayor en el Departamento de Guerra: "La creación en Palestina de un Estado Judío que sirva de parachoques, aunque en sí mismo este Estado sea débil, es deseable estratégicamente para Gran Bretaña"[15].
Estrategia básica
El programa Basle, formulado por el Primer Congreso Sionista, determinó que "el objetivo del sionismo es crear un hogar en Palestina para el pueblo judío garantizado por ley pública". Tanto la lectura de los diarios de Herzl como el examen de la acción sionista posterior revelará que el término "ley pública" se refiere al patrocinio de las potencias imperialistas. Este patrocinio se consideraba necesario en más de un sentido. Herzl buscaba una concesión colonial con un respaldo imperialista público y explícito ya que esto tanto establecería su propia credibilidad entre los judíos [16] como aseguraría viabilidad y protección a la empresa. Previó que las potencias europeas respaldarían el sionismo por uno de tres motivos principales: (1) el interés del imperialismo; (2) librarlas de los judíos y del anti-semitismo (en el caso de Europa, del oeste evitar la influencia de los inmigrantes judíos de Europa del este), y (3) utilizar la influencia judía organizada para combatir los movimientos revolucionarios y otros factores internos.
Herzl se dirigió primero al Kaiser alemán, "el hombre que entendería mi plan"[17], no sólo por la influencia cultural alemana entre las filas del sionismo, sino también porque Alemania se había propuesto empujar su camino imperialista hacia el este: "La política alemana ha adoptado una carrera hacia el este y en más de un sentido hay algo simbólico en el viajes del Kaiser a Palestina. Por consiguiente, estoy más convencido que nunca de que nuestro movimiento recibirá la ayuda de donde he estado esperando pacientemente durante los últimos dos años. Ahora está claro que el asentamiento de una ruta más corta hacia Asia por un elemento nacional neutral (entre los europeos) también puede tener un cierto valor para la política oriental de Alemania" [18].
En una carta dirigida al Kaiser Herzl explicó más tarde que el objetivo sionista y su utilidad para la política oriental alemana era que los judíos eran los únicos colonialista europeos dispuestos a asentarse en Palestina, y deseosos de hacerlo, ya que la tierra era pobre, y que Palestina tenía que ser colonizada porque ocupaba una posición estratégica. Europa, añadía, "estaría más dispuesta a permitir el asentamiento de los judíos. Quizá no tanto debido al derecho histórico garantizado por el más sagrado libro de la humanidad sino debido a la inclinación, presente en la mayoría de los sitios, de dejar marchar a los judíos" [19].
Este último argumento fue su salvoconducto para acceder a M. de Pleuwhe, el anti-semita ministro del Interior ruso que en 1903 aprobó la idea sionista [20].
Era inevitable que Londres se convirtiera en el centro de gravedad [21]. Gran Bretaña era la potencia imperialista más interesada en el futuro de Palestina ya que tenía posesiones en países vecinos, así como un interés en la ruta terrestre a India. Allí Herzl contactó con el archi-imperialista Secretario Colonial Joseph Chamberlain, por medio de los buenos oficios de Lord Rothschild, a quien Herzl describió como "la fuerza más eficaz que nuestro pueblo ha tenido desde su dispersión" [22]. Durante la entrevista con Chamberlain en octubre de 1902, la voz de Herzl tembló mientras le explicaba su propuesta de una asociación anglo-sionista que implicara concesiones coloniales para los judíos en Chipre, el Arish y la Península del Sinaí para servir como "un punto de unión para el pueblo judío en las inmediaciones de Palestina" [23] (Más adelante se hará referencia a la lógica imperialista-colonialista utilizada por Herzl). Herzl explicó a Chamberlain y a Lord Lansdowne, el secretario de Asuntos Exteriores, que patrocinando el empeño sionista el Imperio Británico no sólo "será mayor gracias a una colonia rica" sino también diez millones de judíos: "Todos nosotros llevaremos a Inglaterra en nuestros corazones si por medio de este hecho se convierte en la potencia protectora del pueblo judío. De un solo golpe Inglaterra tendrá diez millones de sujetos secretos pero activos en todos los ámbitos de la vida por todo el mundo. A una señal, todos ellos se pondrán al servicio de la magnánima nación que les proporciona la largo tiempo deseada ayuda.... Inglaterra tendrá diez millones de agentes para su grandeza e influencia. Y los efectos de este tipo de cosas se suelen expander desde lo político hacia lo económico" [24].
Aquí subyace el quid pro quo sionista: los judíos se ofrecen como agentes al poder que asume ser el protector universal y ofrecen también el Estado de colonos judío como un Estado cliente.
Los esfuerzos de Herzl en Inglaterra incluían solicitar el respaldo de las principales figuras colonialistas. La principal de ellas era Cecil Rhodes y en una carta dirigida a Rhodes Herzl explicaba que aunque el proyecto no implicaba a África sino sólo un parte de Asia menor, "pero si hubiera estado en su camino, usted mismo ya lo habría hecho" [25]. El dirigente sionista le preguntó retóricamente que por qué Herzl se había dirigido a él, la respuesta fue "porque es algo colonial" [26]. Lo que Herzl buscaba era un certificado de Rhodes de la viabilidad y conveniencia colonial. "Yo, Rhodes, he examinado este plan y lo encuentro correcto y practicable" y muy bueno para Inglaterra, para Gran Bretaña. Es más, para Rhodes y su asociación había beneficios si se unían a él.
Rhodes murió antes de que Herzl consiguiera lo que quería de él. Quince años después el sucesor de Herzl, Weizmann, obtuvo del imperialismo británico lo que posiblemente Herzl no pudo haber obtenido de sus simpatizantes británicos, a saber, la protección del patrocinio imperialista para un hogar nacional judío en la forma de la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917. De otros poderes siguieron avales internaciones (ley pública) y la Declaración fue incorporada al Mandato Palestino en contra de los deseos del pueblo árabe palestino que constituía la aplastante mayoría de la población de Palestina [27].
Más adelante los sionistas obtuvieron la patrocinio estadounidense para la categoría de Estado refrendada por la "ley pública" en la forma del Plan de Partición de Palestina (1947) seguida de la Declaración Tripartita (1950), en la que las principales potencias imperialistas (Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia) garantizaban el dilatado Estado sionista. La resolución de Naciones Unidas de noviembre de 1975 referente al sionismo como forma de racismo es el inicio de la rectificación de esta situación anómala.
Tácticas básicas
El sionismo buscaba el auto-cumplimiento por medio de la movilización de los judíos, de negociaciones con las potencias imperialistas y de las colonización. La primordial fuerza de movilización a favor del sionismo fue el anti-semitismo, que, como hemos visto, atrajo a políticos gentiles hacia el redil sionista. Herzl explicó: "No se necesitará un gran esfuerzo para estimular el movimiento de inmigración. Los anti-semitas ya se están ocupando de eso por nosotros" [28]. Es más, un destacado sionista "espiritual" - Ahad Ha'am – describió el sionismo de Herzl como "el producto del anti-semitismo y es dependiente del anti-semitismo para existir" [29]. El gran duque de Baden dijo a Herzl que "la gente considera el sionismo como una especie de anti-semitismo" [30] y Herzl informó de ello sin presentar objeción. Siempre que el anti-semitismo era débil o inexistente, el movimiento sionista trataba de provocar el "sentimiento nacional judío" por medio de la incitación y de la propaganda, u organizando actos violentos anti-judíos por medio de agentes especiales, como ocurrió en Iraq después de 1948.
Otro medio de movilizar a la opinión pública judía era apelar a los complejos judíos por medio de ciertas nociones judías, el más destacado de los cuales era el de "pueblo elegido". En el clima racista de la Europa del siglo XIX esto se transformaba para que pareciera como la noción de la "carga del hombre blanco" y vinculado al concepto de "tierra prometida" y a la promesa de "retorno", a pesar del hecho de los dirigentes sionistas fueran o bien no religiosos o completos agnósticos. Moses Hess mantenía: "cada judío es un Mesías en ciernes, cada judía una Mater Dolorosa". Ahad Ha'am afirmó: "nos sentimos los aristócratas de la historia". Herzl declaro: "nuestra raza es más eficaz en cada cosa que la mayoría de los demás pueblos de la tierra" [31]. En 1957 Ben Gurion afirmó la misma ides: "Creo en nuestra superioridad moral e intelectual para servir como modelo de redención para la raza humana" [32].
La segunda táctica - las negociaciones con los imperialistas – implicaba insistir en los intereses comunes contra terceras partes sobre la base de la asociación, el uso del engaño y el chanchullo. Durante sus negociaciones con Chamberlain sobre la colonización judía de Chipre, Herzl traicionó su punto de vista y su método colonialista: "Una vez que establezcamos la Compañía Judía Oriental, con un capital de cinco millones de libras, para colonizar el Sinaí y El Arish, los chipriotas empezaran a querer también esa lluvia dorada en su isla. Los musulmanes se irán, los griegos venderán encantados sus tierras a un buen precio y emigrarán a Atenas o Creta" [33].
La táctica de colonización era un rasgo aún más elocuente de la naturaleza del sionismo ya que explica su naturaleza colonial, su dependencia del imperialismo y sus actitudes racistas respecto a los nativos árabes así como su deliberado papel reaccionario en la zona. Los nombres y propósitos de los primeros instrumentos de creación de una nación y colonización hablan de la naturaleza del movimiento sionista: el Trust Colonial Judío (1898), la "comisión de colonización" (1898), la Compañía Palestina de Desarrollo de la Tierra. Desde el principio los colonialistas sionistas trataron de adquirir tierras en localizaciones estratégicas, de expulsar a los campesinos árabes y de boicotear el trabajo árabe; todo ello estrechamente relacionado con la esencia del sionismo, la creación de una nación judía sobre tierras "puramente" judías, tan judía como Inglaterra era inglesa, por usar su famosa expresión [34]. La misma noción estaba claramente implícita en el concepto de Palmerston de un Estado colonial judío barrera.
Estos aspectos del sionismo se hicieron más pronunciados mientras se desarrollaba la invasión colonial sionista. También aquí estas tradiciones sionistas debieron sus orígenes a Herzl y a su mente dominada por el colonialismo-racismo: "La expropiación voluntaria se llevará a cabo por medio de nuestros agentes secretos ... entonces venderemos sólo a judíos y todo el negocio inmobiliario se tratará sólo entre judíos" [35].
¿Qué pasa con el destino de los nativos? "Trataremos de hacer desaparecer a la población que no tiene un céntimo a través de las fronteras procurándoles empleo en los países de tránsito, al tiempo que se les niega el empleo en nuestro propio país .... Los dueños de propiedades vendrán de nuestra parte. Tanto el proceso de expropiación como la expulsión de los pobres se deben llevar a cabo discreta y cautamente" [36].
Pero antes de hacerlos desaparecer, Herzl tenía un trabajo para ellos: "Si nos mudamos a una zona en la que hay animales salvajes a los que los judíos no estamos acostumbrados – grandes serpientes, etc.... - usaré a los nativos, antes de darles empleo en los países de tránsito, para exterminar a los animales"[37]. Cuando más tarde descubrió que las colonias sionistas necesitaban operaciones de drenaje a gran escala, decidió utilizar a los árabes; unas fiebres habían atacado a los trabajadores y no quería exponer a los sionistas a estos peligros [38].
Pero, ¿qué ocurría si los árabes se negaban a que los hicieran desaparecer del país que ellos consideraban naturalmente el suyo? Posiblemente Herzl no podía haber ignorado lo que todas las empresas coloniales y colonialistas poseen como condición previa para su empresa: "Fuera de este proletariado de intelectuales formaré el personal general y los cuadros del ejército que se necesitan para buscar, descubrir y conquistar la tierra"[39]. Este proyectado ejército incluiría "una décima parte de la población masculina; menos no bastaría internamente"[40]. Es más, la vida en su propuesto Estado sionista tendría que ser paramilitar: "Organizar cuanto sea posible los batallones de trabajo junto con las filas militares "[41].
Nadie puede acusar a Herzl de no llevar a cabo las conclusiones lógicas de este plan: expulsar a los nativos sería una tarea formidable y la insólita ración de una décima parte de la población masculina para propósitos internos era lo indicado. El trabajo reglamentado es el corolario para un Estado-guarnición, la ciudadela avanzada de la "civilización" occidental en lo que Herzl consideraba los "mugrientos rincones" [42] de Oriente.
El uso de la fuerza es lo que las bayonetas imperialistas británicas tuvieron que hacer en Palestina para hacer respetar el hogar nacional judío sionista tras el nefasto matrimonio anglo-sionista declarado el 2 de noviembre de 1917. Weizmann no perdió tiempo al enfrentar a los británicos con los hechos de la vida imperialista en Palestina tan pronto como en 1919: "¿Aplicarán los británicos la auto-determinación en Palestina, que está a cinco horas de Egipto, o no? Si no, tendrá que ser por la fuerza ... Sí o no: equivale a eso" [43]. En este punto, como en otras muchas cuestiones, Weizmann se encontró a sí mismo en la misma tribuna que los principales politicos imperialistas [44].
Expansionismo sionista
Los anales de la historia sionista están repletos de dirigentes sionistas que superan a otros dirigentes sionistas en la importancia del poder militar y el papel de la acción militar y del terror en la construcción y salvaguarda del Estado sionista: Joseph Trumpeldor, Vladimir Jabotinsky, Menahem Begin, Ben Gurion y todos los generales transformados en políticos. En algunos de sus escritos y revelaciones los dioses de la máquina de guerra terrorista afirman que la violencia y la coacción son la columna vertebral del plan para hacer cumplir el programa sionista, además de su adulación por el poder en reacción a la debilidad judía en la historia europea. Esto era así necesariamente porque los sionistas habían invadido el país, expulsado a la mayoría de su población y conseguido esto por medio del uso de la fuerza y del terrorismo [45] y seguían llevando a cabo sus esquemas expansionistas por medio de guerras y ocupación militar. El Estado- guarnición tenía que expander el dominio de la ciudadela como un mecanismo interno (económico, política y psicológico) así como intimidar a los árabes a beneficio de los planes imperialistas en la zona.
El expansionismo no era ajeno a Herzl, un admirador tanto del expansionismo alemán como del imperialismo británico: "Pedimos lo que necesitamos – cuantos más inmigrantes, más tierra"[46].
La historia de la expansión sionista es una larga historia [47 ], basta con leer la declaración que reproducimos a continuación a la luz del objetivo sionistas de la reunión de todos los judíos del mundo y recordar las palabras de los principales dirigentes de Israel en 1956 y 1967 que en esencia reflejan otro de los lemas de Herzl: "Área: desde el nacimiento del Nilo al Eúfrates"[48].
Estas actitudes forman parte del sionismo. Jay Gonen, un académico israelí, escribe sobre "el problema árabe": "Desde los mismos inicios del empeño sionista la mayoría de los sionistas hicieron gala de un punto débil en su visión de los árabes, un punto débil que era una falta total de visión y que más tarde se convirtió en una visión distorsionada"[49]. Insultaban a los árabes con insultos racistas y estaban convencidos de que "sólo entendían el lenguaje de la fuerza, una visón sesgada que persistió durante muchos años y que se hizo especialmente pronunciada después del Holocausto" [50]. Además, los israelíes estaban convencidos de que "la fuerza física es la única realidad política tangible que tiene peso y es significativa en los asuntos de las naciones ... la actual visión política israelí está mayoritariamente conceptualizada en términos de tanques, bombarderos" [51].
No es accidental la preponderancia del complejo de Massada o fortaleza israelí. Tampoco lo era la absurda retórica de Golda Meir cuando el 15 de junio preguntó 1969 con seguridad "Los palestinos ... ¿dónde están? No existe esa cosa" [52]. El informe Koenig [53] es meramente la manifestación más reciente, en modo alguno la más extrema, de las actitudes sionistas respecto a los árabes de Palestina.
Sin embargo, sería tanto erróneo como peligroso pensar que las actitudes racistas-colonialistas sionistas respecto a los árabes palestinos están divorciadas del más amplio contexto de la actitud imperialista-sionista respecto a la unidad árabe y al futuro árabe en su conjunto. En varias ocasiones Herzl trató de presentar el sionismo como el punto de encuentro entre el cristianismo y el judaísmo en su postura común contra el islam y la "barbarie" de Oriente. Una lectura concienzuda de Herzl revela que tanto para él como para otros imperialistas el término "islam" se refiere a los árabes y no a otros pueblos islámicos. Esto se hizo más evidente cuanta los sionistas se aliaron con la Revolución Otomana en 1908 "en su batalla común contra el incipiente movimiento nacional árabe e independencia árabe" [54]. En 1919 en una reunión secreta a la que asistieron Weizmann y varios oficiales británicos de alto rango se discutió el tema de manera muy franca. Ormsby-Gore, que más tarde se convirtió en el secretario colonial y, por consiguiente, en el gobernante real de Palestina, estaba a favor de animar a los no-musulmanes, europeos y judíos a desarrollar y estabilizar el Oriente Cercano con vistas al hecho de que el islam era el peligro principal. Desde entonces la Organización Sionista proporcionó el elemento humano necesario para ocuparse del puesto avanzado palestino en la lucha de Europa contra el islam: "Es del interés de Inglaterra ayudar a la Organización Sionista y a cualquier otra organización que pueda cooperar con ellos en el desarrollo práctico de la colonización en Palestina" [55].
La idea de la balcanización se implementó en la división de la nación árabe de después de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el sionismo continuó trabajando para la creación de Estados sectarios más pequeños, esta vez en cooperación con los imperialistas franceses. Durante los años treinta [del siglo XX] tuvo lugar un acercamiento de los sionistas a los dirigentes maronitas pro-franceses. En 1941, mientras los sionistas empezaban a presionar para que se declarara su Estado, un asociado de Ben Gurion, Berl Katznelson, afirmó: "Debemos decir a los pueblos árabes: en nosotros, judíos, ustedes ven un obstáculo en su camino hacia la independencia y la unificación. Nosotros no lo negamos" [56].
Después de 1948 el Estado sionista trabajó en la creación de una "nacionalidad drusa" por medio de la legislación estatal y de la segregación de otros sectores de la población árabe en Palestina. En 1965 el más destacado portavoz sionista, el entonces ministro de Asuntos Exteriores Abba Eban escribió un importante artículo en Foreign Affairs, que presentaba una correcta y edulcorada versión del pensamiento y estrategia sionista. Eban reiteró la oposición sionista a la unidad árabe afirmando que la zona es un mosaico y que, por consiguiente, el Estado judío es una parte natural del escenario. Más recientemente los sionistas han estado muy activos en la guerra civil libanesa. Su apoyo a los aislacionistas maronitas ya no es un secreto.
Desde el punto de vista imperialista la oposición sionista a la unidad árabe es la razón de ser de Israel; desde el punto de vista sionista es un sine qua non. Visto en el más amplio contexto imperialista, Israel es esencialmente una herramienta, una apuesta, contra la liberación, la unidad y el progreso árabes. Históricamente el sionismo buscó aliar judíos y gentiles imperialistas contra y a expensas de los árabes. Buscaban causar el conformismo judío adoptando las mismas nociones reaccionarias que agravaron la situación judía en Europa. El sionismo acepto y emuló (en otros lugares) las nociones de los enemigos europeos de los judíos: nacionalismo chauvinista, anti-semitismo y gobiernos reaccionarios. Con la ayuda del occidente imperialista recrearon el ghetto en oriente en la forma de una nación-estado agresiva ajena y reencarnaron el papel tradicional de ser un agente del señor feudal convirtiéndose en el agente de la potencia imperialista dominante, sólo que esta vez, para variar, pudieron desempeñar el papel de opresor. Ésta es la razón por la que el sionismo consideraba el anti-semitismo como unos de sus mejores amigos porque constituyen dos caras de la misma moneda: el sionismo representa un movimiento escapista reaccionario, un veredicto negativo sobre las sociedades humanas y su incapacidad para tolerar al judío meramente porque es diferente.
En tanto que Israel es una regresión de la idea de la religión como base para una nación-Estado, es un anacronismo. En tanto que es una invasión de la tierra árabe aliada con occidente, es otra cruzada condenada al fracaso. En tanto que es un Estado racista-colonial, es un enemigo del espíritu de la época de la liberación y de la igualdad. Así, los pueblos del Tercer Mundo han empezado a moverse en la dirección de negar al sionismo la legitimidad internacional de la que injustamente disfruta desde la declaración de su Estado. En tanto que está naturalmente aliado a las potencias imperialistas en su lucha contra los derechos de los árabes y el futuro árabe, se derrumbará con el fracaso del imperialismo en la tierra árabe como fue derrotado en otros lugares.
El veredicto de la historia es claro: en el siglo que vienen no hay lugar para el racismo, el sionismo y el imperialismo. Los pueblos del Tercer Mundo reivindicarán sus derechos y se liberarán, y con ello liberarán a todas las sociedades del peso de la desigualdad y de la opresión .
Notas:
1 - Albert Hourani, "Ottoman Reform and the Politics of Notables", en Beginning of Modernisation in the Middle East: The Nineteenth Century, ed. William Polk and Richard Chambers (Chicago, 1968), pp. 41-68.
2 - Albert Hyamson, The British Consulate in Jerusalem in Relation to the Jews of Palestine, 1838-1914 (londres, 193941) pt.l, p. xxxiv.
3 - Viscount Palmerston a Viscount Ponsonby, 2 de agosto de1840, P.O. 78/390 (No 134), Public Record Office.
4 – Véase el excelente estudio de Richard Stevens, Weizmann y Smuts (Beirut, 1976).
5 - Véase Philip Henderson, The Life of Lawrence Oliphant, Traveller, Diplomat, and Mystic (Londres, 1956).
6 - Ben Halpern, The Idea of a Jewish State (Cambridge Mass., 1961), p. 107.
7 - A. Taylor, The Zionist Mind, (Beirut, 1974).
8 - Richard Stevens, Zionism and Palestine Before the Mandate (Beirut, 1972), p. 6.
9 – Los propios Rothschild estuvieron muy implicados en el Canal de Suez. Fue Disraeli, con dinero de los Rothschild, quien adquirió la parte británica de la compañía de Suez que más tarde provocó la invasión británica de Egipto.
10 - Raphael Patai, ed. y Harry Zohn, trans., Diaries of Theodor Herzl (New York and London, 1960).
11 – Para una completa discusión sobre el tema, véase Godfrey Jansen, Zionism, Israel and Asian Nationalism (Beirut, 1971), pp. 12-79.
12. Patai, ed., Diaries p. 213.
13 – Citado en Jansen, Zionism, p. 83.
14 - "Note on the Interview with Mr. Balfour", 4 de diciembre de 1918, P.O. 371/ 3385, PRO.
15 - "The Strategic Importance of Syria to the British Empire", General Staff, War Office, 9 de diciembre de 1918, P.O. 371/4178, PRO.
16 - Patai, ed., Diaries, pp. 223, 240-41 and 445.
17 - Ibid., p. 187.
18 - Ibid., pp. 63940.
19 - Ibid., p. 642.
20 – Ibid., p. 1535.
21 - Ibid., p. 276.
22 - Ibid., p. 1302.
23 - Ibid., p. 1362.
24 - Ibid., pp. 1365-66.
25 - Ibid.,p. 1194.
26 - Ibid.,
27 – Para una historia detallada de la resistencia árabe palestina al sionismo y al imperialismo, véase Abdul Wahhab Kayyali, Tarikh Falastin al-Hadith [Modern History of Palestine] (Beirut, 1970).
28 - Patai, ed., Diaries, p. 152.
29 - A. Hertzberg, The Zionist Idea (New York, 1959), p. 24.
30 - Patai, ed., Diaries, p. 657.
31 – Citado en Junsen, Zionism, pp. 33-34.
32 - Véase Patai, ed., Diaries, pp. 70, 322, 568 etc.
33 - Ibid., p. 1362.
34 - Véase Kayyali, Tarikh Falastin.
35 - Patai, ed., Diaries, p. 89.
36 - Ibid., p. 88.
37 – Ibid., p. 89.
38 - Ibid., p. 740-741.
39 - Ibid., p. 28.
40 – Ibid., p.38.
41 - Ibid., p.64.
42 - Ibid., p. 1449.
43 – 10 de mayo de 1919, Central Zionist Archives, Z/16009.
44 - Véase Balfour al primer ministro, 19 de febrero de 1919, P.O. 371/4179.
45 – Para un informe detallado del terrorismo sionista, véase Who Are the Terrorists, (Beirut, 1974).
46 - Patai, ed., Diaries, p. 701.
47 - Para un informe detallado, véase al-Matame al Sahhiyoniyyah al-Tawsuuyyah [Zionist Expansionism] (Beirut, 1966).
48 - Patai, ed., Diaries, p. 711.
49 - Jay Gonen, A Psychohistory of Zionism (New York, 1975), p. 182.
50 - Ibid., p. 180.
51 - Ibid., p 181.
52 – Previamente la propaganda sionista había hecho circular el completamente falso lema de "Una tierra sin hombres para unos hombres sin tierra" en referencia a Palestina y los judíos.
53 - Al Hamishmar, 7 de septiembre de 1976.
54 - Véase Kayyali, Tarikh Falastin, cap. 2.
55 – 10 de mayo de 1919, C.Z.A. Z/16009.
56 - Gonen, Psychohistory, p. 186.

Enlace con el original:

La sangrienta realidad y las alucinaciones de Bush

Para los anales de la Historia.Opinión



Robert Fisk
La sangrienta realidad y las alucinaciones de Bush
El rey Adbullah entregó el pasado lunes al presidente de Estados Unidos la “medalla al mérito”, en Arabia Saudita Foto: Ap
Entre sábanas de seda, en una alcoba cuyas paredes estaban también tapizadas de seda, dentro del palacio del rey Abdullah, de Arabia Saudita, el presidente George W. Bush se despierta una mañana para confrontar un Medio Oriente que no tiene relación alguna con las políticas de su administración, ni con las advertencias que hace constantemente a los reyes, emires y oligarcas del Golfo: que es Irán, y no Israel, su verdadero enemigo.
El presidente se sentó junto al monarca como si éste fuera su amigo de la infancia; el rey también se mostró demasiado cariñoso. Bush, sospechosamente, vestía un suéter abierto, azul y casual, que seguramente usa cuando está en su rancho tejano. Incluso, recibió una “medalla al mérito” de oro semejante a esos enormes medallones que usaban en la antigüedad quienes tenían el título de lord, si bien no se especificó qué acto particular había hecho a Bush merecedor de una recompensa tan majestuosa.
¿Podría ser el mérito hipócrita de proveer aún más miles de millones de dólares en armas al reino para que el régimen saudita pueda usarlas contra sus enemigos imaginarios?
Todo es ilusorio, desde luego, como todas las palabras que los árabes han escuchado de los estadunidenses recientemente, y desde que este desdibujado presidente inició su ruta turística por Medio Oriente.
Uno no lo pensaría, viendo a este hombre absurdo pavoneándose del brazo del rey, en lo que al parecer era una especie de danza, blandiendo una pesada y refulgente espada curva saudita como un Saladino moderno, que habría dejado sin habla al líder kurdo que alguna vez destruyó a los cruzados en la zona que ahora Bush llama “el disputado territorio de Cisjordania”.
¿Es así como se supone deben comportarse los presidentes estadunidenses cuando ya son políticamente irrelevantes? Seguramente los ciudadanos de Medio Oriente se hicieron esta pregunta luego de ver tan penosa representación.
Desde la revolución de 1979 en Irán, la guerra fría musulmana ha sido muy intensa en Medio Oriente, ¿pero es así como Bush cree que debe luchar por el alma del Islam?
Un día más tarde, al anochecer, el sueño de Bush estallaba cuando un gran coche bomba explotó junto a un vehículo sedán en el que viajaban empleados de la embajada estadunidense en Beirut, matando a cuatro libaneses e hiriendo de gravedad al conductor.
Mientras Bush se relajaba en el rancho real saudita, en Al Janadriyah, los israelíes mataron a 19 palestinos en la franja de Gaza, la mayoría de ellos miembros de Hamas, y uno de ellos era el hijo de Mahmoud Zahar, un líder del movimiento.
El mandatario estadunidense aseguró más tarde que Israel no habría lanzado el ataque si el mismo día un israelí no hubiera muerto por un cohete palestino. La diferencia entre la realidad y el mundo de sueños del gobierno de Estados Unidos no puede ilustrase de manera más salvaje.
Después de promer a los palestinos un “Estado soberano y unificado” antes del final de este año, jurando “seguridad” para los israelíes (que no para los palestinos, hicieron notar muchos árabes)”, Bush llegó al Golfo para espantar a los reyes y oligarcas de estos reinos empapados de petróleo con la amenaza de una agresión iraní.
Como de costumbre, llegó armado con las ya típicas ofertas estadunidenses de vastas ventas de armas para proteger a estos regímenes antidemocráticos y policiales de la nación que él considera, potencialmente, la más poderosa de su “eje del mal”.
Fue un potente, e incluso extraño ejemplo, el que Bush aprovechara su rondín policiaco por el Medio Oriente árabe para retomar la “política del miedo” que Washington con regularidad imparte a los líderes del Golfo. Acordó proveer a los sauditas con al menos 80 millones de dólares en armamento, cifra que se pretende incrementar a más de 19 mil millones de dólares para toda la región, según un acuerdo anunciado el año pasado. Esas armas, se supone, defenderán la zona de las presuntas ambiciones territoriales del desquiciado presidente iraní, Mahmud Ajmadinejad.
Como de costumbre, Washington prometió a los israelíes que su “ventaja cualitativa” en armas de vanguardia se mantendrá, por si acaso los sauditas, quienes jamás han estado en una guerra después de la invasión a Kuwait, en 1990, decidieran lanzar un ataque suicida contra el único aliado verdadero que tiene Estados Unidos en Medio Oriente.
No fue así, por supuesto, como se presentó el panorama a los árabes. Bush pudo ser visto besando ostensiblemente las mejillas del rey Abdullah y estrechando las manos de autocrático monarca cuyo Estado musulmán wahabita ha mostrado, apenas recientemente, su “clemencia” hacia mujeres que antes eran acusadas de adulterio después de ser violadas siete veces en el desierto afuera de Riad.
Los sauditas, huelga decir, están conscientes de que el reinado de Bush está llegando a su fin en medio del caos en Pakistán, una desastrosa guerra de guerrillas contra las fuerzas occidentales en Afganistán, feroces combates en Gaza, una muy probable guerra civil en Líbano y un desastre infernal en Irak.
La bomba en Beirut, que estalló a las 5 de la tarde, debió haber sido un rudo sobresalto para el presidente, mientras gozaba de los lujos que le obsequiaba el régimen saudita, pese al hecho de que la mayoría de los autores de los crímenes contra la humanidad del 11 de septiembre de 2001 provenían de ese reino, y que él permitió que estos acólitos regresaran a su casa inmediatamente después de los atentados.
Dos visitas al rancho de Bush, en Texas, aparentemente fueron suficientes para que el presidente estadunidense se ganara una noche en el palacio del rey saudita, rodeado de prados y verdes colinas.
El estallido en la capital libanesa se escuchó a muchos kilómetros de distancia. La bomba devastó edificios de una estrecha calle en el este de la ciudad, por la que transitaba el coche-bomba mientras el embajador estadunidense viajaba por una ruta distinta en dirección a una recepción que se celebraba en un hotel de Beirut, antes de partir hacia Washington.
Sin embargo, un vocero del departamento de Estado insistió en que ningún ciudadano de Estados Unidos resultó herido. La camioneta estadunidense había tomado un oscuro callejón hacia el puente Karantina para llegar al norte de Beirut por la ruta paralela a la rivera del único río de la ciudad cuando se cometió el atentado. Esto llevó a los funcionarios militares libaneses a preguntarse si los atacantes tenían conocimiento de primera mano sobre la ruta que se adoptaría.
También se dijo que se envió un convoy “señuelo” para distraer a potenciales atacantes y alejarlos de la ruta que tomaría el embajador, Jeffrey Feltman, hacia el hotel.
Quedó destruida una fábrica de alfombras por la explosión, que también arrancó tejados y destrozó ventanas que estaban a más de un kilómetro de distancia.
“Para los líderes árabes, el mensaje de Bush era aburridamente conocido. En los 80, cuando la administración de Reagan apoyaba la invasión de Saddam Hussein a Irán, Washington se dedicó a advertir a los líderes del Golfo sobre una posible agresión de Teherán.
Una vez que Saddam invadió Kuwait, cambió el énfasis estadunidense: ahora Irak era el mayor peligro para sus reinos. Pero una vez que el emirato fue liberado, se dijo a los monarcas ricos de petróleo que el enemigo volvía a ser Irán. A los árabes ya no les convence esta caótica narrativa de “el bien contra el mal”, de la misma forma en que ya no creen las promesas de Washington de construir un Estado palestino hacia fines de 2008. Apenas un día antes de que Bush hiciera dicha declaración, Israel admitió públicamente sus planes de ampliar sus asentamientos en tierras árabes, en medio de colonias judías construidas ilegalmente en territorio palestino.
Para entender la naturaleza de esta extraordinaria relación con los monarcas del Golfo, es necesario recordar que desde que Bush padre prometió un “oasis de paz” libre de armas en la región, Washington, junto con Inglaterra, Francia y Rusia, no ha dejado de enviar arsenal a la zona.
Durante la pasada década, los árabes del Golfo derrocharon miles de millones de dólares de petróleo en armas provenientes de Estados Unidos.
Las estadísticas cuentan su propia historia. Sólo entre 1998 y 1999, el gasto del ejército árabe del Golfo fue de casi 80 mil millones de dólares.
Entre 1997 y 2005, los jeques de los Emiratos Árabes, a quienes Bush visitó antes de ir a Riad, firmaron un contrato de armas por 17 mil millones de dólares con naciones occidentales.
Entre 1991 y 1993, cuando Irak era el “enemigo”, la Misión de Entrenamiento Militar estadunidense aportaba a los sauditas 27 mil millones en aprovisionamiento armamentístico y 23 millones en armamento de vanguardia.
Para entonces, los sauditas ya tenían 72 cazabombarderos F-15 y 114 naves Tornado británicos.
Muy poco ha cambiado en los últimos 17 años. El 17 de mayo de 1991, por ejemplo, Bush padre dijo que había “razones reales para ser optimistas” en cuanto a la paz en Medio Oriente. “Vamos a continuar este proceso de paz, no lo abandonaremos”, dijo entonces.
James Baker, quien fue su secretario de Estado, advirtió el 23 de mayo de 1991 que continuar construyendo asentamientos judíos en tierra palestina “obstaculizaba” una futura paz en Medio Oriente, que es exactamente lo que dijo la actual secretaria de Estado, hace unos días. En ese momento, el vicepresidente Dick Cheney reiteró a los israelíes que Estados Unidos defendería su “seguridad”. Continuar e imprimir
http://www.jornada.unam.mx/2008/01/20/index.php?section=mundo&article=026a1mun
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca

La torpe gira del adiós
Rafael Álvarez CorderoDistrito Federal— El presidente George W. Bush es ya catalogado como el peor presidente en la historia de Estados Unidos; ha logrado unificar los criterios en su contra y la animadversión mundial a su país, y como sabe que ya no puede hacer nada más, emprendió una “Gira de Paz” por el Medio Oriente.Viajó a una región que nunca entendió y nunca entenderá, porque es ignorante, inculto y soberbio, en su cerebro el mundo es Texas y nada más, y cualquier problema se arregla a balazos, y eso es la razón de la masacre y la debacle de las tropas yanquis en Medio Oriente.Y en su poderoso avión visitó Israel, la zona occidental donde está Jerusalén, Kuwait, Bahrein, los Emiratos árabes Unidos, Saudi Arabia y Egipto; dijo a los cuatro vientos que iba a consolidar la paz en la región, y en cada lugar donde fue equivocó el discurso, “metió la pata”, como se dice, y las reacciones en todo el mundo (excepto en Estados Unidos, en donde se oculta la verdadera información) fueron negativas.Al llegar a Israel se reunió con Ehud Olmert, y en una de las reuniones con funcionarios israelitas, ignorando que Olmert ha sido duramente criticado y muchos quieren que renuncie, se dedicó a elogiarlo como un gran estadista, un hombre con visión, hasta que Condoleeza Rice, su secretaria, le pasó una tarjeta que decía “¡Ya cállate!”, lo que entre risas tuvo que hacer.En la franja de Gaza se reunió con Mahmoud Abbas, líder palestino, en medio de fuertes protestas porque el grupo Hammas no acepta lo que se hace y califica a Bush como un genocida aliado de Israel; salió tan campante, no se dio cuenta de nada.Fue a Jerusalén, estuvo con sacerdotes árabes en una mezquita, con católicos en la Iglesia de las Beatitudes, y con israelitas cerca del Muro de las Lamentaciones, en todos lados quiso hacerse el simpático y elogiar los esfuerzos de paz, sin lograrlo.En Kuwait quiso convencer a los kuwaitíes de que Irán era el gran enemigo, y que debían de combatirlo; el Sheik Mohamed Sabah Al-Salem Al-Sabah le dijo: “Mi país conoce a los países amigos y también a los enemigos; Irán es un país amigo”. Sin comentarios.En Bahrein quiso ostentarse como hábil manejador de las cimitarras cuando le habían ofrecido una como regalo; al llegar a los Emiratos árabes un jeque le presentó un “halcón de guerra”, y Bush, con una sonrisa, dijo “en mi gabinete tenemos muchos halcones así, me voy a llevar éste para hacerles compañía”. Sin comentarios.Al llegar a Saudi Arabia dijo que haría todo lo posible por lograr que se alcanzara la paz en esa región, y para ello ¡hizo un trato con los saudíes de 120 mil millones de dólares en armas, en cohetes de corto y largo alcance! ¡Bonita manera de fomentar la paz!Y cuando finalmente llegó a Egipto, las críticas en la BBC de Londres y en diversos grupos de Derechos Humanos fueron feroces:“Bush regresa con las manos vacías, sus esfuerzos de paz no son realistas, sus bravatas anti-Irán peligrosas, sus elogios a gobiernos autoritarios son deplorables y su defensa de las libertades es irónica” (BBC).A su vez, Mohamed Fayek, de la Organización árabe de Derechos Humanos, dijo: “No hay credibilidad en sus palabras después de ver lo que su presidencia ha hecho en la región”.Y Nicolás Pelma, del Jerusalem International Crisis Group señaló: “el escepticismo enorme que hubo antes de su viaje se confirmó plenamente ahora”.

Rechaza organización egipcia visita de Bush a Oriente Medio
La visita que realiza el presidente estadounidense, George W. Bush, al Oriente Medio fue rechazada por el movimiento Hermanos Musulmanes, expresa hoy un comunicado de esa formación islámica.
Ni Bush ni sus asesores son bienvenidos “en nuestra tierra y debajo de nuestro cielo”, porque sabemos que donde están hay destrucción, destaca el mensaje electrónico publicado.
El máximo dirigente de Hermanos Musulmanes, Mohamed Mahdi Akef, reclama en la nota la salida de las tropas norteamericanas de las bases militares enclavadas en los países musulmanes y árabes.Ver más:

Recorre Bush lugares culturales en Dubai
Abandonará el presidente de EU la región del golfo Pérsico en las próximas horas del lunes para reunirse con líderes de Arabia Saudí, un importante aliado en la región
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El presidente de Estados Unidos George W. Bush pudo recorrer el lunes este centro financiero y cosmopolita, cuyos enormes rascacielos y proyectos de construcción lo han convertido en una de las principales capitales del Medio Oriente.
Esta ciudad es la segunda escala en la visita de Bush por la federación de los Emiratos Arabes Unidos, integrada por siete estados, luego de su discurso en defensa de la democracia en Abu Dabi y un opulento picnic en un campamento para equinos en pleno desierto, el domingo. La visita a Dubai intenta dar nuevo vigor a las negociaciones de paz en Medio Oriente, y procura mantener la presión contra Irán.Continuar..

HANIYEH RECHAZO PROPUESTA DE BUSH PARA MEDIO ORIENTE
El dirigente de Hamas Ismail Haniyeh dijo hoy en Gaza que todos los palestinos rechazan la visión del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, sobre una solución del conflicto con Israel. "Bush pasará, pero los palestinos siguen, también su causa y Jerusalén", aseveró Haniyeh. "Nosotros decimos 'no' a un Estado (palestino) dividido, continuar en ansa
http://www.ansa.it/ansalatina/notizie/rubriche/mundo/20080112193234563548.html

¿Cómo puede un hombre de guerra persuadir de que es un hombre de paz?



Para los anales de la Historia

La paz de Bush o la obsesión por la mentira
Eduardo Montes de Oca
¿Cómo puede un hombre de guerra persuadir de que es un hombre de paz? ¿Cómo, si en toda su gira por el Oriente Medio ha estado sumido en una auténtica escalada de discurso belicista contra Irán, George W. Bush va a tratar de convencer a alguien de pensamiento avisado y sensibilidad despierta sobre el supuesto objetivo de solucionar el conflicto israelo-palestino?
¡Qué casualidad! Como afirma un conocido analista, el señor presidente de los Estados Unidos ha esperado hasta el 2008, a menos de un año de que expire su segundo mandato, para darse cuenta de la necesidad imperiosa de un Estado palestino, respecto al cual se comprometió desde su primera elección. ¿Es que acaso Bush y sus asesores no se habrán percatado de que durante todo este tiempo la situación se ha deteriorado hasta límites inaguantables? ¿Una prueba? El 20 por ciento de la población palestina ha pasado en algún momento de su vida por una cárcel israelí, porcentaje que se eleva a 40 entre los varones, según un estudio de la ONG de Derechos humanos Addamer. Desde 1967, más de 650 mil palestinos han sufrido la experiencia de la detención.
Esto, sin contar las muertes repetidas. El pasado día 16, la Autoridad Nacional Palestina declaró tres días de duelo y un paro general por la muerte de 19 personas a manos del ejército hebreo en la franja de Gaza. Una masacre inocultable, George Bush. Inocultable.
Vamos, ¿quién puede soslayar que, mientras israelíes y palestinos se enzarzaban en una espiral de violencia, la Casa Blanca se ocupaba en planes destinados a acabar con un a menudo supuesto terrorismo islamista, en Afganistán, Paquistán, Iraq, Irán…? ¿Y que Washington, que en la mayoría de los casos apostaba a la intervención de ejércitos occidentales para una pretendida democratización de la zona, dejaba cabalgar al jinete apocalíptico de la guerra allá en Palestina, donde no se inmiscuía, como haciendo el tonto, el despistado? El despistado Bush con Palestina. Solo con Palestina.
¿Verdaderamente George Walker Bush no habrá reparado en que las autoridades de Tel Aviv aprovecharon al máximo las tensiones del 11 de Septiembre para endurecer su postura, luchando sin tregua por dinamitar las estructuras creadas por la Autoridad Nacional Palestina de Yasser Arafat? Y de hecho lo consiguieron. Recordemos las desavenencias interpalestinas, tras la desaparición física del líder histórico y la victoria de los radicales de Hamas frente al laico y también nacionalista Al Fatah, en las elecciones generales celebradas en enero de 2006. Los propósitos de barrer con los radicales islámicos desembocaron en la división de los territorios palestinos. Desde el pasado mes de mayo, Hamas gobierna en solitario en la Franja de Gaza, en tanto que las fuerzas de Al Fatah fieles al presidente Mahmud Abbas controlan Cisjordania.
Ah, caramba, es entonces cuando el intrépido cowboy apellidado Bush convoca a la Conferencia de Annapolis, apurado en resolver el entuerto, la crisis. Pero para diversos analistas esta reciente cita no fue más que una farsa. Porque ¿para qué hará falta otra inauguración, rimbombante, de un proceso de paz, o sea la apertura de otro camino de negociación, después del abierto por la Conferencia de Madrid, en 1991?
Además, en Annapolis el primer ministro israelí, Ehud Olmert subrayó sin rubor alguno que no se someterá a ningún calendario ni fecha límite de conclusión para una solución permanente. Allí se transparentó que la visión de Bush, tan ensalzada por gente de entendederas y piernas débiles, no pasó de malvender los derechos de los palestinos, a cambio de la eliminación del supuesto terrorismo interno. Del radicalismo de Hamas, agrupación que, por cierto, no ha claudicado en la defensa de la dignidad de un pueblo que nunca ha arriado sus banderas.
¿Cómo diablos hablar de un Estado, el palestino, que, negando la propia condición de Estado, no estaría definido territorialmente por las fronteras anteriores a junio de 1967? ¿Un Estado que no implicaría el regreso de los millones de refugiados desde 1948, ni el desmantelamiento de los asentamientos israelíes? ¿Cómo rayos mencionar siquiera la posibilidad de un Estado que no ejercería jurisdicción sobre la Jerusalén árabe, por ejemplo? Difícil de tragar el bulo, ¿no? Pero este mismo bulo es el que retoma ahora el presidente George W. Bush, en su gira por el Oriente Medio, cuando se refiere a la búsqueda de la paz israelo-palestina, aguantando impertérrito cosas como el rechazo rotundo por los israelíes de la exigencia de congelar totalmente la creación de asentamientos de colonos judíos en la ocupada Palestina.
En fin, en nuestro criterio Washington y Tel Aviv continuarán tratando de destruir la resistencia palestina, con el recurso de la división de bases de esta como Hamas y Al Fatah, y bregando por que el mundo

Hassan:No caer en la trampa los árabes contra Irán de acuerdo a Bush

Para los anales de la Historia
El líder de Jezbolá, el jeque Hassan Nasrala, apareció en público hoy por primera vez en un año, acusando al presidente de Estados Unidos de usar su reciente visita a Medio Oriente para incitar a los países árabes contra Irán, y advirtió a los gobiernos de la región que no caigan en la trampa.
El jefe del grupo extremista islámico, que caminó durante unos minutos entre decenas de miles de personas que participaban en una procesión chiíta, acusó además a las fuerzas militares de Israel de mentir a su pueblo, reseñó AP.
``Bush quiere convencer a nuestros gobernantes y pueblos que Irán es el enemigo, que Irán representa una amenaza y un peligro, y que Israel es un hermano, un amigo querido y un vecino al que debemos extender una mano en señal de paz'', dijo Nasrala.
``¨Existe en la historia una mayor hipocresía, un mayor engaño, una mayor falsedad?'', preguntó.
Nasrala llamó a los gobiernos árabes a confrontar las ``visiones satánicas'' de Bush para Medio Oriente, que según dijo sirven solamente a los intereses de Estados Unidos e Israel.
``La nación árabe entera debe responder al viaje de Bush manteniéndose comprometida con la opción de la resistencia armada y apoyando a los grupos de resistencia en todas partes'', expresó.
Nasrala habló el sábado luego de participar en las conmemoraciones de Ashoura _ la festividad chiíta más importante_ en el bastión chiíta de Jezbolá en el sur de Beirut.
Antes de su discurso, que fue mostrado en una pantalla gigante a la multitud, Nasrala caminó en medio de decenas de guardias de seguridad vestidos de negro, saludando a la concurrencia. Su comparecencia disipó versiones de la prensa israelí y árabe a finales del año pasado de que Nasrala había sido destituido por sus patrocinadores iraníes y que el control de la rama militar de Jezbolá fue entregado a su adjunto.
Nasrala se había escondido por temores a un atentado israelí. La última vez que había aparecido en público fue en septiembre del 2006 para marcar el fin de la guerra de un mes entre su milicia e Israel.

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