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Bienvenido a OR.Ser Judío no es pertenecer a una religión, es una misma forma de vida ante Di- y ante los demás...¡.La religión Islàmica domina la vida cotidiana. Ellos no hacen división entre lo secular y lo sagrado. La Ley Divina, la Shari´a, debe tomarse muy en serio.".. Somos una fuente de información con formato y estilo diferente.
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Los Judíos radicales izquierdistas desde el Pentateuco

Una de las acusaciones irrefutables de los antisemitas es que los judíos apoyamos a la izquierda. El número de judíos en los partidos de izquierda es mucho mayor que el que les correspondería proporcionalmente. Lo que es realmente un escándalo para los antisemitas, es que una desproporción similar existe entre los ricos.Judío es no solamente el Marx de Marx y Engels, sino también el de Marks & Spencer. Realmente insoportable. La alianza entre la plutocracia y el comunismo. Ya que estamos, y en la misma cuenta, pueden agregar la masonería (junto con el general San Martín). Vaya y pase que un judío pobre (si lo hay) sea comunista, ¡pero un judío rico!Pero condicionar la ideología política con la situación económica, aunque se lo haga teóricamente basándose en el marxismo, no es un error. Es una estupidez. Un fisiólogo ruso, Pavlov, demostró que si se hace sonar un timbre simultáneamente con el suministro de comida, luego de un tiempo el perro segrega saliva cuando solamente escucha el timbre. Es lo que se llama el reflejo condicionado de Pavlov.
Una mirada al espejo bastará para convencer al lector de que el hombre no es un perro de Pavlov.Es decir, el hombre está condicionado, actúa en base a experiencias previas, pero elabora esas experiencias en base a su experiencia anterior (la memoria) y la experiencia de su especie (la historia). No estoy seguro -y no quiero expedirme sobre el tema- pero no creo que los perros, ni siquiera los de Pavlov, tengan súper yo. Los hombres sí. Hay quienes ven en la conciencia una faz del súper yo.Hay quienes hablan de "conciencia de clase''. Pero ¿qué clase de conciencia? ¿Conciencia de qué clase?Los obreros del conurbano de Buenos Aires que llegaron el l7 de octubre de 1945 a la Plaza Rosada y devolvieron al poder a Perón, ¿tenían o no "conciencia de clase''? ¿Y los que trajeron al poder a Menajem Beguin en l977, luego de casi cincuenta años (l930-1977) de hegemonía socialista? La respuesta no es necesariamente la misma.Lo que estos ejemplos -y muchos otros- demuestran es que la conciencia política no se transpira en procesos mecánicos de tipo pavloviano.Más aun. Sorprendentemente, para ponerse al servicio de los desposeídos, de los oprimidos, es mejor ser parte de la clase privilegiada que haber nacido en su seno.Me permito una metáfora: quien nació y se crió en un pozo, desconoce otra realidad y supone que su condición es ser renacuajo. Sólo desde afuera del pozo, de afuera de la ciénaga se ve una realidad, o una realidad lejana (= ideal) mejor. Para los habitantes de la ciénaga, no existe otro mundo.Es más: sólo los privilegiados tienen los recursos económicos que les permiten a ellos y a sus hijos conocer y elaborar un mundo mejor. El saber los hace libres. Incluso para renunciar a su clase y ponerse al servicio de sus enemigos de clase. Como se dijo: la conciencia no es un tipo de transpiración.Algunos nombres que demuestran la tesis. No si Moisés era hebreo o, como lo argumenta Freud, un príncipe egipcio. Pero incluso de acuerdo al relato bíblico, Moisés nació esclavo pero se crió como príncipe. Esa condición de príncipe es la que le permitió reaccionar con violencia ante la violencia y matar al egipcio (Exodo 2, 11-12). Es la que le permitió ponerse al frente del pueblo de esclavos para llevarlo a la libertad y a la Ley.
Espartaco, que nació libre y cuyo nombre figura ente reyes tracios, encabezó la rebelión fracasada de los gladiadores en 73 a.e.c.El príncipe Peter Kropotkin (l842-1921), hijo de un terrateniente noble con tres mil siervos, fue el fundador del anarquismo comunistaErnesto "Che'' Guevara de la Serna Lynch (1928-1967) era de una "familia bien''. Lo que lo llevó a sus convicciones revolucionarias no fueron ni la indigencia personal ni fracasos en su carrera.
Un viaje en moto con un amigo, a lo largo de la cordillera, lo puso en contacto con una realidad desconocida y lo transformó.La conciencia social no es una reacción condicionada sino una elaboración, por el súper yo, de la experiencia personal e histórica. La condición sine qua non es el conocimiento, básicamente aquel que desde la trasgresión a la ley del Edén nos permite discernir entre el Bien y el Mal, discernimiento que hasta ese entonces estaba reservado al Creador.Son las clases altas las que tienen el conocimiento. En esas clases altas hay quien no solamente usufructúa la riqueza, el conocimiento y el poder, sino que se cuestiona los derechos. Son filósofos como Platón en Atenas, políticos como los hermanos Graco en Roma, líderes inspirados como Moisés.Son líderes sociales revolucionarios no a pesar de su riqueza, sino gracias a la misma.Sí. Hay ricos o acomodados que son revolucionarios. También judíos acomodados, que son revolucionarios.Personalmente vi de cerca, ejemplarizado, el fenómeno. En el cuento "La imagen del amado'' (dentro de mi libro "Puentes de Papel''), recuerdo un seminario marxista sionista en el cual participaban jóvenes judíos brasileños de familias de clase alta y rica. Vivían en contradicción entre su identidad económico-social y su ideología política. Contradicción no diferente a la del Che Guevara.
Los judíos fueron el pueblo que desde la antigüedad hizo tradición de la alfabetización (por lo menos de los hijos varones).
Cuando en la Edad Media los cristianos limitaron la educación al clero (el varón debe manejar la espada y no la pluma), los judíos mantuvieron el valor de la educación. Am Haaretz (en su acepción de "ignorante") era un insulto, tal vez el peor. Cuando entre los gentiles el origen noble, y luego el dinero, definían la superioridad social, entre los judíos el estudio era una puerta a la movilidad social. Un judío rico, cuyo hijo no demostraba aptitudes para el estudio, aspiraba a tener, por lo menos, un yerno estudioso.De modo que entre los judíos no hubo solamente ricos, sino también estudiosos. No quiero ser mal entendido. Desde ya que hubo obreros izquierdistas. Pero suponer que la condición económico-social es la única que determina mecánicamente la conciencia social es un error. Tal vez con bases "marxistas'', pero un error.Sí, sí. Innegablemente hubo muchos judíos en los movimientos de izquierda: socialdemócratas, socialistas, anarquistas.Mencionamos a Karl Marx, hijo de conversos pero judío de origen. Hasta tal punto alejado del judaísmo que lo hizo, erróneamente, una forma de capitalismo. Pero -sobre todo para los antisemitas- judío. León Trotzky (el verdadero apellido: Bronstein) secundó a Lenin en la revolución soviética y organizó el Ejército Rojo.
Rosa Luxemburgo, líder socialista en la Alemania de la primera posguerra. León Blum, líder del socialismo francés; Emma Goldman, líder de los anarquistas en Estados Unidos. Hablamos de líderes. Pero no únicamente líderes. Activistas como los dos mil desaparecidos judíos entre las víctimas de la "Guerra Sucia'' en Argentina (1976-82), o los centenares de voluntarios judíos de Palestina en la Guerra Civil española (no hubo voluntarios árabes), así como los otros miles de judíos de todo el mundo en las brigadas internacionales, constituyen pruebas de ello.Y también mártires judíos. Como Simón Radowitzky. Nació en Ucrania y su padre se trasladó a la ciudad de Ekaterinoslav, hoy Dnuiepopetrovbsk, para que sus hijos tengan educación.Pero Simón debió comenzar a trabajar en su infancia. En el trabajo se conectó con los anarquistas, lo que lo obligó a abandonar el Imperio Zarista rumbo a Argentina, a donde llegó a los l8 años. Argentina vivía un momento de efervescencia magnetizado por la FORA anarquista. Ramón L. Falcón, jefe de la Policía Federal, se puso al frente de la represión. El primero de mayo, en la manifestación, fueron asesinados ocho obreros. Falcón ordenó la represión de las manifestaciones ulteriores. Radowitzky, que había llegado como anarquista no violento, resolvió pasar a la acción directa. El 14 de noviembre de 1909 arrojó una bomba de su producción al carruaje del jefe de Policía. Capturado, llegó a la cárcel de Ushuaia, donde fue torturado, humillado y escarnecido. La presión popular logró sacarlo de la cárcel recién en l930. Radowitzky se movilizó para luchar contra el franquismo.Si Radowitzky fue un mártir de la izquierda, la derecha -los militares- hizo un mártir de Ramón L. Falcón, con estatuas y calles a su nombre, proliferadas entre el 76 y el 82.Sí, de todas las acusaciones antisemitas, la que nos hace responsables por nuestro desproporcionado papel en la izquierda es la más exacta.
Es cierto. Estamos entre quienes tenemos una situación económico-social que nos permite ver la realidad. Muchos hemos estudiado lo suficiente como para ver que esa realidad no es justa.Esa es una respuesta parcial. Porque hubo proporcionalmente muchos más judíos que gentiles entre quienes optaron por la versión (hoy diríamos "narrativa'') izquierdista. La que acentúa los derechos del individuo, la autodeterminación de los pueblos y la igualdad.La respuesta está en la historia. Mejor aun, en la narrativa judía de la historia. Hay quien supone que los hebreos no estuvieron en Egipto. No hay testimonios escritos, fuera de la Biblia, acerca de la esclavitud hebrea.Y sin embargo, año tras año, las familias judías visten ropas festivas y proclaman "Esclavos fuimos del faraón en Egipto''. Claro que se habla luego de la liberación. Pero por qué ese empeño en recordar y repetir la servidumbre. Los griegos hacían que sus hijos aprendieran la Ilíada y la Odisea, historia de héroes que eran semidioses. Los germanos aprendían "El anillo de los Nibelungos''. Los racistas alemanes hablaban de un pueblo de señores (Herrenvolk).Los hebreos, en cambio, se empeñan en recordar la servidumbre de la cual fueron liberados.¿Es esto sólo un detalle?Hay una similitud demasiado clara entre el Código de Hamurabi, aproximadamente del 1800 a.e.c. y la ley mosaica. Es evidente que hay relación entre ambos códigos y que ambos se inspiran o se basan en un código anterior. Pero entre el Código de Hamurabi y la Ley de Moisés hay varias diferencias.Hamurabi hace diferencia entre los señores y los miskenu, ciudadanos de categoría inferior. Si un señor hace caer el diente de otro señor, caerá el suyo (ojo por ojo, diente por diente, como en la Biblia). Pero si es el hijo de un miskenu, de un plebeyo, sólo le pagará indemnización (incisos 200 y 201).El Código de Hamurabi es riguroso con respecto a los esclavos fugitivos a quienes se debe entregar a sus dueños so pena de muerte (incisos 17, 18 y 19). La Ley Mosaica recomienda dar asilo al esclavo fugitivo y permitirle asentarse en el seno de la población (Deuteronomio 23, 15-16).El Código de Hamurabi es menos riguroso en la moral familiar.Ninguna de esas diferencias se puede atribuir a la casualidad. Tras la historia del éxodo, tras las leyes de la Biblia, hay una concepción.No estoy seguro de a quién es atribuible la autoría del Pentateuco. La Biblia relata que en el reinado de Josías, cuando éste tenía 18 años, (allá por el 608 a.e.c.) se hizo una refacción en el templo y allí se halló -¡Oh casualidad!- el quinto libro del Pentateuco, el Deuteronomio, que es una especie de recopilación de la legislación bíblica (II Reyes, 22, 3-20). Si fuese periodista en esa época no habría resistido la tentación de atribuirle a los dignatarios, y no al destino, la autoría del libro.Un libro que tiene leyes bastante interesantes para un izquierdista. Por ejemplo: "No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra, dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal y no se pondrá el sol sin dárselo, pues es pobre y con él sustenta su vida'' (Deuteronomio 24, 14 y 15). ¿Se aplica esa ley en Israel de hoy?) Más adelante fundamenta el imperativo: "Te acordarás que fuiste siervo en Egipto y que de allí te rescató Jehová, tu dios'' (versículo 18).La esclavitud y la liberación no son sólo un recuerdo histórico sino también la base para la legislación.
Un deseo legítimo de justicia social adecuada a ese tiempo emana de la legislación mosaica.Debido a nuestra fijación con la paz, repetimos la visión de Isaías. Pasamos por alto que Amos proclama: "Por tres pecados de Israel y por el cuarto no revocaré su castigo: porque vendieron por dinero al justo y al pobre por un par de zapatos. Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos Y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi nombre'' (Amos 2, 6-8). Es decir: justicia social y moral familiar. Los sagaces habremos notado que no se mencionan para nada las mezuzot falladas, origen de todo el mal.Para evitar el latifundio estipula la Ley Mosaica el año del jubileo (cada cincuenta años) en que serán redistribuidas las tierras. No sé cuándo se cumplió esa ley. La intención es bastante clara. ¿Qué dirían al respecto los estancieros que discutían con mi padre?Jesús, hijo de María, judío de acuerdo a la ley rabínica, captó claramente el espíritu de los libros sagrados, revelando su animadversión a los ricos y su identificación con los pobres (no precisamente los pobres de espíritu, como se lo corrigieron para quedar bien con el César) que heredarán el Reino de los cielosNo puedo seguir.
El Antiguo Testamento tiene 872 páginas en papel Biblia. Lo trascripto hasta ahora basta para entender que los judíos no necesitábamos leer ni a Marx ni a Kropotkin para detectar la injusticia.Si los judíos fuimos desproporcionadamente izquierdistas por algo habrá sido. Si los fascistas nos odian tienen sus razones. Somos, desde el Pentateuco, un elemento radical.
Hilel Resnizky

Abu Mohamad entrevistado por el CEOSI como lider de la resistencia en Iraq

Entrevista en Madrid con Abu Mohamad, portavoz de la resistencia nacionalista iraquí
“La resistencia es el representante legítimo y único de Iraq”
(www.iraqsolidaridad.org), 15 de octubre de 2007Traducción del árabe para IraqSoldaridad por Fatim Zohra

“La resistencia iraquí no tiene ninguna relación con Al Qaeda, que tiene una visión, estrategia, propósitos y medios propios. Una parte de los asesinatos que tienen lugar ahora en Iraq son cometidos por Al Qaeda y otra parte por las milicias y los escuadrones de la muerte vinculados con los partidos políticos [implicados en el proceso político impuesto por EEUU], que están relacionados con la ocupación pero cuentan asimismo con el apoyo de Irán a través de su intervención en Iraq. […] El objetivo de la resistencia es lograr una liberación total. Cuando los ocupantes salgan de Iraq vamos a establecer un sistema nacional democrático, multipartidista, basado en elecciones libres, un régimen en el que participen todos los iraquíes que crean en los derechos colectivos.”
Encuentro en Madrid de Abu Mohamad con miembros de la CEOSI el día 12 de octubre
Entre el 7 y el 16 de octubre, Abu Mohamad visitó Madrid invitado por la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI). Desde finales de 2006 Abu Mohamad aparece regularmente en medios árabes (y puntualmente en cadenas de televisión y periódicos estadounidenses y británicos) como portavoz al tiempo del Partido Baaz Árabe Socialista y del Frente Patriótico Nacionalista e Islámico, plataforma de organizaciones anti-ocupación, entre ellas diversas corrientes comunistas y la Alianza Patriótica Iraquí (API), que lidera Abdel Yabar al-Kubaysi, quién ha visitado el Estado español en varias ocasiones junto a otros compañeros de la API. Tras su constitución en octubre (ver más adelante), Abu Mohamad es asimismo portavoz de la coalición de grupos armados Alto Mando de Combate y Liberación de Iraq.Por primera vez desde la caída de Bagdad en abril de 2003, Abu Mohamad se ha convertido en el referente público acreditado del denominado nuevo baazismo iraquí, comprometido con otras corrientes de la resistencia civil, política y militar en un proyecto de liberación de Iraq de la ocupación y de reconstrucción democrática, integradora y social del país sobre bases no sectarias ni confesionales. Abu Mohamad representa la renovación interna de la organización y transmite la nueva imagen de un baazismo comprometido explícitamente con la pluralidad y el diálogo con aquellas corrientes internas que rechazan la ocupación, todas las cuales están llamadas a participar en la reconstrucción democrática de las instituciones iraquíes fuera de los esquemas de los ocupantes y de regímenes regionales de ruptura social y fragmentación territorial de Iraq. “El partido único ha pasado a la historia en nuestra cultura, ahora somos parte del movimiento patriótico iraquí. […] Tras la liberación, el Estado iraquí será un Estado nacional democrático y plural, que garantice los derechos humanos y las libertades”, resume Abu Mohamad en una entrevista concedida a al-Yazeera el 18 marzo de 2007. Abu Mohamad reivindica al tiempo el mantenimiento de la tradición del Estado iraquí de gestión pública y social de los recursos naturales de Iraq, en concreto frente a la prevista privatización de los hidrocarburos iraquíes.
Frente a las corrientes islamistas y confesionales, Abu Mohamad representa igualmente al sector nacionalista o patriótico de la resistencia iraquí, en su doble caracterización de laico y no sectario, explicitando la clara condena de la resistencia iraquí de la actuación de Al Qaeda en Iraq –“Otro producto de la ocupación”, señala-, tanto por sus métodos de terrorismo indiscriminado contra civiles y determinadas comunidades religiosas, como por su posición extremadamente reaccionaria en aspectos sociales, que se ha concretado en la proclamación del Estado Islámico de Iraq y agresiones contra la comunidad sunní y limpieza sectaria, contestadas ya sobre el terreno por grupos armados iraquíes.
Su visita al Estado español se ha producido en un momento de máximo interés: desmoronamiento del régimen de ocupación, escalada de confrontación de la resistencia con Al Qaeda en Iraq e iniciativas tendentes a la unificación de la resistencia. Desde el fin de verano, organizaciones armadas islamistas (salafistas no vinculadas a Al-Qaeda) y nacionalistas se han coordinado en sendos frentes, un paso que anticipa sin duda la formación de un único mando militar del interior que dirija la lucha contra las fuerzas de ocupación y colaboracionistas en una fase avanzada. En su comunicado del pasado 30 de septiembre [1], el partido Baaz llamaba a la unificación de los grupos resistentes sobre criterios no confesionales, condenando la línea sectaria y de ataques indiscriminados de Al Qaeda en Iraq, y el pasado martes 2 de octubre, la página al-Basrah daba cuenta de la unificación de 22 grupos de las corrientes nacionalistas de todo Iraq (incluidas las áreas kurda y del sur de Iraq) en el denominado Alto Mando de Combate y Liberación de Iraq.
Abu Mohamad representa a un sector clave en la resolución del fin de la ocupación y la pervivencia de un Iraq integrador para todos sus hombres y mujeres. En este sentido, aprovechado su visita al Estado español, la CEOSI ha procurado favorecer el reconocimiento de una interlocución que —también para los propios ocupantes y tal y como están procurando éstos hacer recurrentemente— es ineludible en cualquier proceso de búsqueda de una solución que ponga fin al sufrimiento del pueblo iraquí y a la destrucción definitiva de su país, y que permita la reconstrucción soberana y democrática de Iraq. Su visita ha constituido una oportunidad única de establecer un diálogo directo con quién emerge como interlocutor acreditado de las corrientes no sectarias y no confesionales de la resistencia iraquí. Su vinculación con el interior de Iraq es directa, siendo por ello el interlocutor de la CEOSI de más alto nivel en tal sentido invitado al Estado español.
Abu Mohamad ha mantenido en Madrid encuentros institucionales y con formaciones políticas parlamentarias. Ha sido su primer desplazamiento a Europa, un gesto de reconocimiento de la decisión gubernamental de retirada de las tropas españolas de Iraq de 2004 y de estímulo al papel que puede jugar el Estado español en la resolución de la crisis de la ocupación de su país. Durante su estancia en Madrid Abu Mohamad mantuvo una asamblea informativa con la CEOSI el día 12 y encuentros bilaterales con delegados de organizaciones de EEUU y países europeos. Asimismo,
Abu Mohamad fue entrevistado por medios de comunicación seleccionados: La Vanguardia, Cadena SER, Cuatro/CNN+, la cadena latinoamericana Telesur y Diagonal, además de por el diario británico The Guardian. [CEOSI.]
TODA LA ENTREVISTA EN:
Original del movimiento:http://www.iaisite.org/

La solución al conflicto entre árabes y judíos es la justicia


La opción histórica de Israel
Azmi Bishara
Al Ahram Weekly
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
(Episodio I)

A nivel regional, los sucesos de los últimos años sugieren un cambio cualitativo en la causa palestina. Ningún analista u observador erraría si llegara a establecer una semejanza entre el actual contexto regional “árabe-israelí” y los estados cruzados que aparecieron en la región árabe en la Edad Media.
Israel no tiene intención alguna de llegar a una paz justa con los pueblos árabe y palestino. Por paz justa quiero significar alguna de entre dos posibles soluciones. La primera sería la solución de un único estado, en el cual judíos y árabes coexistirían en un estado laico democrático que se asimilaría de forma natural en la región. La segunda sería la solución de los dos estados, que garantizaría el derecho al retorno de los refugiados palestinos. Pero Israel ha optado por una tercera opción en la que los árabes no tengan nada que ver. Su modelo es el estado cruzado.
Los tratados, acuerdos y formas de cooperación de seguridad que Israel mantiene con los regímenes árabes no chocan ni debilitan este modelo. Después de todo, los cuatro reinos cruzados no lograron sobrevivir sólo a base del coraje de caballeros valerosos y castillos inexpugnables: durante 190 años se dedicaron a apuntalarse mediante una combinación de fortificaciones, destreza militar y pactos y tratados con los diversos príncipes y sultanes árabes, ayubidas y mamelucos. Aquellos pactos fueron posibles porque los estados cruzados lograron capitalizar las rivalidades entre los gobernantes locales. Pero esos pactos y tratados no evolucionaron hacia la paz. Los pueblos de la región no llegaron a aceptar nunca la existencia de los estados cruzados. Se mantuvieron como un implante ajeno, cultural y políticamente, y la prueba de la legitimidad de los dirigentes islámicos y árabes descansaba en su capacidad para crear los mecanismos que sostuvieran la lucha contra ellos. No importa cuán hábilmente llegaron a combinar los acuerdos diplomáticos con asesinatos y genocidio, los estados cruzados acabaron desapareciendo.
Merece la pena mencionar que la palabra cruzado sólo se extendió por Europa varios siglos más tarde gracias a los historiadores europeos del siglo XVII. Los árabes se referían a ellos como los franj, o francos, un término que no implicaba calificación religiosa ni hostilidad contra la ortodoxia oriental o el catolicismo occidental.
En las tres próximas semanas, consideraré las opciones que Israel ha rechazado y la única que parece haber cuajado.
El modelo del estado cruzado es un modelo de estado colonial extranjero que se establece por la fuerza y sobrevive a base de espada, treguas y tratados temporales y de explotar la discordia entre sus vecinos. No busca, en modo alguno, legitimarse insertándose en su entorno y por eso termina siendo inaceptable.
En otros lugares, siempre se consideraron el colonialismo y la liberación de los pueblos bajo ocupación como un problema cuya solución descansaba en el fin de la colonización. Sin embargo, cuando se trata de Palestina, las percepciones acerca de cualquier acuerdo se describen como una serie de proyectos que tratan de resolver un dilema insoluble, el dilema que representa la causa palestina. Hay una razón para todo esto. Sirve para distinguir el caso palestino de todas las demás causas de liberación nacional, ofuscándolo y confundiéndolo con cuestiones tales como las disputas fronterizas, la discriminación religiosa y la cuestión judía. Esta complejidad artificial es lo que excluyó del proceso de descolonización a Palestina. También se convirtió en un obstáculo para una solución duradera: la misma complejidad a la que actualmente se acude para impedir que se pueda llegar a soluciones viables, llevará finalmente a los árabes a rechazar, de una vez y por todas, la posibilidad de reconocer la legitimidad de Israel, adhiriéndose a un concepto de conflicto permanente.
La cultura anti-colonialista se fundó sobre la premisa de que el deber de un pueblo bajo ocupación es resistir y persistir en la resistencia hasta que la potencia colonial no pueda mantener los costes de la ocupación. Mientras esta cultura prevaleció, fue imposible contemplar la liberación de Palestina como país árabe fuera del contexto de una ecuación que podría resumirse como colonialismo versus nacionalismo árabe. Se entendía la liberación como una misión que caía sobre los hombros no sólo de los palestinos sino de todos los pueblos árabes. Era su deber resistir a la ocupación extranjera de cualquier rincón de la nación árabe. Desde esa perspectiva, la batalla por Palestina no era sólo otra causa árabe, ni siquiera parte de la gran causa árabe. Llegó a simbolizar esa causa, tipificando toda la gama de preocupaciones nacionales árabes: partición, dependencia, dominación exterior, falta de cohesión inter-árabe, legitimidad de los regímenes árabes, etc. Los árabes simpatizaban con los palestinos a nivel humanitario y declaraban su solidaridad con ellos, pero a nivel político no se planteó la cuestión de la solidaridad. La batalla era una y la misma para todos.
La batalla contra el sionismo e Israel se convirtió en la preocupación árabe por excelencia. Sacarla de su contexto árabe es permitir que se vea reducida a una disputa israelo-palestina, a una riña insignificante de fronteras cuyo resultado vendrá determinado por el equilibrio de poder que prevalezca entre las dos partes, sacando a los árabes de la ecuación.
Después de la Guerra de 1967, que es lo mismo que decir tras la derrota de la tendencia nacionalista árabe que detentaba el poder en los países árabes de primera línea, esa es la dirección que los acontecimientos empiezan a tomar. Dentro del liderazgo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) surgió una clase socio-política que puso énfasis creciente en la realización de la estatalidad y en su propia transformación en otro régimen árabe. Tras la guerra, con el nacionalismo árabe en retroceso, especialmente en Egipto, ese deseo coincidiría con los deseos de una parte importante del orden árabe oficial. El régimen egipcio, que en su fase nacionalista árabe había sido el principal patrocinador del nacimiento de la fórmula de la OLP, decidió ahora amputar sus lazos árabes hasta que el conflicto con Israel se decantó a favor de buscar un acuerdo político. La paz separada de Egipto con Israel fue parte de un acuerdo global que incluía la reestructuración económica y una alianza con los Estados Unidos.
La ruptura de Egipto con los árabes empezó con su desenganche de la causa palestina. En la cumbre de Rabat, cuando Egipto declaró su apoyo a la OLP (en contra de Jordania) como la “única y legítima representante del pueblo palestino” y, posteriormente, por la “independencia de la voluntad palestina” (en contra de Siria) se comprometió, en efecto, a terminar con la conexión de Egipto con el conflicto árabe-israelí. Fue llevando todo eso a cabo a la vez que cambiaba las premisas, convirtiendo la causa de Palestina en la causa de los palestinos.
Esta tendencia coincidió con las aspiraciones de una nueva clase de dirigentes de la OLP: Se puede encontrar un ejemplo concreto en la insistencia de Yaser Arafat en separar, en Washington, a los equipos negociadores palestinos y jordanos. ¿Cuál fue el resultado? Un tratado de paz separado jordano-israelí y un confuso y errático proceso de paz que no estaba regulado por ningún principio entre Israel y el liderazgo de la OLP; un proceso que sigue sin progresar década y media después del tratado jordano-israelí.
Estos desarrollos ayudan a explicar por qué el orden oficial árabe contempla ahora como un problema palestino el asedio contra los palestinos y los brutales bombardeos israelíes contra una sociedad prisionera en Gaza y por qué ese orden está dividido entre los que siguen siendo solidarios con los palestinos y los que les culpan por exponerse a la ira de Israel. Tal es la necesidad de establecer una posición tan impopular como ésta que los sentimientos patrióticos en Egipto se están canalizando desde la natural inclinación a situarse al lado de los palestinos, y en contra de Israel, hasta el miedo a una “invasión palestina”.
La decisión de abandonar la causa palestina es consecuencia de la convergencia entre dos tipos de percepciones o actitudes. La primera es que los regímenes árabes consideran que forma parte de sus propios intereses, y de los intereses de sus países, alejarse de cualquier concepto de árabes como entidad política que tienen un conjunto fundamental de intereses comunes en cuanto a la seguridad nacional y a las cuestiones políticas, económicas y estratégicas. La segunda es que creen que también al movimiento de liberación palestina le interesa convertirse en otro régimen árabe que haga lo mismo que ellos.
Los regimenes árabes valoraron positivamente la mutación de la OLP en la Autoridad Palestina porque esto satisfacía su necesidad entregar “la causa” a un régimen palestino que aparentara ser el “único representante” del pueblo palestino y expresara su “voluntad de independencia”. De esa forma, Palestina se transformó de una tierra árabe ocupada en una entidad que podría regatear con Israel sobre las fronteras de un hipotético estado palestino. La “causa palestina” se convirtió no sólo en la causa de los palestinos, sino que se redujo aún más hasta ser únicamente la causa de aquellos palestinos que viven en Cisjordania y Gaza. La lucha por la unidad y la liberación árabe cogió un desvío a fin de crear otra entidad política árabe. El conflicto con el sionismo y sus implicaciones para la región se redujo a una mera disputa fronteriza.
En lugar de una lucha por la liberación, nos encontramos con una búsqueda de soluciones que producían un proceso de negociación entre ocupante y ocupados diseñado para eludir lo que debería haber sido la única cuestión sobre la mesa, i.e., el fin de la ocupación. Las negociaciones continuaron con un proceso político en el que las soluciones y remedios se someten al equilibrio de poderes prevaleciente, a la vez que la elite política del pueblo bajo ocupación se ve chantajeada por el hecho de que la comunidad internacional tiene que seguir considerándola aceptable.
Junto a este telón de fondo, la retórica política y la de los medios de comunicación en el mundo árabe han retrocedido a términos tales como “legitimidad internacional” y “comunidad internacional”. Desgraciadamente, esos no son sino mundos hipotéticos, mundos alejados del real, que ha sido abandonado: la lucha árabe/palestina por la liberación contra Israel, el sionismo y el colonialismo occidental.
La comunidad internacional no es más que un ente mítico. Es un término inventado especialmente para los objetivos de llamamiento y persuasión; en la práctica significa el actual equilibrio de poderes internacionales fuertemente inclinados a favor de EEUU.
La solución negociada de los dos estados, o de los dos estados que supuestamente deben resultar de las negociaciones, es producto de la actual búsqueda de soluciones ante un dilema “inabordable”. La ironía es que ese propio contexto, que llevó al orden oficial árabe y a la OLP a aceptar la noción de solución de dos estados que por definición pone en peligro el derecho palestino al retorno, es el mismo contexto que llevó al orden árabe a aceptar el equilibrio de poderes como único árbitro, y a agregarse al lote de la estrategia estadounidense. Esto es lo que ha permitido que Israel pudiera desecar de todo contenido hasta la solución de los dos estados, rechazando retirarse de la Jerusalén ocupada, negándose a volver a las fronteras de 1967 y conservando sus asentamientos en Cisjordania.
La solución de los dos estados, vaciada de contenido, es la única solución a la que pueden llegar las negociaciones en las circunstancias actuales en esta etapa en que las “dos partes” no van a entrar nunca a considerar la solución de un único estado, y mucho menos van a permitir que aparezca sobre la mesa de negociaciones. Rechazar la solución de los dos estados es rechazar la única solución que, por el momento, podría formar la base de una coexistencia pacífica en la región árabe. No es una solución muy justa, pero sería unánimemente aceptada por los árabes si cumpliera unas demandas mínimas, i.e., la devolución de Jerusalén, la vuelta de Israel a sus fronteras de 1967 y el reconocimiento del derecho palestino al retorno. Pero Israel ha rechazado ya esta posibilidad y su objetivo actual es colocar una solución que esté completamente fuera de cualquier alcance en el futuro.
Separación o Unidad
(Episodio II)
Las negociaciones sobre la “solución de los dos estados” han quedado ya invalidadas por carecer absolutamente de contenido. El movimiento para la liberación nacional de Palestina ha perdido toda la fuerza de sus orígenes como movimiento de liberación, incluida su capacidad para contar con la comunidad árabe en vez de con la “comunidad internacional”. Antes de devenir en estado y asegurarse una soberanía nacional, ha perdido y desaprovechado la fuerza de sus orígenes. Se convirtió en la Autoridad Palestina, una entidad totalmente dependiente de las negociaciones, de las buenas intenciones de EEUU y de Israel, de la opinión pública israelí y de otros factores. Las negociaciones sobre el estado palestino quedaron reducidas a un proceso de chantaje en el cual se pedían y ofrecían concesiones mientras se canjeaban derechos fundamentales.
A partir de la actitud que considera que las negociaciones son una alternativa a la resistencia, algo opuesto a la culminación de la resistencia, nació un nuevo liderazgo palestino, un liderazgo tan atado al proceso de negociación que ha pasado a depender existencialmente de él. Israel lo sabe; nosotros lo sabemos. Además, lo más esencial en ese proceso es que se ha agotado el concepto de negociación y ha sido reemplazado por las limosnas israelíes y por los indicios de buenas intenciones que este liderazgo necesita a cambio de asediar, cazar y asesinar a las fuerzas palestinas que han escogido y se han adherido a la senda de la resistencia.
Como consecuencia, todos aquellos derechos que se daban por sentados bajo la ocupación, tales como la electricidad, el agua, la libertad de movimiento, el empleo, los alimentos y las medicinas, se han convertido en aspectos mismos del proceso de negociación. Han devenido premios exhibidos frente a aquellas fuerzas que “provocan” o “molestan” a Israel, “exponiéndose ellos mismos y exponiendo a su pueblo al bloqueo” por su negativa a abandonar la resistencia, privando así a su sociedad de aquellos “grandes logros” que, en realidad, la ocupación tenía, y tiene, la responsabilidad legal de proporcionar.
En la fase de la lucha por la liberación nacional, a los palestinos que se ofrecían como intermediarios ante la ocupación para asuntos de permisos de trabajo y viaje, distribución de electricidad o suministros de fuel se les consideraba como agentes de esa ocupación. Porque se estimaba que se estaban prestando a la estrategia israelí de crear un liderazgo palestino alternativo a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que en su día fue considerada como el liderazgo de la resistencia nacional al negarse a aceptar como solución una mera serie de servicios e insistir en poner fin a la ocupación. En la actual fase de negociación para la creación de un estado, se ha convertido el suministro de servicios fundamentales en un instrumento israelo-palestino para premiar a unos dirigentes moderados que se merecen esos servicios, castigando al liderazgo extremista al impedir que esos servicios lleguen a los palestinos, obligándoles así a volverse contra esos dirigentes que se han adherido a la vía de la resistencia.
Sin embargo, mientras el componente estatal palestino de la “solución de los dos Estados” va siendo vaciado de todo contenido, el frente de la resistencia palestina, integrado actualmente de forma mayoritaria por fuerzas –como Hamas y la Yihad palestina- que comulgan con una ideología islamista, no parece inclinarse hacia una alternativa democrática que ofrezca una opción a los israelíes como la de “la solución de un único estado”. La idea de un estado único democrático para todos sus ciudadanos, árabes y judíos por igual, no ha sido nunca considerada de forma seria y práctica en la historia de la lucha. Los árabes, con toda razón, consideraron el sionismo como un movimiento colonial y vieron a los sionistas, que no eran habitantes indígenas de Palestina, como colonizadores dispuestos a conseguir el objetivo de encontrar un estado sobre una tierra que pertenecía a otro pueblo. La Declaración Balfour no constituyó ningún secreto y, para que todos pudieran oírlo, el proyecto sionista de crear un estado judío en Palestina se gritó a los cuatro vientos.
También hubo algunos problemas conceptuales prácticos. En la práctica, el sionismo implicaba, e implica, atraer a tantos “pioneros” como fuera posible para asentarles en Palestina: nunca estuvieron claros los límites de quién establecería el derecho de ciudadanía en un estado único. La igualdad entre la ciudadanía es la base y esencia de la idea de co-existencia en un estado único no dominado por la ideología sionista. Es también el mensaje que los árabes enviarían para ofrecer a la sociedad judía una alternativa al concepto de estado judío, constituyendo esta alternativa la posibilidad de legitimar la presencia de esa sociedad en Palestina sobre la base del principio de ciudadanía.
Este es el mensaje de la co-existencia; es la antítesis de genocidio, expulsión, o de “lanzar a los judíos al mar” (esa famosa cita con la que no para de dar la tabarra la propaganda sionista –su gran invento- cuando, en realidad, es Israel quien lanzó y lanza a los palestinos al mar y al desierto). Pero, para los árabes, intentar precisar una fecha o límite específico después del cual los inmigrantes no fueran considerados residentes legítimos es no sólo poco realista sino una forma inaceptable, y por tanto absurda, de definir los límites de la ciudadanía.
Por otra parte, y más importante, el movimiento sionista, como solución a la cuestión judía, insistió siempre en la estructura de un estado judío en Palestina. Así fue como el sionismo definió históricamente su existencia. Su bandera y objetivo último eran la creación de un estado judío entre la opinión judía de la Diáspora mediante las campañas para conseguir el apoyo de las Grandes Potencias, obtener la Declaración Balfour y propiciar la llegada de los colonos. Se intentó que ese proyecto de estado surgiera de entre las ruinas de la sociedad árabe palestina y jamás se imaginó una existencia junto a los árabes en una única entidad política.
Pero hubo una notable excepción que resultó efímera: el llamamiento de Hashomer Hatzair (la Joven Guardia) a un estado bi-nacional. Sin embargo, debe considerarse esa posición con el telón de fondo de las actividades del movimiento de los colonos en los años de la década de 1930 y con la forma en que todo esto entró en conflicto con los derechos e intereses de la población indígena.
Es una insensatez pensar que algún tipo de sionismo, el de Israel o el de cualquiera de sus partidos políticos, o incluso de sus componentes sociales más importantes, aceptaría ahora la idea de un único estado democrático como marco de solución. Simplemente no es materia de negociación en el contexto de los actuales equilibrios de poder y en el sentido en que se entiende estos días la palabra “solución”. Cuando Fatah empezó a sugerir la idea durante un breve espacio de tiempo, por ejemplo, en la década de 1970, Israel lo interpretó como sinónimo de “la destrucción de Israel”. La OLP también había propuesto la solución de un único estado, expuesta en la fórmula de “un estado democrático laico en el cual se garantizaría la igualdad de derechos para todos sus habitantes: musulmanes, cristianos y judíos”. La OLP abordó así en el estado la cuestión de las afiliaciones religiosas sin adentrarse en el tema de la identidad nacional. Sin embargo, no sugirió ningún mecanismo para transformar la idea en un programa político desarrollado a través de esfuerzos conjuntos judíos y árabes, por ejemplo, mediante la liberación de la Palestina árabe. En todos los acontecimientos, la idea no se mantuvo a flote durante mucho tiempo.
El estado único democrático es diferente de la solución de un estado bi-nacional que actualmente airean algunos intelectuales árabes y judíos y, como se señaló antes, fue propuesto en primer lugar por el movimiento del socialista Hashomer Hatzair en los años treinta. La diferencia es que esta idea reconoce la existencia de dos grupos nacionales en Palestina, cada uno de los cuales formaría una entidad distinta dentro de un estado único. De ese modo se satisface la demanda de cada grupo de expresión nacional, pero dentro de los límites de un estado único que les reconoce a ambos. Históricamente, Hashomer Harzair abandonó enseguida esta idea y nunca más volvió a recordarla de nuevo. Tanto palestinos como sionistas la rechazaron, aunque tuvo algún débil eco por aquí y por allá, en los pasillos de la Universidad Hebrea y, antes de 1948, entre algunos importantes aunque escasos intelectuales judíos en el marco del movimiento Brit Shalom.
El modelo bi-nacional, que reconoce la existencia de dos identidades nacionales, una indígena, la otra exógena, está más cercano a la realidad palestina que el modelo sudafricano. En la nueva Sudáfrica, según se reconstruyó tras el colapso del apartheid, se ignoró el concepto de las nacionalidades a favor del concepto de una pluralidad étnica, religiosa, lingüística y cultural dentro del marco de un único estado de ciudadanos. Expresado de otra manera, el proceso de reconstrucción de la identidad nacional en Sudáfrica (como opuesto, por ejemplo, al modelo francés) reconoce abiertamente varias afiliaciones étnicas, tribales, lingüísticas y culturales, pero no es una estructura multinacional.
Pero incluso aunque la solución binacional esté más próxima a la realidad en Palestina porque reconoce la dicotomía indígena/exógena (a diferencia de los modelos de inmigrantes de EEUU, Australia y Nueva Zelanda, en los cuales la nacionalidad se define por la ciudadanía sin referencia alguna a la etnia ni a expresiones sobre diversas nacionalidades), no tiene más oportunidades de ser tenida en cuenta a nivel diplomático que la solución de un estado único democrático. No sólo trabaja contra ella el equilibrio actual de poderes en Palestina, la actual dirección del movimiento nacional palestino también sigue por ese sendero. En Sudáfrica, el movimiento de liberación nacional, según lo encarnó el Congreso Nacional Africano, propugnó activamente que la liberación nacional se decantara por la búsqueda de un estado único multicultural basado en el concepto de igualdad de ciudadanía. A finales de la década de los setenta, el movimiento de liberación nacional palestino había puesto sus miras en la creación de un estado palestino separado.
Por este motivo, la primera y segunda Intifadas en Cisjordania y Gaza trataron de evitar, en vez de propiciar, la unidad con el resto de Palestina. También debido a esto, el mapa político actual de Palestina puede dividirse en función de muchas cuestiones pero sigue aún inclinándose hacia la creación de un estado palestino separado. No obstante, que esto sea así no significa que no deba ser tomado en serio el hecho de que algunos intelectuales palestinos de pensamiento democrático hayan empezado recientemente a apoyar la opción de un estado democrático único; en efecto, hay muchas razones para que este concepto se discuta seriamente. No creo que, desde el punto de vista palestino, haya grandes obstáculos estructurales o ideológicos ante esta solución. Va también en interés del pueblo palestino propugnar un programa democrático que incluya el derecho al retorno, insista en ciertos derechos inalienables y dé a los judíos en Israel un motivo razonable para propugnar también esta solución. Si los palestinos la adoptan, entonces no puede haber ningún obstáculo árabe serio a la misma.
Sin embargo, no tiene mucho sentido confiar en que amplios segmentos de la sociedad israelí cambien su punto de vista ante esta posición. Ningún pueblo quiere renunciar voluntariamente a sus privilegios, y para los judíos eso es lo que significaría la solución de un estado único, en mayor medida en la fórmula de un estado laico de ciudadanos que en la fórmula federal bi-nacional. Hay, por tanto, muy pocas perspectivas de que aumente un movimiento socio-político en Israel que defienda una solución que entre en conflicto con el concepto de estado judío. Lo más que puede uno escuchar en la izquierda sionista es un llamamiento a hacer un estado palestino separado en Cisjordania y Gaza. El derecho palestino al retorno sigue rechazándose totalmente.
El problema es que todos los que han empezado recientemente a propugnar la “solución de un estado único” lo han hecho desde la convicción de que no hay esperanza para la “solución de los dos estados” (basada en las fronteras anteriores a junio de 1967 y al principio del derecho al retorno), no porque hayan percibido que la solución de un único estado pueda tener éxito.
Por más que yo crea que la solución de un estado único es la mejor en cuanto que facilita las condiciones para el logro y cumplimiento de los derechos palestinos y hace llegar a la sociedad israelí un mensaje democrático, no tiene ni la más remota posibilidad en el lenguaje que actualmente predomina ni ante las posibles perspectivas de soluciones negociadas. Esto se debe fundamentalmente a que Israel rechaza contemplar siquiera la idea y porque no hay una sola fuerza política israelí capaz de situarla como cuestión seria en la agenda pública, a menos, desde luego, que el objetivo sea ahuyentar a la opinión pública para perpetuar una hegemonía total sobre los palestinos. Es más, así es cómo se ha expuesto la idea de un único estado en Israel hasta el momento: negativamente, como medio para intimidar a la opinión pública y que esté de acuerdo en soltar las zonas palestinas densamente pobladas, como en el caso de Gaza. Además, es con esta idea, mediante el miedo a que esas realidades puedan desarrollarse de forma que pudieran propulsarse hacia la “solución de un estado único”, con la que Israel ha empezado a acercarse a la “solución de los dos Estados”.
Desgraciadamente, la fórmula que en la actualidad está proponiendo Israel a este respecto, a partir de las “visiones” de Bush y Sharon, tiene poco que ver con la creación de dos estados soberanos viviendo uno junto al otro, lo que demuestra vigorosamente la inutilidad de la solución de los dos estados. Peor aún, la elite palestina nacida del “proceso de paz”, junto con los regímenes árabes que están deseando que toda esta carga quede atrás, están ayudando a Israel a vender la retórica y a ponerla en escena para que aparezca como si la creación de un estado palestino dentro del marco de una solución de dos estados fuera algo que se viera venir. Por eso, por ahora y en un futuro próximo, seguiremos oyendo mucho más sobre “canje de tierra” (sin Jerusalén), “reconocimiento del derecho al retorno” sin el ejercicio de este derecho, creación de una entidad sin soberanía completa pero denominada estado, y otros ardides y eufemismos de ese estilo, de todo lo cual parece haber una oferta sin fin.
¿Podría un acuerdo tal traer la paz, aunque no sea un paz justa? En el tercer episodio se intentará ofrecer una respuesta a esta cuestión.
Qué debemos hacer
(Episodio III)
Las confusas negociaciones entre la Autoridad Palestina (encabezadas por la Organización para la Liberación de Palestina) e Israel pueden finalmente producir un acuerdo que lleve a la creación de un estado palestino. Quizá, incluso ahora, esté en marcha un intenso y secreto proceso negociador paralelo, impermeable a las reacciones de la derecha israelí o de la opinión pública árabe. Quizá también, las negociaciones sean mucho más profundas y vayan más allá de la impresión que los medios están dando. Cualquiera que sea el caso, los políticos israelíes y estadounidenses creen claramente que la creación de un estado palestino es todo lo que se necesita para llevar la paz a la región, sin importar las condiciones que los palestinos van a encontrar en ese nuevo estado, que no se va a poder extender hasta las fronteras de 1967, que no va a tener a Jerusalén Este como capital y donde los refugiados palestinos van a tener que renunciar al derecho al retorno. Israel y la administración Bush han trabajado duro para encajar la demanda palestina de estatalidad en un paquete que corta, recorta y elimina esencialmente todos los derechos nacionales palestinos.
Es útil que consideremos aquí por qué Yaser Arafat rechazó una oferta similar en Camp David. Su rechazo tuvo menos que ver con su compromiso con unos “principios determinados” que con su comprensión de cómo esa solución iba a caer en la opinión árabe y palestina: no hubiera tenido legitimidad. Todo eso ocurrió después de la guerra para liberar Kuwait, tras la reducción de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) a una burocracia en Túnez que siguió al éxodo de Beirut de la OLP, después del colapso de la Unión Soviética y después de que la Intifada hubo llegado a un punto muerto. Pero Arafat continuó rechazando la oferta aún convertido en rehén del asedio israelí en sus cuarteles en Ramala. Pagó el precio por su rechazo. En la procesión-funeral oficial árabe por Arafat, y entre un segmento considerable de su círculo interno, uno podía sentir los suspiros de alivio. Se habían librado del hombre que había obstruido las ruedas del mismo proceso que había puesto en marcha y que de nuevo empezó a rodar tras su muerte.
Incluso aunque las negociaciones no produzcan ningún acuerdo, no deberíamos descartar la posibilidad de un documento de principios sobre el acuerdo final, un documento similar en espíritu a la “oferta” que Arafat rechazó y que Olmert utilizaría como base para una campaña electoral y Mahmud Abbas para un referéndum. Por otra parte, si las negociaciones no producen acuerdo, parece bastante evidente el efecto que se produciría en los escenarios árabe y palestino. Ganará fuerza y velocidad el frente que rechaza un acuerdo y opta por mantener la resistencia, aunque algunos dirigentes persistan durante años con el “proceso de paz”. Por otra parte, si llegara a alcanzarse un acuerdo como el descrito anteriormente, eso no significaría que la lucha nacional ha llegado a su final. Ese acuerdo no es una fórmula para un auténtica “solución con dos estados” que tenga algo de legitimidad. Incluso si lo que se nos está vendiendo actualmente como solución de dos estados satisface a algunos dirigentes árabes, que están listos para alinearse con cualquiera que sea lo que los dirigentes de la Autoridad Palestina acepten porque están deseando deshacerse de la carga de la causa palestina, no se van a encontrar con la aceptación popular porque dicha solución supone una justicia totalmente injusta y una compensación completamente inadecuada frente a la injusticia cometida contra el pueblo palestino.
Algunos pueden objetar que todo esto es muy vago y abstracto. Sin embargo, el hecho real es que la formula propuesta pasa por alto preocupaciones tan tangibles como la causa de los refugiados, que representa las raíces mismas y el corazón del problema y por tanto implica un peso moral y cualitativo considerable, ya que se refiere al sufrimiento actual de millones de personas. El acuerdo propuesto ofrece a todas esas personas nada más que la posibilidad de cambiar su estatuto de “refugiados” por el de sujeto exterior o extranjero. Tampoco, cuando se alcance, Israel va a dejar a Jerusalén tranquila. Muy al contrario, seguirá hurgando en la herida a través de una continua judaización y apropiación de la tierra y los lugares santos de esa ciudad. Israel intensificará también su propósito de judaizar el estado y ser aún más autoritario y arrogante en sus relaciones con sus ciudadanos árabes, que se verán forzados a elegir entre una lealtad total hacia Israel, incluyendo el servicio militar y restricciones en sus derechos civiles, o el exilio. Para aquellos que insistan en expresar su identidad nacional dentro de Israel, Israel les informará que esa identidad ya se ha manifestado suficientemente en la entidad palestina de la puerta de al lado.
Y por encima de todo esto, seguirá el conflicto entre la necesidad de desarrollar, modernizar y construir el ejército del estado palestino, y el miedo perpetuo que invade a Israel en su evolución como tal estado, al ser un ente ajeno en su entorno regional. También continuará el conflicto entre Israel y la democratización del mundo árabe, porque teme la disposición y las vicisitudes que puede atravesar la mayoría de la opinión pública árabe.
Si el pueblo palestino se pone de acuerdo en una solución, sería suficiente con situar en el nivel regional cualquier cuestión referente a su legitimidad. El problema que presenta la propuesta que hay a la vista es que está siendo impulsada mediante una alianza exterior con una facción palestina contra otra facción palestina, una de las cuales barrió a la otra en las últimas elecciones legislativas. Mientras tanto, para los palestinos de la Diáspora, es automáticamente impensable una solución que por definición excluya a los refugiados. La solución, por tanto, no tiene base de legitimidad entre el pueblo palestino. Pero, para agravar el problema, se ha convertido en causa de feroz lucha interna, con el resultado de que parte del proceso de maduración de la solución consiste en bombardear y matar de hambre a una parte del pueblo palestino para que doblen la rodilla y acepten lo inevitable. Esto no proporciona un símbolo de legitimidad.
A nivel regional, el acuerdo está abriéndose paso contra el telón de fondo de la hegemonía estadounidense y la coalescencia de dos alianzas regionales antagónicas, una de las cuales blasonará la injusticia de este tipo de acuerdo como bandera en sus batallas. Se está impulsando el acuerdo sin tener en cuenta la repugnancia del público árabe hacia el actual proceso de paz, ni su convicción de que Israel no está interesado en una paz justa y su rechazo a los privilegios internacionales de Israel. Si las premisas del público árabe son correctas o no, los regímenes árabes tienen una gran medida de responsabilidad en su situación actual frente a ese acuerdo de solución, la alianza israelo-estadounidense y el doble rasero internacional en todo lo que se refiere a Israel. Ni el acuerdo ni el proceso que lleva a él es legítimo a los ojos de la gente. Además, la brutalidad que Israel ha desplegado para apartar al pueblo palestino de la resistencia y obligarle a arrodillarse ante las condiciones israelíes ha alimentado el rencor popular e impulsado la tendencia de lanzar acusaciones de traición contra las partes árabes que se han prestado a ese proceso de acuerdo.
Es verdad, el pueblo árabe, por lo general, tiene poco qué hacer con sus regímenes actuales. Pero sienten repulsión ante la vista de las partes árabes conspirando junto a Israel contra los resultados de las elecciones palestinas, inmersas actualmente en negociaciones con Israel mientras Israel impone bloqueos y bombardea civiles en medio del mundo árabe. Ni se dejan engañar por la objeción de “la construcción de asentamientos israelíes es un obstáculo para la paz”, que la gente considera nada más que un órdago para poder seguir en el juego de las negociaciones, a pesar de la construcción actual de asentamientos y a pesar del desprecio que esa actitud muestra hacia la opinión pública árabe por parte de gobiernos árabes que podrían hacer muchísimo más de lo que hacen.
Israel ha rechazado todo lo que segmentos amplios del pueblo árabe y palestino consideran legítimas soluciones. Ha optado, por tanto, por el conflicto permanente a pesar de cualquier acuerdo al que pueda llegar fuera del marco de una paz justa y duradera. El conflicto continuará, aunque consiga el tipo de acuerdo que tiene in mente.
La región árabe se encontró con situaciones muy similares en el pasado. Tomó la forma de estado cruzado que también vivió en conflicto permanente con su entorno. No voy a enumerar las similitudes, porque no viene ahora al caso. Baste con decir que, a pesar de los obviamente diferentes contextos históricos, el estado cruzado contrajo numerosos pactos y alianzas con los gobernantes árabe contra otros gobernantes árabes, y no es difícil identificar los paralelos actuales. Podemos también señalar el incendio de la Iglesia de la Resurrección como medio de encender la chispa del enfrentamiento en los días de la locura de Al-Hakim bi Amr Allah, y podemos fácilmente hoy nombrar a dirigentes igualmente desequilibrados con actuaciones parecidas. Podríamos incluso mencionar el papel que los principados del norte jugaron al facilitar el paso de los ejércitos cruzados desde Antioquia a Jerusalén, o cómo se utilizó la religión para estimular y movilizar ejércitos e incluso definir las identidades de quienes emprendían las campañas y de quienes les resistían
Efectivamente, podríamos ofrecer varias similitudes así, pero cada vez que lo hiciéramos nos toparíamos con alguien que rebatiría –correctamente- que el actual orden internacional es completamente diferente del que prevalecía en los días de los caballeros cruzados y los principados árabes. No hay duda de que la permanencia y estabilidad del estado moderno árabe y judío es de una calidad radicalmente diferente; el papel de la religión no es el mismo hoy que lo era entonces, y la relación entre Israel y Occidente es mucho más profunda y más inmediata que la existente entre el estado cruzado y Europa. La caída de Jerusalén en manos cruzadas tuvo lugar diez días antes de que muriera el entonces papa reinante, pero las noticias no llegaron a Roma hasta después de su muerte. La comparación estalla también frente a la inmensa brecha tecnológica y científica entre Israel y los árabes, un abismo que no existía entre los cuatro reinos cruzados y sus entornos árabe, turco, persa e islámico.
Y más importante aún, podemos rebatir que es también obvio que los árabes de hoy no son los árabes del pasado. Los árabes de hoy tienen un pensamiento totalmente diferente en cuanto a conciencia nacional y conciencia pan-arabista, intereses y preocupaciones comunes, así como en su comprensión del colonialismo y de la causas de manifestación nacional. Por tanto, no somos tan inocentes como para trazar analogías. Pero tenemos un paradigma: un estado ajeno a la región implantado por expediciones militares colonialistas, que se establece en oposición a su entorno y que depende para su continuidad de sus fortificaciones y caballeros y de la explotación de las animosidades existentes entre las entidades políticas que le rodean. (La movilización religiosa en ambos bandos, que algunos ven como el quid de la cuestión, es desde esta perspectiva sólo una prueba de la determinación de la entidad implantada en permanecer como algo ajeno).
Al rechazar una solución legítima, Israel ha escogido permanecer en una ciudadela fuertemente fortificada, sobreviviendo a fuerza de su poder de disuasión y de las disputas inter-árabes.
Desde luego, estas diferencias han allanado el camino para los acuerdos árabo-israelíes; también entonces la senda del conflicto perpetuo elegido por el estado cruzado se allanó a base de pactos y tratados. Esta opción estratégica está clara y profundamente arraigada en la opinión pública israelí y se apoya en las fuentes de fortaleza proporcionadas por una distorsionada y malsana relación con Estados Unidos que no tiene precedente en las relaciones internacionales. No hay mucho optimismo en el horizonte en el sentido de que Israel vaya a aproximarse a la solución de un único estado o a la de dos estados, lo que significa que los palestinos y los árabes pueden anticipar una situación que no conduce al cumplimiento de sus derechos. Pero esto no significa que tengan que renunciar a esos derechos. Muy al contrario, deberían rechazar todas aquellas soluciones que sean injustas, desarrollando al mismo tiempo una determinada alternativa democrática que presentar ante judíos y árabes dentro de un marco que pueda salvar el futuro bienestar de la región árabe como un todo.
Esta es la trayectoria de la busca de vida y desarrollo en el intento por mantener los medios de subsistencia en Palestina y en la resistencia contra las realidades que Israel crea de facto sobre el terreno. La resistencia puede conseguir avances parciales importantes a la vez que impide que se normalice la condición colonialista. Sin embargo, el mayor desafío a plantear a Israel es a nivel regional y ha de basarse en el progreso acumulativo que puedan conseguir los árabes construyendo capacidades para resistir a Israel a través de la modernización de sus estados y sociedades, a través de la realización de tareas tan esenciales como la creación de sus potencialidades disuasorias, desarrollo económico y democratización. La lucha es larga, pero hay que emprenderla y al ritmo que más adecuado sea. El tiempo no juega a favor de Israel; está a favor de quién lo utilice sagazmente. Esa es uno de las lecciones más importantes de los últimos sesenta años.
Enlaces con los textos originales en inglés:
Episodio I: http://weekly.ahram.org.eg/2008/889.op2.htm
Episodio II: http://weekly.ahram.org.eg/2008/890/op1.htm
Episodio III: http://weekly.ahram.org.eg/2008/891/op1.htm

Biografías:


El día en que el pavor.. se apoderó de la totalidad de la comunidad árabe

Deir Yassin, diagnostico del horror
Suhail Hani Daher Akel
Rebelión

Hace 60 años comenzó la recta final de la tragedia palestina. En los primeros meses del ’48, un agrete sabor a muerte ensanchó el mar de la violencia que asoló a Palestina y a su pueblo, presagiando la boda de sangre bajo la ocupación británica, el terrorismo sionista y la conspiración del silencio.
Francia, la Checoslovaquia comunista y los mercados negros, abastecieron de una gran cantidad de armas a los europeos sionistas enquistados en Palestina. Nadie estaba al margen de las maniobras, todos estaban atentos, aunque, partícipes distraídos.
Fueron tiempo de descuento contra reloj. La organización terrorista Haganah, más adelante columna vertebral del ejercito israelí, comandada por David Ben Gurion, el 6 de abril del ‘48, lanzó la Operación Naasón para despejar la carretera hacia Jerusalem. La estratégica colina de Deir Yassin a 2.600 pies de altura al oeste de Jerusalem, capital de Palestina, figuró en la lista de los lugares a desmantelar.
Los operativos fueron múltiples y devastadores. La Haganah llevó adelante su plan Yiftah (Jefte), con el objetivo de establecer el terror en la mayor cantidad de las aldeas y las ciudades árabes de Galilea; Haifa; Jaffa, Safad, Nazareth y Tiberiades, seguido por el operativo Matateh (escoba).
Sus demoledores avances permitieron plegar a los otros grupos terroristas y poner en marcha su plan Dalet o plan D, encargado de barrer con 13 campañas militares la población palestina, vaciar las regiones, incluyendo Jerusalem y diseñar el territorio del futuro Estado judío puro, fijado por los propios sionistas, desechando las líneas divisorias marcadas en los mapas de la ONU, para la partición de Palestina en 1947.
He aquí un comentario extraído de las memorias de Yizthak Rabin sobre los deseos de Ben Gurion al respecto: "Caminábamos juntos al aire libre, Ben Gurion nos acompañaba. Yigal Allon (jefe del Palmaj), le repitió su pregunta, ¿Qué debemos hacer con la población árabe (palestina)? Ben Gurion movió sus manos en un gesto que quiso decir ' expulsarlos fuera, fuera' ”. (‘Memorias de Ytzhak Rabin’ versión censurada, publicada en el New Yor Times, el 23 de Octubre de 1979, de la Descripción de Rabin sobre la conquista de ciudad palestina Lydda, después de la conclusión del Plan Dalet).
Luego de la muerte en batalla del comandante de la resistencia palestina Abd al-Kadir al-Hussein (del tronco familiar de Yasser Arafat), en la aldea de Castel, cercana a Jerusalem, quien resistió hasta el final junto con sus combatientes, los terroristas sionistas fuertemente armados acabaron prácticamente con la resistencia armada palestina y despejaron el camino hacia Jerusalem vía Deir Yassin.
Ese mismo día 9 de abril de 1948, en operaciones simultaneas, los grupos terroristas del Irgum Zvai Leumi, liderado por Menahem Beguin (premio Nobel de la Paz 1978) y el Lehi, se ocultaron en el asentamiento ilegal judío de Guivat Sha’ul e invadieron durante la madrugada a la aldea de Deir Yassin, ubicada a cinco kilómetros de Castel y a pocos miles de metros de Jerusalem. No hubo piedad. La peor de las barbaries fueron descargadas sobre la pacifica población campesina. Entraron casa por casa y más de dos centenares de palestinos fueron masacrados, mutilados, saqueados, vejados y arrojados en fosas comunes, frente a las indefensas miradas atónitas y desesperadas de cada uno de ellos. Los gritos de muerte y dolor desgarraron el cielo. No alcanzó.
El Delegado de la Cruz Roja Internacional para Palestina, Jaques Renier, luego de quebrar el bloqueo de los sionistas que prohibieron la entrada a la aldea, detectó que la gran mayoría de los muertos eran mujeres, niños y ancianos. En el macabro escenario encontró mujeres de avanzado embarazo con el vientre abierto a filo de cuchilla, según las deducciones de los observadores, los terroristas habían hecho jocosas apostadillas sobre el género de su contenido.
Al día siguiente del barrido étnico de Deir Yassin, camiones militares sionistas con altoparlantes, recorrieron las calles de Jerusalem extorsionando a los ciudadanos palestinos e invitándolos agresivamente abandonar sus hogares: “Si no os marcháis tendréis el mismo fin que la gente de Deir Yassin”. Tan pronto “llegó a sus oídos que las mujeres habían sido violadas en Deir Yassín, los palestinos huyeron aterrorizados” (Israel and the Arabs: the 50 Year Conflict, BBC).
David Ben Gurión, inmediatamente utilizó la masacre para diferenciarse públicamente y mantener hacia afuera una ‘imagen respetable’ de la Haganah, devenida del socialismo europeo-sionista. Rápidamente Beguin desenmascaró la farsa, algo que caracterizó a ambos, publicando una carta de la Haganah recibida con anterioridad, con el siguiente texto: “Sé que planean un ataque a Deir Yassin. Quisiera señalar que la captura de Deir Yassin y su ocupación forma parte de nuestro plan general. No tengo ninguna objeción en que lleven a cabo la operación si son capaces de apoderarse de la ciudad… Si fuerzas extranjeras, es decir, árabes, penetran en el lugar, esto estaría en contra de nuestro plan de establecer ahí un campo de aviación”. (Diario Ha-Haskif, abril 11 de 1948).
En la partitura de la sinfonía filosófica herodiana imbuida en la mente de los sionistas, Menahem Beguin, lejos de arrepentirse del exterminio cometido, reconoció: “No sólo la matanza era justificada, sino que, no hubiera habido Estado de Israel sin la victoria de Deir Yassin”. ("La Revuelta: la Historia del Irgún", Menahem Beguin). Por su parte, el escritor húngaro-judío Arthur Koestler, escribió: “La masacre de Deir Yassin fue el factor psicológico decisivo de un espectacular éxodo” y admitió que: “ El baño de sangre de Deir Yassin fue la peor atrocidad cometida por los terroristas en toda su carrera”. Por su lado, el profesor estadounidense-judío Don Peretz, relató: “Una psicosis masiva de pavor… se apoderó de la totalidad de la comunidad árabe”.
El razonamiento xenófobo, formó parte curricular de la historia de los sionistas para la expulsión del pueblo palestino de su terruño natural e histórico.
En una entrevista realizada por el periodista israelí Ari Shavit, al ambivalente historiador sionista israelí Benny Morris, le comentó: “Un Estado judío no hubiera nacido sin desarraigar a 700 mil palestinos. Por ello fue necesario desarraigarlos. No había alternativa fuera de la de expulsar a esa población. Era necesario limpiar el interior y limpiar las principales rutas...De ninguna manera se puede justificar actos de violación o actos de masacre, esos son crímenes de guerra. No creo que las expulsiones (de palestinos) de 1948 fuesen un crimen de guerra...Si Ben Gurion había ya iniciado el proceso de expulsión, a lo mejor debería haber terminado la tarea...De haber sido una expulsión masiva -en lugar de parcial- Ben Gurion podría haber estabilizado el Estado de Israel para las generaciones futuras”. (Suplemento semanal diario israelí Haaretz, enero de 2004 y de su libro ‘El nacimiento del problema de los refugiados palestinos 1947-49’, Cambridge University Press, 1987).
La ocupación británica en franco divorcio con los grupos sionistas, se opuso a la política de terror, e incluso, se resistió a un Estado judío, de hecho, votaron contra la partición de Palestina en la ONU. Molestos por los acontecimientos, que además, los golpeó también a ellos, la policía británica llenó las calles de Jerusalem con grandes afiches con el titulo de “Wanted” (Buscados) y ofreció rescate por 10 terroristas judíos del Irgum Tzvai Leumi, del Lehi y del Stren, entre quienes figuraron las fotos de Menahem Beguin, Arieh Ben Elizer y Leih Boyko.
La masacre de Deir Yassin, el desplome de la resistencia y su desarme por parte de la ocupación británica, el asesinato del jefe carismático palestino Abd al-Kadir al-Husseini, las 33 sistemáticas masacres palestinas y la caída del sector occidental de Jerusalem, marcó el esencial factor psicológico que dio lugar a un masivo éxodo de 750 mil palestinos aterrados por el terrorismo sionista. La Nakba (Catástrofe) palestina, estalló.
Deir Yassin, se repitió en cada aldea y ciudad palestina. Se repitió con los mismos actores en la masacre de refugiados palestinos de Sabra y Shatila en Beirut en 1982 y en el genocidio de Gaza en 2008. Deir Yassin, es un recuerdo latente y el diagnostico del horror. Debió ser un ejemplo, para un mundo encadenado por el veto estadounidense, de cómo la raíz del Estado israelí se concretó en el sometimiento y el colonialismo como fenómeno y en la negación como cadalso de los legítimos derechos inalienables del aborigen.
En el ocupado predio de la colina de Deir Yassin, hoy se encuentra el hospital israelí de enfermos mentales Kfar Shaul y apenas a 1.400 metros, en Har Hazicaron (nuevo nombre en hebreo de la zona desde 1948), se erigió en 1953 el Yad Vashem (monumento del Holocausto). Lugar de visita obligada por parte de los lideres mundiales, donde Israel, ejerce con precaria ética el slogan de 'no olvidar' sus sufrimientos en la Europa Nazi, soslayando con la impunidad de la soberbia, que Yad Vashem se edificó sobre los cimientos del soterrado Holocausto palestino de Deir Yassin y Jerusalem.
En lo personal, la mártir Deir Yassin fue el detonante de mi largo exilio.
(*) Ex Embajador del Estado de Palestina en la Argentina / abril 2008
© Copyright, Suhail Hani Daher Akel, Se puede publicar, traducir o distribuir sin modificar el contenido y citando la fuente y el autor
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Nueve de abril se conmemora caida de Saddam Husein

Líder chiíta iraquí amenaza con levantar cese al fuego
El clérigo chiíta iraquí Moqtada al Sader suspendió hoy una manifestación contra los actos por el quinto aniversario de la ocupación estadounidense programados para mañana, pero amenazó con levantar el cese al fuego.
El próximo 9 de abril se conmemora un lustro de la caída del gobierno de Saddam Husein a manos de fuerzas de Estados Unidos, para lo cual Sader había convocado una manifestación de protesta que fue suspendida.
No obstante el líder chiíta amenazó con recomenzar los enfrentamientos contra las tropas de ocupación y la policía en Basora, suspendidos días atrás por acuerdo de ambas partes.
En un comunicado emitido este martes, Sader acusó al primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, de admitir una escalada contra el pueblo iraquí en todo el país y permitir la brutal ocupación estadounidense contra el país árabe.
Sader decidió postergar la manifestación por temor a que sus seguidores sean agredidos.
Esta tarde, autoridades iraquíes anunciaron que impondrán para mañana un toque de queda parcial en Bagdad desde las 17:00 a las 24:00 hora local en las que estará prohibida la circulación de automóviles y motocicletas, informó la emisora de televisión al Iraqiya.
En tanto, la jefatura de las tropas de ocupación informó que el número de efectivos norteamericanos muertos desde el comienzo de la invasión y posterior ocupación de Iraq ascendió a cuatro mil 23, luego de registrarse tres en las últimas horas.
Según el mando, la resistencia iraquí abatió a dos soldados en un ataque con cohetes en esta capital y otro pereció cuando una bomba estalló bajo su vehículo de patrulla.
El Comando Central notificó anteriormente la muerte de otros cuatro soldados norteamericanos por acciones de la insurgencia, con lo cual esta semana se convierte en una de las más violentas contra las fuerzas de ocupación en lo que va de año.
También, la Zona Verde, sector capitalino donde se hallan las principales dependencias gubernamentales y la embajada de Estados Unidos, fue impactada nuevamente con granadas de morteros disparadas por la resistencia.
apr/ycv
PL-198

la crisis que amenaza al Gobierno de Hosni Mubarak en Egipto

Elecciones municipales en un Egipto sumergido en una gravísima crisis
Karen Maron
Gara
La huelga, que empezó a primeras horas de la mañana del domingo y que fue brutalmente reprimida por la Policía -con un saldo de dos muertos en la localidad de Mahalla el Kubra, en el Delta del Nilo, además de cientos de heridos y detenidos por todo el país-, es el corolario de un profundo malestar social que se inicia a principios del año con el aumento del 50% del pan, el alimento básico de la dieta egipcia.
Esta «crisis del pan», como ha sido denominada por los medios locales, obliga a miles de egipcios a soportar colas diarias para conseguir el tan preciado producto en forma subvencionada -veinte panes árabes a un costo de una libra egipcia, equivalente a dieciocho céntimos de dólar-, generando escenarios de violencia en los que se estima que han fallecido al menos cincuenta personas en los últimos tres meses.
Para paliar la crisis que amenaza al Gobierno de Hosni Mubarak, se aumentó en un 60% la subvención a la harina y se ordenó un despliegue de las Fuerzas Armadas para que controlen las panaderías, imponiendo la pena máxima de 15 años de cárcel para aquellos panaderos que comercialicen harina subsidiada en el mercado negro. Pero si el pan ya parece motivo suficiente para que se produzca una rebelión social, hay que sumar otros factores como la inflación, que se incrementó en cuatro meses un 13%, y la vivienda, inalcanzable para buena parte de la población. La situación es tan dramática que 226 diputados liderados por independientes e islamistas exigieron la dimisión del primer ministro Ahmed Nazif.
«Estamos viviendo los peores momentos que recordamos. El dinero no alcanza para nada y estamos hundiéndonos en la miseria», denuncia Sabry, un taxista oriundo de la sureña y turística ciudad de Aswan, arrastrado a esta ruidosa y confusa capital, que fuera considerada el corazón del mundo árabe, reconvertida en una aglomeración sin ley de 17 millones de almas.
«Tengo cuatro hijos, me preocupa su alimento y también la educación. De alguna forma, creo que nos están matando, a pesar de que hay gente que está en peores situaciones», reconoce el imperturbable chófer en medio de un atasco de media hora, refiriéndose al 44% de la población egipcia que vive por debajo de la línea de pobreza con menos de un dólar diario, sobre un total de 76 millones de personas.
La oposición vedada
«Mubarak se tiene que ir del poder. Es una dictadura y nosotros luchamos por tener elecciones libres», señala Mahmud, un joven de 24 años perteneciente al movimiento universitario de los Hermanos Musulmanes mientras participaba en la sexta Conferencia en el Cairo Contra la Guerra, que se realizó la semana pasada en el Sindicato de Prensa. Reclaman la libertad de 800 prisioneros de su movimiento, algunos sin acusación formal, y entre ellos hay al menos 148 candidatos a las elecciones municipales.
Estas detenciones arbitrarias están poniendo en duda la legitimidad de los comicios. «El presidente cree al parecer que el resultado de las elecciones no puede quedar en manos de los electores» criticó Joe Stork, director de HRW para Medio Oriente, ante las redadas en masa de activistas de la oposición y de posibles candidatos.
Hace una semana, un tribunal militar aplazó hasta el 15 de abril la sentencia contra 40 líderes de la Hermandad Musulmana acusados de pertenecer a un grupo ilegal y de estar en posesión de material en contra del Gobierno. Los acusados -a excepción de cuatro en rebeldía- han permanecido detenidos durante más de un año. Por su parte, Amnistía Internacional ha señalado que los arrestos son políticos y que «los presos de conciencia deben ser liberados inmediata e incondicionalmente».
«Queremos libertad», repite Mahmud, el estudiante de Literaratura española que, como su familia -que suma siete personas que viven con 50 dólares al mes-, no se beneficia del 7% de crecimiento anual que el Gobierno de Mubarak exhibe como prueba de su éxito económico y que sólo ha repercutido en la vida de un ínfimo porcentaje de la población, de una nueva clase media que se ha sumergido en un alocado consumismo que la aleja de la realidad del país.
Un Egipto agobiado, que se hunde en el fortalecimiento del islamismo, de la violencia y de la corrupción.
Vetados, los islamistas plantan cara al régimen
Los Hermanos Musulmanes, principal grupo opositor, anunciaron su boicot después de que el régimen haya permitido presentarse a 21 de los 4.000 candidatos a las municipales.
A ellos hay que sumar los 900 islamistas, entre ellos candidatos, detenidos estos días.
El régimen de Mubarak temía un nuevo éxito de los Hermanos Musulmanes, después de que éstos consiguieran en las legislativas de 2005 una quinta parte de los escaños del Parlamento -y eso que se presentaron en menos de un tercio de las circunscripciones-.
Las municipales, previstas en 2006, fueron retrasadas en dos años por temor a un nuevo repunte islamista.
El régimen introdujo recientemente una enmienda constitucional que obligaba a los Hermanos Musulmanes a vencer en al menos 140 municipios para poder presentar un candidato «independiente» a las presidenciales de 2011 F. El-Bacha

Los olvidados refugiados judíos entre los árabes

Según distintas fuentes seguras, entre 1948 y 1967 el número de refugiados Judíos de los países árabes sería aproximadamente 900.000, mientras que el de los refugiados palestinos de origen no sobrepasarían los 650 000. Las pérdidas sufridas por los judíos pueden evaluarse en 200 mil millones $ contra valores diez veces inferiores para los palestinos. La Cámara de Representantes estadounidense aprobó el martes 01.04.08 una Resolución sin precedentes que reconocía a los refugiados judíos de los países árabes que fueron forzados a huir de sus casas tras la creación del Estado de Israel.Los judíos como los árabes son originarios de Oriente Medio, los judíos tienen su origen en las tierras que hoy son Israel, los territorios en disputa y hasta parte de lo que hoy es Jordania. Los árabes tienen su origen en la península arábiga.
Los árabes se expandieron militarmente y conquistaron enormes extensiones de tierras, comprendidas entre el océano índico y el atlántico. Muchos judíos vivían en tierras que fueron ocupadas posteriormente por el Islam.
El judaísmo sólo reclama como tierra propia Israel, mientras que los árabes reclaman todas las tierras ocupadas por su expansión y conquista militar y el islamismo reclama las tierras que fueron ocupadas por el Islam (Dar al-Islam) y las que no lo son todavía (Dar al-Harb, la
casa de la guerra).
Los judíos que fueron expulsados sucesivamente por los países dominados por totalitarismos y dictaduras, nunca han reclamado dichas tierras como propias, sólo se reclama Israel, donde siempre ha habido judíos.Por eso los judíos nunca han reclamado como propias las tierras de los países árabes donde vivieron, muchas veces antes de llegar a ella los árabes en su expansionismo imperial islámico.
La Resolución 185 constituye un
cambio importante de la política de Estados Unidos sobre el problema de los refugiados Oriente Medio.Según los términos de la Resolución, los oficiales americanos implicados en negociaciones de paz en Oriente Próximo que abordan la pregunta de los refugiados palestinos, deben “en adelante incluir también referencias del mismo modo explícitas a la Resolución del problema de los refugiados judíos de los países árabes” y “que los judíos fueron desposeídos de sus propiedades y de sus casas y fueron víctimas de actos terroristas en el mundo árabe” dijeron al Representante Joseph Crowley (D-N. Y.), uno de los patrocinadores de la propuesta. “son gente que vivió en los países Oriente Medio desde más que de las décadas, pero millares de años”
La Resolución adoptada enciende un tema que demasiado mucho tiempo se ocultó, “los refugiados judíos excedían en número a los refugiados palestinos y no debe olvidarse su exilio forzado de las tierras árabes y no debe omitirse de los debates públicos sobre el proceso de paz” dijo al representante Jerrold Nadler (D-NY).
Otro patrocinador de la propuesta, el representante Mike Ferguson (R-N.J.), dijo que el rechazo de las Naciones Unidas en reconocer el problema de los refugiados judíos “era completamente inaceptable y que este problema habría debido solucionarse desde hace tiempo, es una de las cosas que esta Resolución pretende solucionar”.
“Los debates sobre el tema de los refugiados se concentran invariablemente en el desamparo de los refugiados de ascendencia árabe-palestina, exclusivamente y sin discernimiento”, dicho la REP Ileana Ros-Lehtinen; ” poca gente es consciente de la injusticia hecha a los refugiados judíos de los países árabes y de Irán. Éstos (los judíos expulsados del mundo árabe) vieron a sus comunidades plenas de vida, que existían desde siglos, desaparecer brutalmente. Perdieron sus rentas, sus casas, y sus lugares y monumentos, huyendo de la persecución, los pogromos, las revoluciones y dictaduras despiadadas”
Malcolm Hoenlein, el vicepresidente ejecutivo de la Conferencia de los Presidentes de las principales Organizaciones Judías Americanas comenta “el fracaso de reconocer a estos otros refugiados, todos estos años, ha empeorado su indignación y sus sufrimientos y a veces su indigencia.Se olvida que el proceso de su expulsión de los países árabes era sistemático. Es anormal hablar de una única población de refugiados, ya que esto mina el avance en las negociaciones sobre este tema. La Resolución del Congreso va a permitir la educación de toda una generación que sabía pocas cosas sobre la suerte de los refugiados judíos de los países árabes”
La adopción de esta Resolución es la más fuerte declaración americana sobre los derechos de los refugiados judíos desplazados de los países árabes. H.R 185 destaca el hecho de que los judíos que vivían en la tierra árabe sufrieron de las violaciones de los derechos humanos y han sido desarraigados de sus casas y se convirtieron en refugiados.
Stanley Urman, director ejecutivo de “Justicia para los Judíos de los Países Árabes” declaró: “El Congreso acaba de restaurar la verdad en la historia Oriente Medio, recomendando un tratamiento equitativo para todos los refugiados de la región” Es solamente así como hay un impulso de la verdad hacia la justicia, de la justicia hacia la reconciliación, y de la reconciliación hacia la paz entre todas las naciones de la región”
Reacciones
La Liga Antidifamación (ADL) saludó la resolución, en palabras de Abraham Foxman, Director de ADL. http://www.adl.org/PresRele/IslME_62/5264_62.htm
El Instituto Árabe Americano había dicho previamente a la aprobación de la REsolución que esta distrae la atención sobre otros refugiados. http://www.jta.org/cgi-bin/iowa/breaking/107777.html
[Blog Totalitarismo y terrorismo islámico - Noti-Israel]

El liderazgo político árabe siempre ha tenido una vida corta

Secularismo e Islam en el Mundo Árabe
Sukant Chandan

El secularismo en el liderazgo político del mundo árabe ha tenido una esperanza de vida corta si se ve desde su contexto histórico y se convirtió en una política habitual dominante en la lucha de los movimientos políticos por la independencia y desarrollo en la región
MRzine/CEPRID 09/0I/2008 Traducido por: Meysalun Cage
El secularismo en el liderazgo político del mundo árabe ha tenido una esperanza de vida corta si se ve desde su contexto histórico y se convirtió en una política habitual dominante en la lucha de los movimientos políticos por la independencia y desarrollo en la región. Distintos líderes islámicos han sido la principal inspiración política para los árabes y sus movimientos de liberación. Salahud din al-Ayoub, mejor conocido como Saladino, quien liberó Jerusalén de las cruzadas en el siglo 12, es probablemente el líder islámico más conocido fuera de la región. El legado de Saladino deja una profunda fuente de inspiración para los árabes, especialmente para los musulmanes más radicales que no solo ven los símiles con las invasiones y ocupaciones militares de hoy día, sino que directamente usan esta historia en su agitación política en su lucha contra lo que consideran las Cruzadas de los tiempos modernos.Recientemente, el Islam político estuvo a la vanguardia de la lucha contra el colonialismo en el siglo XX. Hay ejemplos de movimientos y líderes de cada país árabe, pero algunos de los más conocidos son el Sheikh Izz al-Din Qassam, por quien Hamás nombró su ala armada. El Sheikh Al-Qassam fue asesinado por los colonialistas británicos en una confrontación armada en Palestina; su muerte encendió lo que algunos llamaron la Primera Intifada Palestina que duró de 1936 a 1939. En Irak, los musulmanes Shi’a se unieron a sus iguales Sunna contra los colonialistas británicos en 1920 en una revuelta popular de la que uno de los más grandes grupos insurgentes musulmanes iraquíes, hasta el día de hoy, toma su nombre, “Brigadas de la Revolución de 1920”.
El Islam Shi’a en Irak se puede relacionar con el surgimiento del grupo libanés Hizbulá. Eruditos musulmanes Shi’a como el Seyyed Fadl-Allah, prominente sabio radicado en el Líbano, que está íntimamente aliado a Hizbulá, fueron inmigrantes de centros religiosos de Irak e Irán. Desde el punto de vista teórico, fueron las ideas de Muhammad Abdu y Al-Afghani, en el siglo XIX, y mucho antes con Ibn-Tammiyah del siglo XIV, quienes han sido algunos de los más importantes contribuyentes de la ideología islámica.Mientras que se pueden señalar las influencias del Islam moderno dentro de la propia historia de la región, haciéndolo una parte integral de la identidad política del pueblo y sus luchas, se encuentran en contraste, las influencias culturales y políticas de afuera de la región en regiones de Europa que influenciaron el Nacionalismo Árabe secular moderno. El padre fundador de este nacionalismo fue el sirio Sati al-Husri, quien fue inspirado por el republicanismo francés y por el nacionalismo alemán del siglo XIX. El Nacionalismo árabe se convirtió en la fuerza política en ascenso en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial.Como el resto del “Tercer Mundo”, el período posterior a la Segunda Guerra Mundial vio la fuerza en aumento de las corrientes seculares y de izquierda nacionalista en la región, inspiradas por el ejemplo de la independencia y el desarrollo social del Bloque Socialista ante la hostilidad neo-colonial. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, los países Socialistas del Este de Europa, y el apoyo directo o indirecto de China a movimientos radicales del Tercer Mundo jugaron además un papel importante en su crecimiento.Fue el destacado Nacionalista Árabe Secular Gamal Andel Nasser de Egipto quien con la nacionalización del Canal de Suez señaló el nivel más alto del renacimiento Árabe moderno. Esto trajo sucesivamente una atmósfera de confianza Árabe sin precedente, que dio vida a varias corrientes de Nacionalismo Árabe, un período en el que ramas del partido Árabe Nacionalista y el Socialista de Ba’az llegaron al poder en Siria e Irak. El Movimiento Nacional Árabe, principalmente con base en Beirut, se desarrolló en varias fuerzas de izquierda como las del Frente Popular para la Liberación de Palestina (PFLP), que puso de actualidad mundial la tragedia ampliamente desconocida que le ocurría al pueblo palestino al ser el primer grupo armado árabe en secuestrar un avión de pasajeros. Y por su puesto, el Fatah secular y de izquierda nacionalista de Yaser Arafat, que llevó a la revolución nacional Palestina a finales de los 60.En este mismo período, las fuerzas islámicas estaban ganando velocidad y se encontraban frecuentemente en la línea de los movimientos de independencia. Aquellos de dentro y fuera de la región, con intereses propios para oponerse a la izquierda anti-imperialista y al surgimiento nacionalista, apoyaron secciones del Islam político que se oponían a los seculares. A la luz de esta compleja interacción entre los dos movimientos políticos, esta relación es casi siempre tan simplificada que se distorsiona. En Argelia, el Frente Nacional de Liberación (FNL), era un movimiento nacionalista islámico, tan inspirado como cualquier otro por las ideas de Fanon, Mao y el Che Guevara, aunque la corriente islámica fue depurada justo después de la independencia. Muchos del liderazgo original de Fatah (incluyendo a Fatah por sus propias exigencias), pertenecían al movimiento del que Hamas es su “Rama Palestina”: Los Hermanos Musulmanes o “Ikhwan al Muslimeen”, una gran fuerza anti-imperialista radical de masas, luego de la Segunda Guerra Mundial, con ramificaciones a lo largo del Mundo Árabe. Los Ikhwan eran más fuertes en Egipto, casa de su fundador Hassan al-Banna. Otro líder egipcio de los Ikhwan, luego de la muerte de Hassan al-Banna, fue Sayyid Qutb, probablemente el más grande estratega y pensador del Islam Político moderno. Fue ejecutado durante el régimen de Nasser en 1966 por ser acusado de planificar un golpe de estado. Inicialmente los Oficiales Libres de Nasser y los Ikhwan estaban aliados en la lucha contra los británicos, antes de que el régimen de Nasser condujera una represión masiva contra el movimiento, encarcelando y torturando cruelmente a muchos de sus activistas. Algo muy poco conocido fuera de la región es que los Ikhwan palestinos jugaron un papel importante en la resistencia contra el establecimiento de Israel en Palestina a finales de los años 40.El declive de las fuerzas secularesEn 1967, la derrota de Nasser y los ejércitos árabes por Israel, se puede ver claramente ahora como el inicio del declive del liderazgo de las fuerzas seculares. Tan pronto como los nacionalistas de izquierda en el Medio Este ganaron poder, empezó a caer su liderazgo en la lucha contra el Sionismo y el Neo-colonialismo. Mientras que muchos vieron en los años 70 luchas lideradas por fuerzas nacionalistas de izquierda, esta década también presenció un cambio cualitativo a favor de las bases del Islam [1]. El pueblo árabe se indignó cuando la República Árabe de Egipto bajo el Presidente Sadat solicitó la paz con Israel, esto hizo que las masas escucharan mucho más a los Ikhwan y a otros musulmanes religiosos [2].
El evento que contribuyó más que cualquier otro al desarrollo de los musulmanes, fue el derrocamiento por los musulmanes del más fuerte aliado de occidente luego de Israel, -- el régimen del Shah en Irán – que era hasta ese entonces “una isla de estabilidad” de acuerdo a Carter, expresidente de los Estados Unidos.Las dos manifestaciones más importantes del desarrollo de los movimientos religiosos musulmanes más importantes en los años 80 fueron el grupo libanés Hizbulá, directamente apoyado en cuanto a entrenamiento militar e infraestructura por el Pasdarán [3], una fuerza militar Iraní, y la Jihad Islámica Palestina. Ambos movimientos veían a Irán como su máxima fuente de inspiración.La Jihad Islámica Palestina fue el primer movimiento islámico que condujo abiertamente la lucha armada contra la ocupación israelí a principios de los años 80, y el primer movimiento en la comunidad Sunna en usar la controversial táctica de ataques kamikaze. Al mismo tiempo los Ikhwan de Palestina se encontraban construyendo una red de organizaciones religiosas y de caridad que tuvieron un valor incalculable en la vida de muchos palestinos, especialmente en Gaza. Los Ikhwan establecieron la Universidad Islámica en Gaza a finales de los años 70, y la construcción de este centro de enseñanza, debate y actividades constituyó un gran paso hacia delante para ellos y forjó una nueva generación de juventud educada en el Islam. Sin embargo, la Jihad Islámica (JI) representaba un desafío para los Ikhwan de Palestina, por ser la única resistencia islámica armada contra Israel en ese entonces. Esto significó que muchos jóvenes miembros del Ikhwan se unían a la JI o presionaban a sus líderes para desarrollar e implementar una estrategia militante para la revolución Palestina. El hecho de que uno de los más carismáticos y astutos ideólogos de los Ikhwan Palestinos, Fathi Shiqaqi, se haya separado para formar parte de la JI debió haber agregado a la imagen de los Ikhwan Palestinos de ese entonces la idea de ser un movimiento incapaz y sin voluntad de enfrentar los desafíos de la lucha por la liberación Palestina. Esto probablemente aceleró los preparativos del Sheikh Yassin y otros líderes de los Ikhwan Palestinos para la lucha armada que se concretó con el establecimiento de la Harakat el Mokawama al Islamiia, “Movimiento de Resistencia Islámica” o Hamás – el segundo día de la Intifada Palestina de 1987. El documento inicial emitido por Hamás en 1988, “La Carta Constitutiva”, es problemático por dar crédito a los Protocolos fabricados de los Viejos de Sión. Se debe tener presente que este documento anti-semita es ampliamente conocido en el espectro político en la región debido al apoyo de Occidente al asentamiento colonialista israelí, y al sentimiento de impotencia entre las masas ante la agresión israelí. Hamás emitió varios comunicados subsecuentes en los que expone de forma más detallada su ideología, estrategia y tácticas.La OLP reclama que la Intifada de 1987 fue dirigida por ellos y que ellos eran “los únicos representantes legítimos del pueblo Palestino”.
El Dr. Azzam Tamimi sostiene en su nuevo libro sobre Hamas, Capítulos no Escritos [4], que los celos de la OLP por proteger su liderazgo pudo haber sido en parte debido al importante papel que jugó Hamás en la Intifada y su desafío a la demanda de liderazgo de la OLP.En un irónico giro de la historia, fueron Occidente y China quienes apoyaron a los combatientes afganos (mujahidin) que lucharon contra el ejército Soviético y el gobierno pro Soviético de Afganistán, y que dieron aún más ímpetu al desarrollo del Islam militante moderno que pronto se convertiría en una poderosa fuerza contra el neo-colonialismo en la región. La Jihad Afgana permitió superar la rivalidad que existía entre militantes a lo largo de las líneas nacionales y étnicas. Superar estas divisiones y forjar la unidad Pan-Árabe y Pan-Islámica, eran algunas de las estrategias principales de Bin Laden y Zawahiri en la construcción de su organización que se convertiría en el violento “Frente Islámico Mundial para la Jihad contra las Cruzadas y los Judíos”, comúnmente conocido como Al-Qaeda, que significa “La Base”, formada en 1998 inicialmente por Bin Laden, Zawahiri y otros. Afganistán era sede de la Jihad internacional, hoy día es Irak principalmente.El papel de Saddam HusseinA finales de los años 80, la popularidad del Islam y el movimiento islámico era tal que el hasta ese entonces secular Árabe Nacionalista Saddam Hussein, al igual que Muammar Qaddafi antes de él, empezaron a sintetizar formalmente el Islam con las ideas nacionalistas Árabes e iraquíes en la estructura social y política de Irak. El ejemplo externo más visible de esto, fue el agregar “Allah u Akbar” –Dios es el más grande – a la bandera iraquí durante la guerra contra Irak en 1990.
Saddam Hussein inició un programa masivo de construcción de mezquitas e intentó apropiarse del resurgimiento islámico que tomaba lugar en la estrategia Baazista de posicionar a Irak como el país árabe de vanguardia al resistir ante el neo-colonialismo. Saddam Hussein pudo haber sido principalmente responsable de contribuir a la síntesis de hoy día del Islamismo y Arabismo radicales, una visión avanzada por Jerry Long en su libro La Guerra de Palabras de Saddam [5]. La guerra de 1990 contra Irak vio por primera vez una unidad entre la izquierda, el nacionalismo y las fuerzas islámicas en la región y más allá, contra la agresión de Occidente.Fundamentalmente el establecimiento de grandes bases militares de Estados Unidos en Arabia Saudita durante la campaña contra Irak cambió la posición de muchos musulmanes que habían estado hasta ese entonces aliados a los Estados Unidos contra los nacionalistas de la región. Estos musulmanes, siendo Osama Bin Laden el más conocido entre ellos, no pudieron sentarse pasivamente y ver las tierras islámicas de Irak y Arabia Saudita ocupadas por los Estados Unidos. Esto se complicó cuando algunos musulmanes se dieron cuenta que Estados Unidos e Inglaterra no los dejarían usar sus propias riquezas petroleras para el beneficio de sus propios países. La explotación de petróleo por Occidente significaba que el único recurso natural del Golfo –el petróleo—se agotaría cerca de las próximas 4 décadas y que ellos tendrían que luchar para arrancarles el control de su propio petróleo antes de quedarse sin nada. Estos cambios políticos culminaron en el establecimiento de Al-Qaeda y muchas otras organizaciones que comparten su perspectiva militar de vanguardia, y muchas más todavía que comparten los objetivos políticos de un mundo Árabe libre de la dominación Occidental.Hoy día, uno ve el cambio del nacionalismo secular al islámico acercarse a las etapas finales de su conclusión. Ghaith Abdul-Ahad al escribir para The Guardian el 12 de junio de 2007 desde un campo de refugiados palestino en Líbano describe vívidamente esta transición contrastando los “débiles, mal equipados y desgastados combatientes de las viejas facciones seculares” y los “musculosos, barbudos y muy bien equipados Jihadis” fundados a través de la red de organizaciones islámicas que abarcan el Medio Este, y describiendo la migración de radicales palestinos, jóvenes y de edad media, de los antiguos campos marxistas a los islámicos. Como un marxista dijo a Abdul-Ahad a sus 50 años, “nunca he perdido mi brújula política. Donde quiera que se encuentren los americanos e israelíes, yo estoy del otro lado. Así que si Hizbulá, los Iraníes y musulmanes están contra América ahora, entonces yo soy un islámico”. Resaltando la continuidad entre los grupos seculares armados de épocas pasadas y los grupos islámicos armados de hoy día, explica un líder del PFLP a Abdul-Ahad que “la mayoría de estos Jihadis estuvieron una vez luchando con nosotros y otras facciones palestinas… si tú vienes a mí y me das 100.000 dólares, yo me cambio del PFLP para formar el Ejército de Creyentes del PFLP. Es muy sencillo”. Otro líder secular explica la desesperanza y furia en sus posiciones, lo que lleva a la juventud desdichada del mundo Árabe a la militancia: “Tenemos hombres jóvenes que no tienen nada, no hay esperanza de una nación, ni esperanza del derecho a retorno de los refugiados, nada sino las dos calles del campo. Con esta situación, yo no me sorprendería si la mitad del campo se convierte en jihadis”.Los musulmanes han estado siempre a la vanguardia de la lucha contra el colonialismo y el neo-colonialismo en el Medio Este desde los tiempos de las Cruzadas.
La mayoría de académicos, legisladores y aquellos que apoyan la independencia y desarrollo del mundo árabe tienen algún conocimiento del período posterior a la segunda Guerra mundial, cuando los movimientos islámicos estaban apoyados por quienes los veían como contrapeso ante los movimientos anti-imperialistas seculares de varias corrientes Nacionalistas Árabes y Marxistas. El estudio y reflexión detallada de la historia contemporánea del mundo Árabe podría, por otro lado, llevarnos a una comprensión más consciente de esta relación, en vez de sólo catalogar un lado como “reaccionarios” y el otro como “progresistas”. Quizá sea tiempo de dejar esta terminología obsoleta y problemática. Los musulmanes se ven a sí mismos al menos tan igual a los seculares radicales, si no como los dueños merecedores del liderazgo de la lucha nacional y social por la liberación. El fin de la disputa entre musulmanes y lo que queda de los seculares en la lucha anti-imperialista es señal del fortalecimiento de los movimientos de independencia en el mundo Árabe, so sólo atribuible a la debilidad de los seculares. Más allá de esto, el liderazgo islámico en esta lucha como la de la resistencia iraquí, sin el apoyo del Bloque Socialista que disfrutaban los seculares, es indicativo de la fuerza de sus raíces ideológicas en la historia, cultura e identidad de masas en la región.Sukant Chandan es periodista independiente radicado en Londres, investigador y analista político.Notas:
[1] NT: Original en inglés radical Islam, es normalmente traducido como Islam radical o extremista, pero según el diccionario Webster, también se refiere a los orígenes, bases o fundamentos de algo.[2] NT: Radical Islamists: Normalmente traducido como islamistas radicales, aquí son traducidos como musulmanes religiosos, siguiendo la definición de radical y haciendo la relación[3] NT: Ejército de Guardianes de la Revolución Islámica[4] Unwritten Chapters[5] Saddam’s War of Words

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