Práctica entre tribus de árabes del desierto. Cuando no hay un gobernante fuerte entre las tribus árabes del desierto que sea capaz de conservar la paz entre dichas tribus, entonces algunas de ellas pueden volver al viejo pasatiempo de asaltar a otra tribu. Seleccionarán primero una tribu que esté bien aprovisionada de ganado y mercancías, enviarán primero exploradores a familiarizarse ellos mismos con la tribu que desean asaltar. Organizarán sus fuerzas a fin de llegar allí en determinada noche en que no haya luna. Vendrán a hurtadillas. Uno de los hombres o jóvenes se acercará a las tiendas para atraer la atención de los perros, luego este joven correrá en otra dirección para atraer a los perros lejos de las tiendas. Cuando el lugar ya ha sido limpiado de los perros, entonces los hombres se abalanzan desde distintas direcciones, desatando los camellos, arrean el ganado y las ovejas, robándose todo lo que pueden de algún valor para llevarlo a sus tiendas o darlo a su jefe. Esto se hace entre el griterío de las mujeres. Los hombres que se les opongan, son vencidos. Pero los asaltantes tendrán mucho cuidado dc no herir a las mujeres dc ni derramar sangre. La religión mahometana permite los asaltos, pero no permite que se pierdan vidas en el proceso. Si se derrama sangre, entonces principia una "riña de sangre” y esto es una cosa muy seria, porque a veces se sucede de generación a generación. La tribu toma empeño en matar a tantos como los que fueron muertos en el asalto.
Práctica en los días del Antiguo Testamento. En el libro de los Jueces, bandas de gente del desierto a quienes se llamaban "Los niños del Oriente", eran una constante amenaza para los israelitas. Cuando estos campamentos de pastores se acercaban a las orillas de los terrenos de agricultura, se planeaba un asalto contra la cosecha de Israel, o algunos de sus ganados, rebaños, u otra mercancía de valor. La Escritura dice de esta gente: "Pues como los de Israel habían sembrado, subían. . . los orientales contra ellos; destruían los frutos de la tierra. . . y no dejaban qué comer a Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos” (Jueces 6:3, 4). Los ladrones que moraban en tiendas eran conocidos en los días de Job, porque él dice de ellos: "Prosperan las tiendas de los ladrones” (Job 12:6). El profeta Abdías dice de los ladrones que roban por las noches: "Si ladrones vinieren a ti, O robadores de noche. . . ¿No hurtarán lo que les bastase?” (Abdias 5). Estos ladrones de tiempos antiguos son en varios modos similares a los asaltantes árabes de tiempos modernos. Estos últimos nos ilustran el método usado por los primeros.
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