El tema ha tratar es controvertido, se presta a interpretaciones y posiciones diversas, genera opiniones a favor pero también en contrario y hasta exacerbadas agresiones verbales. Sin embargo, es un tema que todo aquel que se precie de libre pensador debe abordar por obligación moral, pues se trata de un asunto que atañe a la humanidad y al conjunto de los líderes del Mundo, sin importar ideología política o religión que profesen, pues se trata del inalienable derecho de un pueblo a vivir en paz y de evitar el sufrimiento de la población civil en una región del orbe dominada por la violencia que provocan grupos terroristas en su confrontación con el ejército de un país que hace uso del derecho a proteger a su población civil, sus instituciones y su territorio.
En el Mundo, un pueblo ha sido constantemente vejado, humillado, masacrado, el Judío. Por millones los han sacrificado sin importar que fuesen niños, mujeres o ancianos, ha sucedido de época en época, aprovechando su situación de indefensión; al que los sentenció un Emperador romano que se creía Dios y exigía ser adorado como tal, mismo que los expulsó de su territorio en represalia por negarse a rendirle adoración. Desde entonces, año 70 de la era cristiana, vagaron por el Mundo sin patria, sin hogar, expuestos a toda clase de discriminaciones, al extremo de que en los países que lograron asentarse los sectores antisemitas pretendieron exterminarlos de la faz de la tierra, como sucedió en el holocausto al que los sometió Hitler y sus hordas nazis, durante la Segunda Guerra Mundial. La historia nos trae la referencia de que, pese a la expulsión, conocida como Diáspora, algunas comunidades judías permanecieron en Israel, particularmente en la franja costera, las que incrementaron su población debido al flujo de inmigrantes de los países de la Europa del Este, de los que huían para evitar las terribles masacres de las que eran victimas.
En la actual época, a partir de la fundación del estado de Israel en la tierra de sus mayores, en el año de 1948, los grupos más extremistas de los pueblos vecinos, siendo de la misma raza, Semitas, y según la Biblia descendientes de una de las tribus de Israel, la ismaelita, encubiertos en una falsa guerra santa, se han propuesto, como ellos mismos lo dicen, arrojarlos al mar; para desaparecer el Estado y la Nación. Con ese objetivo, periódicamente realizan actos de terrorismo en escuelas, sinagogas, hospitales, barrios, plazas, cafeterías, dejando un saldo de miles de muertos, heridos y mutilados. Anteriormente, eso lo hacían con toda impunidad, sin recibir castigo, porque eran un pueblo en el exilio, sin defensa alguna, pero ahora tienen un gobierno y un ejército que los defiende. Nunca han sido agresores, pero como todo pueblo, tienen derecho a la defensa.
Lo que asombra, es que solo se divulgue y magnifique lo que sucede en relación a la respuesta bélica que reciben los terroristas, y que se ignore o se trate de minimizar lo que los terroristas le han hecho de manera constante al pueblo israelita.
Todo acto de violencia y de terrorismo debe doler a la humanidad y debe preocupar a los líderes de los países del Mundo, los cuales han de exigir una paz duradera en el medio oriente, que permita que todos los pueblos de esa región vivan felices y sin miedo a ser masacrados
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