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Los Shía y los kurdos dos comunidades en medio de la discusión sobre federalismo en Irak


Por una Federación Árabe–Kurda en Irak
por CEPRID
Introducción del traductor del árabe al español, Assaf Kfoury
El presente artículo escrito por Fawwaz Traboulsi, apareció en el idioma árabe en el semanario Mulhaq al-Nahar al-Thaqafi, Suplemento Literario del diario al-Nahar, de Beirut, el 6 de noviembre de 2005. No se había traducido antes y se ofrece aquí por su relevancia en el desarrollo político de Irak.
El artículo se escribió originalmente, como parte de una serie de piezas por diferentes comentaristas sobre “las consecuencias del federalismo Iraquí en el mundo árabe”, tan solo algunas semanas luego del referéndum del 15 de octubre, en el que se aprobara la nueva constitución iraquí, o mejor dicho, una versión incompleta de la constitución.
Como explico en otro artículo, la lucha por la constitución iraquí todavía se está dando, y el artículo de Traboulsi no es ahora menos pertinente de lo que lo fue al momento del referéndum del 2005. Ahora las posiciones de los diferentes partidos de Irak, se han polarizado más que nunca en estos últimos 2 años. Dos de los temas más beligerantes que están por decidirse en el documento de la constitución, son la naturaleza del federalismo de Irak y la disposición de los recursos naturales del país. Trabulsi trata estos dos temas.
Uno de los llamados de advertencia que hace Traboulsi al pueblo iraquí, tiene que ver con el carácter sectario del borrador de la constitución. La crítica de Traboulsi posee una fuerza adicional, y es que escribe como historiador del Medio Oriente moderno; además, ha sido testigo presencial de los repetidos estragos que produjo por casi un siglo, el sistema de gobierno basado en sectas o confesión religiosa, que hay en el Líbano. – Assaf Kfoury).
El CEPRID lo publica en aras del interés de una postura investigativa y para aventurar el debate, muchas veces simplista, de lo que ocurre en Irak. Eso no significa que el CEPRID asuma su contenido.
Antes de discutir los efectos potenciales que habría en el mundo árabe, de establecerse una federación Iraquí, debemos examinar el federalismo en Irak desde sí mismo. Y debemos hacerlo aunque no se pueda hacer una evaluación final y detallada del borrador propuesto como constitución iraquí, ya que todavía es un documento de trabajo que se sigue modificando y ajustando. Si vamos a examinar la idea de federalismo en Irak, y los problemas potenciales, de ser puesto en práctica, sería bueno comenzar por el anteproyecto como tal, donde se propone al pueblo iraquí, una forma específica de federalismo iraquí.
Cualquier discusión sobre federalismo en Irak, debe tomar en cuenta dos características importantes de la situación actual. La primera característica, es que la ocupación americana no solo logró un cambio de régimen, no sólo puso final al régimen Baazista liderado por Saddam Hussein, sino que demolió completamente el estado Iraquí, eliminando la infraestructura del estado anterior y de alguna manera queriendo reconstruirlo completamente desde cero: las instituciones legislativas y judiciales, el ejército, los ministerios, el servicio civil y toda la administración pública. Y no sólo demolió el estado anterior y sus instituciones, que fueron el objetivo militar directo, sino que tuvo un efecto dislocador en toda la sociedad Iraquí.
Lo que más nos preocupa aquí son los cambios irreversibles que han experimentado como resultado de esto, las tres principales comunidades Iraquíes en sus relaciones entre sí. Actualmente el pueblo Iraquí enfrenta un punto decisivo crucial en su historia colectiva: por un lado, la mayoría del pueblo iraquí rechaza volver a un gobierno central autoritario, cuyos remanentes no están en condiciones de unificar la sociedad Iraquí, ni a la fuerza ni de ninguna otra manera. Por otro lado, somos testigos de un movimiento intenso entre las partes que constituyen la sociedad Iraquí, cuyo resultado está por determinarse – en formas de nuevo elementos de dominación o control, o balance o liderazgo. Las características más importantes de este movimiento en curso son:
Las dos comunidades que sufrieron de mayor discriminación y privaciones bajo el régimen Baazista (los Shía y los kurdos), están ejerciendo ahora una nueva asertividad, pero en diferentes formas que frecuentemente tienen objetivos distintos, no se entienden. Frecuentemente, los líderes Shía reflejan en sus pronunciamientos, que la comunidad Shía está luchando por imponer el principio de que gobierne la mayoría en un sistema político que todavía está en construcción. Mientras que por el contrario, como lo indica la posición de sus líderez, la comunidad kurda está tratando de maximizar los beneficios de su auto autonomía y a la vez preservar su posición en el gobierno central, contra los antecedentes de una opinión pública Kurda que favorece fuertemente la secesión – tema que retomaremos luego.
La comunidad Sunna está luchando por encontrar un nuevo lugar en el orden que emerge. Lo hace luego de largos años durante los cuales Saddam Hussein monopolizaba el poder en su nombre a expensas de su propia mayoría. Esta búsqueda por un nuevo lugar se manifiesta en diferentes formas. Algunos grupos Sunna que adoptan varias ideologías nacionalistas están comprometidos en una insurgencia armada con el propósito declarado de reestablecer un estado Iraquí centralizado, de una forma u otra, en el que puedan volver a ganar sus privilegios. Otros grupos Sunna, que han rechazado la insurgencia armada, pero que la han usado como una moneda de cambio, están compitiendo por una mejor posición dentro del sistema político emergente. Y antes de olvidarnos, ¡Y cómo podríamos olvidarnos!, de la insurgencia armada que ha tolerado de manera periódica o incluso apoyado el tipo de violencia ejercida por Al-Qaeda en Mesopotamia, que apunta indiscriminadamente a civiles y proclama abiertamente que los Shías son apostatas y merecen la muerte.
Por último, pero no menos importante, están los distintos movimientos y fuerzas sociales, incluyendo el movimiento de trabajadores y el de mujeres, que luchan por encontrar una posición y un papel que jugar en el sistema político que aún está en construcción. Lo hacen ante un sistema político que está dando cada vez más prioridad a los derechos comunales, sobre los individuales, y sacrificando cada vez más los intereses socio – económicos para apaciguar las demandas religiosas y regionales.
Viendo los puntos precedentes, no podemos acentuar la importancia de la coyuntura actual en la historia de Irak – es un momento en el que se están reconstruyendo las instituciones estadales de Irak, se está remodelando completamente su sociedad, y se están reconsiderando las bases de su existencia como una sola entidad.
Entonces, ¿cómo es que esperamos que Irak cambie de un estado centralizado a una federación? No tiene sentido decir que los estados en su desarrollo histórico han tendido a ir de federaciones perdidas o confederaciones, a estados centralizados. En el caso de Irak, podría ser que suceda lo contrario, y que eso resulte ser lo mejor para reunificar la sociedad a través de la reconstrucción de las instituciones públicas y estadales de forma distinta. Reunificar la sociedad Iraquí no es lo mismo que reestablecer un estado unitario centralizado; más bien, si la sociedad iraquí se reunifica de manera voluntaria, podría ser probablemente el producto de una forma de gobierno que delega autoridad, permite a todos los componentes de la sociedad ejercer sus derechos de autogobierno, y distribuye de manera equitativa los recursos nacionales y los servicios públicos.
La segunda característica importante de la situación actual en Irak, en lo que respecta al tema de federalismo, es el crecimiento de la corriente Kurda de una completa secesión, algo a lo que ya me referí antes. Una aplastante mayoría del pueblo Kurdo expresó este sentimiento una vez más en una encuesta conducida al margen de la elección parlamentaria más reciente. ¿Acaso este deseo de separación existía entre los kurdos antes de la invasión americana?, ¿Y podían los kurdos expresar este sentimiento de manera abierta justo después de la invasión?, ¿O es este sentimiento secesionista el producto de eventos específicos y de la historia?... De hecho, una serie de factores ha contribuido a este cambio de los kurdos, a lo largo de muchos años, de una demanda de autogobierno en Kurdistán dentro de un Irak democrático, al llamado a una completa separación.
La mayor parte de la evidencia disponible indica que el cambio de la población Kurda hacia la secesión, empezó durante el último período del régimen Baazista, y específicamente, desde la llamada campaña de Anfal, de 1988 al 89. Durante esta campaña, las regiones kurdas estaban expuestas a genocidios, limpieza étnica, destrucción de cientos de aldeas, arabización forzada, migración forzada de miles o más bien cientos de miles de habitantes. En otras palabras, el movimiento por la secesión kurda creció como reacción a las políticas tiránicas, nacionalistas – chauvinistas extremas, aplicadas por el gobierno central para tratar la cuestión de los kurdos.
Vale agregar que el movimiento kurdo pro secesión se fue gestando durante los años de autogobierno en los años 90 y luego, cuando las regiones kurdas al norte de Irak estaban fuera del control de Bagdad y aisladas de las regiones del sur de mayoría árabe que permanecían bajo el régimen Baazista.
Claro que la existencia de una corriente separatista dominante entre los kurdos actualmente, no significa a priori, que no pueda desvanecerse como resultado de circunstancias futuras, ni tampoco significa que la secesión kurda está destinada a darse independientemente de las circunstancias. Muchos factores internos y externos militan contra una secesión completa. En particular, muchos de los líderes y partidos kurdos continúan buscando una solución dentro de los límites de una sola entidad Iraquí, mientras que la secesión completa bajo las condiciones actuales, socavaría los intereses económicos de las regiones kurdas, así como sus relaciones exteriores.
Como estoy hablando de secesión, debería indicar que yo apoyo completamente el derecho del pueblo kurdo de su autodeterminación nacional, incluyendo su derecho a separarse completamente y formar un estado independiente. Pero mi apoyo a este derecho no es neutral, y no veo contradicción alguna en ser parcial con respecto a otra alternativa: Como ciudadano árabe, también estoy a favor de que a la final, la decisión de los kurdos de Irak, sea la de permanecer dentro del mundo árabe, como una afirmación de que este mundo árabe puede estar abierto a las distintas comunidades étnicas, regionales y religiosas – en todas sus diversidades y multiplicidades – en un contexto de coexistencia y cooperación que nos enriquecen a todos.
Basado en esto, entiendo que la propuesta de un Irak federal sea por un sistema de gobierno que garantice a la minoría kurda todos sus derechos legítimos: ejercer su autogobierno, usar su propia lengua, preservar y desarrollar su propio patrimonio, y recibir su parte justa de la riqueza y el presupuesto nacional – en el contexto de un Irak unificado, como alternativa a la opción de una completa separación.
Dicho esto, esta visión de una federación árabe – kurda en Irak es problemática y está cargada de dificultades. Mientras que provee una respuesta a parte del problema, genera otros problemas. Cualquier sistema federal, sea en Irak o en cualquier otra parte, se erige sobre la supuesta existencia de dos o más regiones autónomas o semi-autónomas. En la situación actual de Irak, existe solamente una región autónoma al norte kurdo, que consta de tres provincias, en las que ya se ejerce un autogobierno, a través de la creación de un gobierno regional, un parlamento regional, una administración regional, y fuerzas armadas regionales. Ante esta única región autónoma, hay: (1) un gobierno central que refleja un giro en la fórmula de repartición del poder* entre una comunidad étnica (kurda) y comunidades religiosas (árabes), y (2) 15 provincias en el resto del país con una gran mayoría de árabes.
La cuestión es: ¿Entre quiénes y quiénes se dará esta propuesta de federación iraquí? En el proyecto de la constitución se da una respuesta mediocre, que estipula que cualquier provincia (o grupo de provincias) puede convertirse en una región federal separada. Por ejemplo, uno de los puntos del plan de federación, establece que la separación de una región debe ser aprobada por la mayoría de electores por plebiscito. En el sistema federal propuesto en el anteproyecto de constitución, el poder y la representación se dividirán entre 4 niveles distintos: (1) la capital Bagdad y las áreas metropolitanas circundantes con su propia especial organización ejecutiva y administrativa; (2) las regiones, cada una constituida por una o más provincias que eligen formar una unidad federal de autogobierno; (3) las provincias, administradas en conjunto por las autoridades federales y de la provincia; y (4) lo que el anteproyecto llama (la administración local), responsable por los asuntos de las minorías religiosas (Cristianos, Yazedis, Mandi Sabeos) y pequeñas minorías étnicas (de Turkmenistán y Armenia). No hay que tener mucha capacidad imaginativa para prever una situación de confusión y conflicto cuando este sistema se ponga a prueba, principalmente porque la población de Bagdad y las áreas circundantes, que representa más de un quinto del total de Irak, es una mezcla de todas las comunidades étnicas y religiosas.
La única explicación creíble para la adopción de este problemático sistema es que la comisión responsable del anteproyecto de constitución se niega a considerar un solo criterio definitorio para la federación, a saber, una división étnica entre árabes y kurdos. Esto es lamentable, porque la única significativa y efectiva federación, capaz de abarcar todas las diversidades y sectarias y religiosas de la sociedad iraquí, es una federación árabe – kurda, constituida por dos regiones autónomas: una que incluye todas las provincias de mayoría kurda, y otra que incluye todas las provincias de mayoría árabe. De esta manera, el poder y la representación se dividiría entre 2 niveles en lugar de 4 – con los primeros de estos dos niveles ya mencionados en el anteproyecto de la constitución: (1) una asamblea general de todos los delegados electos por la totalidad de la población Iraquí, con un delegado por cada 100mil votantes; y esta asamblea elige al jefe de estado y un consejo de ministros; (2) las instituciones regionales en cada una de las dos regiones autónomas. (Según entiendo, durante las discusiones del anteproyecto de constitución, hubo un planteamiento similar de una federación entre dos regiones, una llamada kurdistán y otra Mesopotamia, pero no se le hizo seguimiento.)
Tal solución federal nos lleva directamente a cuestionar la identidad iraquí. ¿Es un país árabe?, ¿Es parte del mundo árabe? No cabe duda de que el panorama estadounidense de Irak ha sido el de dividir la sociedad iraquí en una comunidad étnica (kurda) y dos sectas islámicas (Sunna y Shía). El efecto ha sido el de disminuir el papel de la población árabe iraquí y su mayoría étnica. Esta ha sido la visión subyacente de la política estadounidense desde la Guerra del Golfo de 1990 al 91: la resolución de las zonas de tráfico aéreo restringido luego de 1991, la repartición y distribución de comida durante el programa de las Naciones Unidas de comida por petróleo, la representación del régimen iraquí como un régimen Sunna, etc… Esta ha sido la visión del lado de nuestro oponente – el poder imperial y los intereses que sirve.
Pero desde nuestro lado – el lado que apoya la liberación Iraquí – la cuestión crucial es: ¿Qué queremos?, ¿Adoptamos la visión de nuestro oponente o la confrontamos con una visión alternativa? Una que exprese realmente la voluntad del pueblo Iraquí.
Mi punto es que mucho del debate sobre la identidad árabe iraquí, se está dando en un contexto de símbolos e imágenes que ignora la realidad. Hay quienes han criticado una de las cláusulas del anteproyecto de constitución que establece que los “ciudadanos iraquíes árabes son parte de la nación árabe”, sin ninguna mención de que Irak es un país árabe o parte del mundo árabe, leen el borrador como despojando a Irak de su identidad árabe. Hay algo de validez en esta crítica, pero hay una omisión mucho más importante en el anteproyecto de la constitución: no trata a los habitantes iraquíes árabes como una étnia, y sólo los identifica según su identidad sectaria. De hecho, ¿Cuál es el beneficio de enmendar el anteproyecto de la constitución para incluir alguna suerte de cláusula que proclame a los iraquíes como parte del mundo árabe – sólo para complacer al Secretario General de la Liga Árabe – si el anteproyecto ni si quiera reconoce a los ciudadanos árabes iraquíes como una sola comunidad étnica y más bien los despoja de cualquier participación constitucional, como la del sistema político Iraquí?
Un comentario final para referirme a la distribución de ingresos por el sector de gas y petróleo. Este es un tema particularmente sensible en un sistema federal iraquí, que debe ser considerado en contra del historial presente y pasado, ya que siempre ha sido considerado como un elemento de división y discordia. Primero, reconocemos que el anteproyecto de constitución establezca explícitamente que los recursos de petróleo y gas son propiedad común de todo el pueblo iraquí, y que sus ingresos serán distribuidos proporcionalmente según la cantidad de población en cada región. También destina una parte especial para las partes del país que fueron privadas de los ingresos durante el anterior régimen Baazista. Hasta ahora, esto sólo tiene que ver con la propiedad y distribución de los ingresos. Pero para la administración de la producción de gas y petróleo, el anteproyecto plantea que sea en conjunto entre las autoridades federales y regionales, pero limitado a los campos que se están explotando actualmente. El anteproyecto no especifica nada sobre la administración de los campos que se descubran en el futuro, permitiendo la posibilidad de que estos estén controlados solamente por las autoridades regionales. Esta es una ambigüedad lamentable, un presagio de conflictos potencialmente divisionistas, especialmente porque se estima que las reservas petroleras iraquíes excedan mucho más el nivel de producción actual.
U ejemplo de estos problemas potencialmente divisionistas es la lucha actual por el control de la ciudad de Kirkuk en el norte de Irak. La demanda que hacen los kurdos de Kirkuk, el conflicto respecto a la composición étnica, y el debate de si debe ser o no parte de la región autónoma kurda, hace todo mucho más crítico, precisamente por la importancia que tiene esta ciudad para la industria petrolera. La insistencia unilateral de cualquier grupo, para controlar Kirkuk, socava el federalismo iraquí, y más aún, animan a quienes quieren establecer una región separada en el sur de Irak, a demandar los derechos de una propiedad similar en los campos petroleros del sur. Independientemente de lo que resulte de la situación y la locación geográfica de Kirkuk, dentro o fuera de la región autónoma de los kurdos, es importante que esta riqueza petrolera permanezca bajo el control y administración federal, representando la propiedad en conjunto de todo el pueblo iraquí.
Nota del traductor Assaf Kfoury: la fórmula de repartición del poder está “sesgada”, ya que no es una sociedad entre comunidades étnicas solamente, o entre comunidades religiosas, sino entre una comunidad étnica y dos comunidades religiosas, con esta última limitada a los árabes. Los kurdos son distintos en sus formas religiosas, al igual que los árabes. Hay un número significante de Sunnas y Shías (y otras denominaciones religiosas) no sólo entre árabes, sino entre kurdos y otras comunidades étnicas más pequeñas aún en Irak, como lo es Turkmenistán.

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