Ben Laden: “No consentiré que ningún musulmán vuelva a sufrir la humillación del Al Andalus”.
El Islam no es solamente una religión, ya que se define a sí mismo como una ideología que aglutina sociedad, política y religión, basada en el Corán.
Por Luis David Bernaldo de Quirós Arias
El Islam es uno de los temas más popularizados en la actualidad por razones obvias. Según el grupo mediático que esté detrás que, normalmente, suele obedecer a alguna agenda política, el Islam puede ser tratado como idea a la que más o menos se puede justificar, o también puede ser considerado como un problema. Nosotros pensamos que es sinónimo de atraso, primitivismo e intolerancia
El Islam es una palabra árabe que, como ya se sabe, significa “entrega a Dios o sumisión a su voluntad”. Pero el Islam no es solamente una religión, ya que se define a sí mismo como una ideología que aglutina sociedad, política y religión, basada en el Corán. Es, por tanto, un proyecto sociopolítico basado en la religión que intenta organizar la sociedad musulmana con un sin fin de reglas sociales tarea, por otra parte, a la que se dedicó Mahoma durante 10 años (622 al 632). Dicha tarea y la de expandir el máximo el Islam, son las prioridades de todo gobierno musulmán. Hay que islamizarlo todo: escuelas, periódicos, televisión, etc. Esta islamización incluye, como es notorio y palmario, la brutal marginación y desprecio de la mujer.
A pesar de que el Islam tuvo un potencial creativo superior en aquellos siglos al Occidente cristiano, como lo demuestran su filosofía, su arte, sus avances en la medicina, etc, etc, sin embargo la revoluciones industriales posteriores tuvieron lugar fuera del territorio islamista. Hoy día el panorama cultural e intelectual del mundo árabe-musulmán es desolador: su superioridad sólo se manifiesta en la producción de materias primas (petróleo fundamentalmente) que, en vez de generar riqueza para los pueblos, lo único que ha creado son unas corruptas monarquías feudales y unos regímenes dictatoriales, que amasan ingentes fortunas por la explotación de esos recursos, mientras las masas empobrecidas y desesperadas, son aprovechadas para lanzarlas como turbinas contra Occidente el cual, según los pseudointelectuales de izquierda, algún que otro tardomarxista y los defensores de la causa árabe, es el culpable de todos los males del mundo en general, y los del mundo árabe-musulmán en particular. Conviene recordar que a pesar de la inmensa riqueza generada por el petróleo, el 60% de la población musulmana inferior a 20 años está desocupada.
No obstante, para muchos fundamentalistas, los problemas actuales del mundo árabe-musulmán son debidos a la pérdida de la fe en el Islam: el atraso y la pobreza son un exponente de ello. Los pobrecitos y míseros jeques, príncipes, monarcas, emires, dictadores, dinastías, líderes árabes, etc, no tienen culpa de nada. Hay que recuperarla fe para volver al paraíso perdido. No importa que estos personajes sean inmensamente ricos.
De ese empobrecimiento y desesperación de las masas, se aprovechan los de la internacional de la mentira, del rencor, del odio, del resentimiento, de la venganza, de la furia y de la inquina para justificar todo tipo de reivindicaciones del pueblo musulmán, incluidas las religiosas. Recordemos que el inefable e ínclito Santiago Carrillo defendió por televisión el acercamiento ¡¡entre el Islam y el comunismo!! con motivo de que los colectivos musulmanes pudieran utilizar la catedral de Córdoba como mezquita.
Si bien es cierto que dentro del mundo islámico hay diversas tendencias, incluso antagónicas, sin embargo existen preceptos y dogmas inmutables. A saber:
Primero..- La imposibilidad de que un musulmán pueda cambiar de religión.
Segundo..- La imposibilidad de que existan sindicatos para la defensa de los trabajadores.
Tercero..- La imposibilidad de que una mujer musulmana pueda contraer matrimonio con un no musulmán.
Aparte de todo esto, existen otros aspectos monstruosos como la pena de muerte por apostasía o la aceptación de los castigos corporales. Y por si fuera poco, también se contemplan tres desigualdades intocables: la superioridad del musulmán sobre el no musulmán; la superioridad del hombre sobre la mujer y la superioridad del amo sobre el esclavo.
Además de esta situación de miseria y pobreza, el pueblo musulmán se encuentra despreciado por los gobernantes antes mencionados que manipulan a los habitantes apelando al fanatismo, con lo que se consigue llenar más el depósito con el combustible del odio. A dichos gobernantes les interesa que el pueblo siga sumido en la ignorancia y el fanatismo. En Iraq, país que sólo en teoría es laico, se creyó que el eclipse de Luna del 2.004 se produjo porque Alá estaba enfadado.
Una de las preocupaciones de estos gobiernos, si es que se les puede llamar así, es la creación de “madrazas” o escuelas coránicas, con la intención de adoctrinar, preparar y desarrollar fanáticos. A tal fin dedican verdaderas fortunas, que mejor se emplearían en proporcionar cultura, educación, etc, a la población.
Otro asunto del que casi nadie habla, es el de la penetración del Islam en el mundo Occidental en general y en España en particular. En el último libro de Oriana Fallaci intitulado "La fuerza de la razón", se puede leer lo siguiente:
“Hoy, el barrio del Albaicin es, en todos los sentidos de la palabra, un Estado dentro del Estado. Un feudo islámico que vive con sus leyes e instituciones. Su hospital. Su matadero. Su periódico, “La hora del Islam”. Sus casas, sus bibliotecas, sus escuelas (que enseñan exclusivamente a aprender de memoria El Corán). Sus tiendas, mercados, talleres de artesanía y bancos. E, incluso, su divisa, puesto que allí se compra y se vende con moneda de oro y plata acuñadas sobre el modelo del “dirham” usado en tiempos de Boabdil, el señor de la antigua Granada. (Estas monedas son acuñadas en una ceca de la calle de San Gregorio que, por las conocidas razones de “orden público”, el Ministerio español de Hacienda finge ignorar”.
El diario "El Mundo" publicó no hace mucho las fotografías de dicha moneda con el nombre traducido de “dinar”. Sobre esta “divisa”, el presidente en España de la Comunidad Islámica (¿existe su homólogo cristiano en algún país musulmán?) y director de la mezquita de Granada, Sidi Ruíz, dice que este sistema monetario es más fiable que el que sostiene al dólar o al euro, monedas estas que “acabarán por desaparecer por no estar respaldadas por depósitos de riqueza reales”. ¿Por qué no pregunta este pintoresco personaje a los jeques y demás dictaduras islámicas si el petróleo es una riqueza real o irreal? También les puede preguntar por qué amasan sus fortunas en dólares y no en dinares granadinos.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se podría preguntar al Ministerio de Hacienda por qué autoriza la acuñación de tal moneda.
Aunque nosotros hayamos olvidado que Tarik, en el año 711, desembarcó en Gibraltar (llamado así en honor de este militar musulmán Gib Al Tarik, la roca de Tarik), ellos no lo han olvidado. Lo ha demostrado Ben Laden: “No consentiré que ningún musulmán vuelva a sufrir la humillación del Al Andalus”. ¿No se da cuenta, señor Zapatero, que lo de la guerra de Iraq es simplemente una disculpa explosiva coyuntural? ¿Cree usted que por retirar las tropas vamos a dejar de ser objetivo del terror islamista? ¿No se da cuenta de que otros países árabes como Irán, Siria, Arabia Saudí intervienen en el conflicto directa o indirectamente? ¿Cree que con la citada retirada de tropas se va a conseguir la democratización de Iraq, un país sin demócratas?
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