Para muchos, el espectáculo brindado por los centenares de miles de palestinos que irrumpieron en Egipto luego de que militantes de Hamas, la organización islamista que controla la Franja de Gaza, demolieran el muro fronterizo, ha servido para subrayar lo inhumano que según ellos es el bloqueo israelí. Parecería que los presuntos voceros de la "comunidad internacional" están tan acostumbrados a condenar a Israel por querer defenderse contra los ataques con cohetes de Hamas, cerrando periódicamente la frontera, que a ninguno se le ocurrió criticar al gobierno egipcio por construir barreras destinadas a impedir el ingreso de los palestinos en su territorio y por procurar frenarlos usando palos, perros y cañones de agua, hiriendo a por lo menos noventa personas, en su mayoría mujeres. Asimismo, se da por descontado que la "catástrofe humanitaria" que según la ONU se cierne sobre Gaza es obra exclusiva de Israel y que para paliarla será necesario movilizar la ayuda internacional, es decir europea, a pesar de que merced al alto precio del petróleo el mundo árabe esté nadando en dinero y en consecuencia dispone de recursos más que suficientes como para ayudar a sus "hermanos".
Conforme a miembros de Al Fatah, la organización fundada por Yasser Arafat que ha conservado su poder en Cisjordania después de perderlo frente a Hamas en Gaza, el gobierno israelí está pensando en desvincularse por completo de la zona devolviéndola a Egipto, que de todos modos la administraba antes de la Guerra de los Seis Días de 1967. Dicha alternativa no atrae al régimen egipcio por dos motivos: uno es que en tal caso le correspondería intentar solucionar el problema planteado por Hamas, un movimiento terrorista brutal que cuenta con muchos simpatizantes en Egipto; otro es que desde la fundación del Estado de Israel en 1948 la estrategia de todos los gobiernos árabes ha consistido en mantener a sus congéneres palestinos como refugiados, negándoles el derecho de adquirir la ciudadanía de los países anfitriones. La política así supuesta ha merecido críticas de algunos dirigentes europeos que señalan que en su parte del mundo los intercambios masivos de población que tuvieron lugar después de la Segunda Guerra Mundial fueron el preludio necesario de la convivencia pacífica actual. Puesto que aproximadamente la mitad de los israelíes tiene su origen en países árabes donde la persecución y la discriminación religiosa hicieron sus vidas imposibles, los paralelos con Europa, en donde la presencia de fuertes minorías alemanas en muchos países causó un sinfín de problemas, son evidentes pero no incidieron en la actitud de los regímenes árabes debido a su resistencia a abandonar definitivamente la idea de que, andando el tiempo, lograrán expulsar a Israel de la región.
Aunque presionado por Estados Unidos y la Unión Europea el gobierno israelí acepta que la mejor forma de poner fin al conflicto consistiría en la creación de un Estado palestino viable dispuesto a garantizar la seguridad de los habitantes de lo que los islamistas califican de "ente sionista", la posibilidad de que prospere la empresa así supuesta parece remota. Hamas ya domina la Franja de Gaza y, si no fuera por el apoyo de Israel a Al Fatah -una proporción sustancial y al parecer creciente de los árabes y otros musulmanes, sería vano esperar que se sintiera satisfecho con la construcción de un Estado propio. Desde su punto de vista, sería a lo sumo un paso más hacia su objetivo declarado de restaurar la supremacía musulmana en todo el Oriente Medio, una aspiración que, demás está decirlo, es incompatible no sólo con la existencia en cualquier forma de Israel sino también con los intereses de Estados Unidos y los países europeos que por motivos patentes no quieren que el islamismo militante se anote lo que sería celebrado como un triunfo histórico sobre los judíos y los "cruzados" occidentales.
organización que también quiere ver desmantelado el Estado Judío pero que por motivos prácticos ha asumido últimamente una postura más moderada-, sería probable que los islamistas lograran imponerse también en Cisjordania. Puesto que Hamas está totalmente comprometido con la aniquilación por los medios que fueren del "ente sionista" y disfruta del respaldo pleno de una
Conforme a miembros de Al Fatah, la organización fundada por Yasser Arafat que ha conservado su poder en Cisjordania después de perderlo frente a Hamas en Gaza, el gobierno israelí está pensando en desvincularse por completo de la zona devolviéndola a Egipto, que de todos modos la administraba antes de la Guerra de los Seis Días de 1967. Dicha alternativa no atrae al régimen egipcio por dos motivos: uno es que en tal caso le correspondería intentar solucionar el problema planteado por Hamas, un movimiento terrorista brutal que cuenta con muchos simpatizantes en Egipto; otro es que desde la fundación del Estado de Israel en 1948 la estrategia de todos los gobiernos árabes ha consistido en mantener a sus congéneres palestinos como refugiados, negándoles el derecho de adquirir la ciudadanía de los países anfitriones. La política así supuesta ha merecido críticas de algunos dirigentes europeos que señalan que en su parte del mundo los intercambios masivos de población que tuvieron lugar después de la Segunda Guerra Mundial fueron el preludio necesario de la convivencia pacífica actual. Puesto que aproximadamente la mitad de los israelíes tiene su origen en países árabes donde la persecución y la discriminación religiosa hicieron sus vidas imposibles, los paralelos con Europa, en donde la presencia de fuertes minorías alemanas en muchos países causó un sinfín de problemas, son evidentes pero no incidieron en la actitud de los regímenes árabes debido a su resistencia a abandonar definitivamente la idea de que, andando el tiempo, lograrán expulsar a Israel de la región.
Aunque presionado por Estados Unidos y la Unión Europea el gobierno israelí acepta que la mejor forma de poner fin al conflicto consistiría en la creación de un Estado palestino viable dispuesto a garantizar la seguridad de los habitantes de lo que los islamistas califican de "ente sionista", la posibilidad de que prospere la empresa así supuesta parece remota. Hamas ya domina la Franja de Gaza y, si no fuera por el apoyo de Israel a Al Fatah -una proporción sustancial y al parecer creciente de los árabes y otros musulmanes, sería vano esperar que se sintiera satisfecho con la construcción de un Estado propio. Desde su punto de vista, sería a lo sumo un paso más hacia su objetivo declarado de restaurar la supremacía musulmana en todo el Oriente Medio, una aspiración que, demás está decirlo, es incompatible no sólo con la existencia en cualquier forma de Israel sino también con los intereses de Estados Unidos y los países europeos que por motivos patentes no quieren que el islamismo militante se anote lo que sería celebrado como un triunfo histórico sobre los judíos y los "cruzados" occidentales.
organización que también quiere ver desmantelado el Estado Judío pero que por motivos prácticos ha asumido últimamente una postura más moderada-, sería probable que los islamistas lograran imponerse también en Cisjordania. Puesto que Hamas está totalmente comprometido con la aniquilación por los medios que fueren del "ente sionista" y disfruta del respaldo pleno de una
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