No olvidemos que antes de la Segunda Guerra Mundial ya habíamos empezado a sufrir la contaminación nazi. Las "leyes raciales" de Hitler, decidido a convertir a los judíos en cucarachas que debían ser exterminadas en Alemania y en el mundo para obtener una maravillosa higiene ( Judenrein , "limpio de judíos"), no sólo sirvieron para humillar a millones de personas y descalificarlas impiadosamente, sino para activar la más sistemática y colosal industria de la muerte, que fue el Holocausto. Se empezó por la deslegitimación y se llegó al genocidio.
En 1935, se fundó la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) para enfrentar la campaña antisemita, que fogoneaba la embajada de Alemania nazi con el apoyo de los fascistas locales. Desde el comienzo, obtuvo el apoyo de casi todas las personalidades democráticas de nuestro país. Pero otros, que también se creían democráticos, sin advertir las bacterias de odio que los trastornaban, pusieron palos en la rueda. La DAIA, desde sus inicios, comprendió que el rechazo a los judíos es el aperitivo de otros rechazos. Y se esmeró en tender puentes para que su lucha abarcase todo tipo de discriminación.
Esta tarea continúa hasta el presente, como puede advertirse en sus serios informes anuales. El último fue presentado el 23 de septiembre en la Biblioteca Nacional. La DAIA tiene los méritos de haber bregado por el fortalecimiento del tejido social argentino y de ser la contundente precursora del Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo).
Nadie se confunde con la palabra "antisemita". Su etimología remite a un hijo de Noé llamado Sem, antepasado mítico de todos los pueblos de Medio Oriente, pero se sabe que se refiere exclusivamente a los judíos. No se llama antisemita a quien profesa prejuicios contra los árabes, los kurdos o los drusos. Sólo contra los judíos.
La palabra fue acuñada en 1879 por el periodista Wilhelm Marr, en su libro Zwanglose Antisemitische Hefte . Ese mismo año, Wilhelm Scherer lo siguió y usó el término Antisemiten en el diario vienés Neue Freie Presse. Martilló con él en un panfleto que exhortaba a la hostilidad contra los judíos, sin apelar a connotaciones religiosas, como venía ocurriendo desde hacía centurias. Fue una novedad maligna, que produjo graves consecuencias. La obra de Marr, publicada en Berna, tuvo mucho éxito (doce ediciones en un solo año) e inspiró la fundación de la Liga de los Antisemitas.
La atmósfera nacionalista que predominaba en Europa facilitó que los judíos fueran estigmatizados como un pueblo "apátrida", ajeno al resto de la nación y, en consecuencia, un potencial enemigo. De ahí a convertirlo en raza maldita, inferior y perversa, sólo quedaba el paso que dio Hitler.
Es asombroso cómo se proyectan en los judíos todas las patologías, de la misma forma que desde hace milenios. Se les atribuyen conspiraciones, horrendos crímenes y planes siniestros. Son el "pueblo maldito" que aspira a dominar el mundo. Con una diferencia, sin embargo: los antisemitas no dicen que esos vitriólicos ataques apuntan contra los judíos reales, porque suena políticamente incorrecto. Suelen enfatizar que tienen un amigo judío. Pero en medio de la diatriba se les escapa la palabra "judío" con una carga de animadversión imposible de ocultar.
Sólo en 2007 se han registrado 348 actos antisemitas en la Argentina, según fuentes periodísticas, los departamentos de asistencia comunitaria y jurídica de la DAIA y los datos del Inadi. La cifra debe de ser superior, desde luego, porque muchos ataques no se denuncian. Hay una disminución respecto de 2006, cuando habían llegado a 586. En su mayoría, se trató de agresiones diversas, pintadas contra instituciones educativas, sociales y religiosas, violación de cementerios, golpizas a personas de diverso sexo y edad, distribución de publicaciones y difusión de programas radiales que instigan al odio y la demonización.
Sin embargo, debemos también mirar la mitad llena de la copa, como dije al principio. Muchas de las vilezas han sido identificadas, procesadas y sancionadas. Como ejemplo, cito un fotolog que subía a Internet imágenes de vecinos judíos, a los que se adicionaban insultos y amenazas. El creador se llama A.G. (utilizan sólo sus iniciales para no condenarlo en exceso) y fue llevado a juicio. El imputado se vio obligado a manifestar sus disculpas y le fue concedida una probation (suspensión del proceso penal a prueba de buena conducta), por lo cual debe realizar cursos sobre discriminación en el Inadi o el Museo del Holocausto y donar una compensación a una entidad benéfica.
La Nación
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