Judíos en el 5769
LEÓN BARRETO El pueblo judío posee unas connotaciones tan especiales que sin él la historia de la humanidad sería muy diferente. Ni siquiera celebraríamos la Navidad, ese acontecimiento y esa fiesta familiar que -más allá de creencias religiosas- es casi es universal. De entrada, el pueblo hebreo fue el primero que reverenció a un Dios único. Sus profetas escribieron un libro que es el Libro por antonomasia, un libro lleno de crueldades y de sexo, pero también de una narratividad histórica, de una literatura y de una poesía de gran altura. El pueblo judío, lo expresa la Biblia, aguarda todavía un mesías que lo eleve a lo más alto, que lo rescate de las tribulaciones que padeció desde que se convirtió en esclavo de los faraones de Egipto. En su seno nació Jesucristo, alguien a quien una parte importante de la población mundial considera justamente un mesías. El pueblo judío ha protagonizado una de las mayores aberraciones que han concebido los humanos: la persecución hitleriana y el subsiguiente holocausto, la enorme tragedia que inmoló a seis millones de personas en Europa y ante la cual ni siquiera el Vaticano tuvo una posición digna, como si a los judíos de hoy les siguiera persiguiendo el anatema de responsabilizarlos de la muerte de Cristo. El drama que ellos llevan impreso en sus genes es el de un pueblo perseguido, al que no se le ha permitido la práctica de sus ritos mosaicos, y que por todo ello ha sido expulsado de muchos lugares. Entre ellos, por supuesto, España, a la cual tanto debilitó la expulsión de los árabes -que dominaban la agricultura- y de los hebreos -que dominaban las artesanías y el comercio, y que resultaban fundamentales para el desarrollo urbano-. Entre ellos ha habido artistas y escritores tan admirables como Kafka, Modigliani, Chagall, Charlot, Asimov, Norman Mailer, Gertrude Stein o Amos Oz, uno de mis autores de cabecera, cuya biografía novelada Una historia de amor y oscuridad es sencillamente espeluznante. El problema mayor de este pueblo actualmente, tal como piensa Amos Oz, es no haber sido capaz de llegar a un entendimiento con los palestinos, actuar frente a ellos con procedimientos similares a los que mantuvo la bestia nazi contra ellos mismos. Los israelíes hoy viven apresados entre el horror del recuerdo de los campos de concentración y la interminable guerra con los árabes que ocupaban el territorio que les fue adjudicado en 1948.
En casi todas las islas es constatable la presencia histórica de quienes venían huyendo de la Inquisición, y que aquí encontraron un Santo Oficio más suave que en el continente. Hubo algún auto de fe y alguna condena, sobre entre los residentes en las islas menores, como La Palma. Pero es curioso constatar que en el siglo XVII la primera comunidad reintroducida en Londres está conformada por sefardíes canarios como Antonio Fernández Carvajal, Duarte Henríquez, Antonio Rodríguez Robles, Simón de Soussa y otros. El pasado 29 de septiembre este pueblo que se considera elegido entre los pueblos inauguró su año 5679 desde la creación del mundo.
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