Localización y vista de la puerta. La puerta o Zaguán quedaba localizado a la mitad del frente de la casa. Esta entrada estaba arreglada de tal manera que nadie podía ver hacia adentro desde la calle. A veces se construía una pared frente a la puerta, lo que llenaba el propósito.
Los zaguanes orientales casi siempre tienen pequeñas puertecitas como entrepaños entre ellas. La puertecita se usa en ocasiones ordinarias, y el portón o zaguán se abre sólo en ocasiones extraordinarias. En Hechos 12:13 se habla de Pedro golpeando "a la puerta del palio", lo que sin duda quiere decir la puertecita incrustada en el portón.
El uso de llaves. La llave oriental de los tiempos modernos es semejante a la llave de los tiempos de Isaías y ciertamente no se dice: "Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro”. El parece en nada a la variedad de llaves occidentales. Isaías 22:22. El Dr. Johnson dice haber visto en Palestina algunas llaves de tal tamaño como para llevarlas en el hombro un hombre. Vio una llave como de cuarenta y cinco centímetros de grande. Comúnmente las llaves se hacen de madera. La cerradura se pone en el interior del portón o puertecita, y para hacer posible que el dueño de la casa pueda abrirla, se hace un hoyo en la puerta y mete su mano por este hoyo e inserta la llave. En el Cantar de los Cantares 5:4 la novia dice: "Mi amado metió su mano por el agujero (de la puerta)". Ella le vio meter la mano por el hoyo, para abrir la puerta y entrar.
El vestíbulo y las obligaciones del portero. El pasadizo interior lleva basta el patio y es llamado vestíbulo. Está amueblado con algunos asientos para el portero y los criados. Fue en el vestíbulo en donde se efectuó una de las negativas de Pedro. "Y saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban ahí: También éste estaba con Jesús Nazareno" (Mat. 26:7; Marc. 14:68) –
La obligación del portero, sirviente o miembro de la familia sirviendo en ese empleo, es platicar con cualquier visitante que llame a la puerta y que desee ser admitido. El objeto de ello es dar oportunidad para reconocer la voz del visitante, e identificarlo como amigo. No se espera que la puerta se abra al llamar. El que está dentro dirá: "¿Quién?" y el que está fuera, en vez de dar su nombre, contestará "Yo". En Hechos 12:13 y 14 se dice: "Y tocando Pedro a la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar, llamada Rhode, la cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo". Cuando Rhode había escuchado la voz de Pedro entonces supo quién estaba fuera. Las conocidas palabras del Apocalipsis 3:20 nos presentan la misma idea. "He aquí”, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz, y abriere la puerta, entraré a él". Debemos reconocer la voz del Salvador que está llamando. Cuando Jesús fue caminando sobre las aguas hacia los temerosos discípulos en la tempestad, no dijo: "Soy Jesús, no tengáis miedo". Dijo más bien, “Yo soy, no temáis" (Mat. 14:27; Marc. 6:50; Juan 6:20). Oyeron SU VOZ y reconocieron que era la de Jesús. Los orientales están muy entrenados para escuchar las voces y por ello reconocen la de un amigo.
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