Los complementos del vestir medio oriental


En los tiempos bíblicos había una túnica más suelta y más larga, que algunas veces se usaba, pero no por la gente común. La Escri­tura indica su uso por los reyes (1 5am. 24:4), por los profetas (1 Sam. 28:14), por los nobles (Job 1:20), y algunas veces por los jóvenes (1 Sam. 2:19). Algunos eruditos bíblicos piensan que era un tercer vestido, es decir, aparte de la túnica acostumbrada y la capa exterior. Pero otros han pensado de esto como de un manto especial que se usaba sobre la túnica, y ésta puede haber tomado el lugar de la capa.
E L  C I N T O
Si la túnica no se sujetaba con un cinto, podía estorbar, no permitiendo andar libremente, así es que siempre se usa un cinto cuando se sale del hogar para hacer cualquier jornada (véase 2 Reyes 4:29; Hech. 12:8). Hubo antes y hay actualmente dos clases de cintos. Uno era la variedad común, hecho de cuero, por lo regular de quince centímetros de ancho y equipado con broches. Esta era la clase de cinto usada por Elías (2 Reyes 1: 8), y por Juan el Bautista (Mat. 3:4). El otro es de una clase más costosa. Es de lino (véase Jere­mías 13:1), aunque algunas veces era de seda o de material bordado. Es generalmente de ancho, como de una mano. El cinto sirve como una faltriquera donde se guarda dinero (2 Sam.18:11) y otras cosas que se necesitan (Marc. 6:8). El cinto se usaba para afianzar la espada de la persona a su cuerpo (1 5am. 25:13). Por eso el cinto era una parte muy necesaria en el vestuario del hombre.

En las Escrituras con frecuencia se hace un uso simbólico del cinto. Cuando Jesús dijo a sus discípulos: "Estén ceñidos vuestros lomos" (Luc. 12:35), es como si hubiese dicho: "Sed como hombres que tienen una gran carrera que hacer, recoged vuestras ropas, asegurándolas con el cinto; para que nada os impida vuestros pasos".

En lenguaje bíblico "estar ceñidos" quiere decir: estar listos a la acción" (cf. Sal. 18:39). El profeta Isaí habla de que será la justicia cinto de los lomos del Mesías cuando él gobierne el mundo (Isa. 11:5). Y Pablo describe la verdad como cinto del cristiano en su lucha con Satán (Ef. 6:14).

EL MANTO O LA CAPA

El vestido exterior que los aldeanos palestinos usan, es una larga que serviría a los occidentales de abrigo. Se fabrica de o pelo de cabra y algunas veces de algodón. Es de color café oscuro de diferentes tonos y con tiras blancuscas perpendiculares, como abrigo contra el viento y la lluvia, y como cobertor por las noches. Es un cuadro más o menos común el ver a un hombre andando en un día caluroso, llevando su pesada capa. Y si se le pregunta por qué la lleva, su contestación será, "Lo que resguarda del frío, resguarda también del calor".

Fue este vestido o capa exterior la que usó Elías para abrir aguas del río Jordán cruzándolo en seco con Eliseo. Luego, al transportado al cielo, su capa vino a ser propiedad de Eliseo (2 Reyes 2:8-13). Los tres jóvenes hebreos que fueron arrojados al horno ardiendo, estaban ataviados con sus mantos, así como de sus capas y otro vestido (Dan. 3:21).

La ley de Moisés contenía un mandamiento explícito acerca de este vestido exterior. Dice la Ley:

"Si tomares una prenda de vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se la volverás: porque sólo aquello es su cubierta, es aquel el vestido para cubrir sus carnes, en el que ha de dormir: y que cuando él a mí clamare, yo entonces le oiré, porque soy misericordioso" (Ex. 22:26, 27).

La necesidad de este mandamiento se entiende fácilmente do se sabe cómo el manto se usaba por la noche. El acostarse por la noche es un asunto muy sencillo para los beduinos y labriegos. Esteras, alfombras o colchones se usan para acostarse, pero el huésped no provee nada. Cada persona provee lo propio que consiste en su manto. Estando su tejido muy apretado, es caliente, y si la persona duerme fuera en el campo, su abrigo lo resguarda aun de la lluvia

Es por causa de este vestido exterior, que es el abrigo del hom­bre por la noche, por lo que esta ley no permite a nadie tomarlo como prenda o garantía, porque ello le priva de conservarse en calor mientras duerme. Tal vestido, si se tomaba, tenía que ser devuelto antes de meterse el sol.

El conocimiento de esta ley y su propósito ayuda a entender algunas de las aseveraciones de Cristo. En una ocasión dijo: "y al te quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas" (Luc. 6:29). Esta orden fácilmente se entiende porque el vestido exterior sería el que con más facilidad fuera tomado por un ladrón. Pero en otra ocasión también dijo: "Y al que quisiere ponerte a pleito y tomarte tu ropa déjale también la capa" (Mat. 5:40). Un juzgado judío no consentiría que un vestido exterior le fuese quitado a manera de juicio por causa de la ley de Moisés a que se ha hecho referencia. Sin embargo, puede dictarse una sentencia sobre una ropa interior, tales casos Jesús recomendaba ir "1a segunda milla" dando también el vestido exterior.

Debido al tamaño del manto, éste servía para llevar varias cosas en él. El seno siempre se usaba para llevar granos o fruta. Jesús dijo: "Dad, y se os dará; medida buena, remecida, y rebosando darán en vuestro seno: porque con la medida con que midiereis, será vuelto a medir" (Luc. 6:38). Ruth pudo poner seis medidas de cebada en su manto (Ruth 3:15). Así es que el vestido de encima servía para muchas cosas útiles.

TURBANTE
Mucha atención al cuidado de su cabello prestaban los judíos en tiempos bíblicos. A las jóvenes les encantaba llevarlo grande y encrespado (Cant. 5:11), y se enorgullecían dc tenerlo grueso y abundante (2 Sam. 14:25, 26). Los hombres de edad mediana y los sacerdotes ocasionalmente se cortaban el pelo, pero muy poco. La calvicie era rara y se sospechaba que cuando la había, era propicia a la lepra. Por eso cuando los muchachos dijeron a Eliseo "¡Calvo ¡Calvo, sube!" (2 Reyes 2:23), usaban una maldición extrema, que el profeta siendo joven, posiblemente no estaba calvo. Los hombres no se cortaban la barba, sino que se la dejaban crecer bastante (2 Sam. 10:4, 5). La barba se la ungían con aceite con frecuencia.

­Los judíos siempre usaban un turbante en público, porque en ciertas estaciones del año es peligroso en Palestina exponer la ca­beza a los ardientes rayos del sol. Este turbante era hecho de ma­terial grueso y se pasaba varias veces en derredor de la cabeza. Eran algo parecidos a nuestros pañuelos y eran hechos de lino. Recientemente se fabrican de algodón. El patriarca Job y el profeta Isaías mencionan el uso de turbantes como tocado (Job 29:14; Isa. 3:23).

En lugar de turbante, los árabes de Palestina actualmente usan un velo en la cabeza que llaman kaffieh, el cual cuelga sobre parte de su vestido.
S A N DA L I A S
Los zapatos usados por la mayoría en tiempos del Nuevo Testa­mento eran sin duda lo que nosotros llamaríamos sandalias. Estas consistían de una suela de madera o de cuero, que se aseguraban a los pies con correas de cuero. Algunas personas usaban algo que se asemejaba a los zapatos occidentales. Con ellos el pie estaba com­pletamente cubierto, o sólo los pulgares quedaban de fuera. Tales zapatos se consideraban como una voluptuosidad, porque las referencias bíblicas al calzado indican el uso universal de las sandalias.

En el Antiguo Testamento con frecuencia se hace mención de las sandalias. El profeta Amós dijo: "porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos" (Amós 2:6). Abrahán ha­bló de las correas de las sandalias (Gen. 14:23). Las referencias del Nuevo Testamento a las sandalias son muchas. El ángel dijo a Pedro “Cíñete y átate tus sandalias” (Hech. 12:8). Y Juan el Bau­tista se refiere a la agujeta o correa de las sandalias del Mesías (Marc. 1:7).

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