Historia milenaria Jordania




Jordania: historia milenaria y visión integradora

Ulises Canales

Asiento de tribus y civilizaciones que le legaron una historia milenaria, Jordania se distingue hoy por su vocación pacifista en el Medio Oriente y una visión integradora que va más allá de su entorno geográfico.

El hecho de albergar en su actual territorio sitios y vivencias sagradas para cristianos, judíos, musulmanes y otros pueblos, quizás sirva de explicación al ambiente de paz, estabilidad y fraternidad que a primera vista deslumbra a quienes llegan allende fronteras.

Ubicado en la histórica región del Creciente fértil, los anales hacen referencia a este país desde alrededor de 2000 (a.n.e.), cuando los amoritas semíticos se establecieron en las márgenes del río Jordán en el área conocida como Canaán, de amplia mención en la Biblia.

Con posterioridad, hititas, egipcios, israelitas, asirios, persas, babilonios, griegos, nabateos, romanos, árabes, cruzados cristianos, mamelucos y turcos otomanos, integraron la extensa lista de culturas y credos que a la postre parieron al país que se conoce hoy.

La Jordania actual fue fundada por el rey Abdalá I después de la I Guerra Mundial y desde entonces, su hijo, el rey Hussein, y su nieto, el hoy monarca Abdalá II, procuraron dotarla de un protagonismo en el Levante que es bien reconocido, aunque no estuvo exento de polémicas.

Si bien a lo interno resultó menos traumático conciliar el respeto por la vasta y antiquísima cultura con la ultramodernidad palpable en su capital, Ammán, a lo externo varios vecinos árabes criticaron en su momento el pacto de paz suscrito con Israel, en octubre de 1994.

La antigua Transjordania (como se llamó hasta 1950) y Egipto son los únicos países árabes que tienen nexos diplomáticos con el estado judío, un paso controversial, pero percibido aquí como una cuestión de seguridad y premisa para la estabilidad y el despegue económico.

Por demás, el hecho de albergar a la mayor comunidad de refugiados palestinos, de alentar conversaciones de paz entre éstos y los hebreos, y de ser interlocutor válido en procesos negociadores de la zona, han afincado el protagonismo de este pequeño país.

Y es que, amén de su efervescente crecimiento económico –palpable en el sector de la construcción y las inversiones foráneas-, el Reino hachemita se identifica como árabe e islámico, y sus autoridades muestran particular cuidado de actuar en consecuencia.

Datos oficiales indican que más del 92 por ciento de los jordanos son musulmanes sunnitas y seis por ciento es cristiano, la mayoría de los cuales pertenece a la Iglesia ortodoxa griega.

También coexisten en el país pequeñas comunidades de católicos romanos, ortodoxos sirios, coptos, armenios, algunas denominaciones protestantes, y reducidos grupos de musulmanes chiitas y drusos.

Sin dudas, la veneración que se tributa por igual a reliquias de alto significado para las tres religiones monoteístas de la región sustenta el valor que la monarquía jordana concede a la diversidad y tolerancia étnica y religiosa de su población.

Sin embargo, sus autoridades aseguran que, además de buscar mayor acercamiento a su entorno natural, al país le interesa consolidar sus nexos económicos y comerciales con Europa y Estados Unidos, pero mira con particular interés hacia América Latina.

Esa región al otro lado del Atlántico es apreciada como zona emergente con la que Ammán aspira a identificar en breve áreas para concertar estrategias de cooperación económica, política y cultural.

mgt/ucl

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